Mabel Sarmiento 31 de enero de 2020
Más de 1,7 millones de pensionados y jubilados están
sumidos en pobreza dentro del país. Y los que están afuera, cerca de 12.000,
tienen 51 meses sin cobrar las pensiones que les corresponden por ley. Valentín
López está en Venezuela, pero no puede hacerse exámenes básicos como un perfil
lipídico y una tomografía. Por tanto, exige —y lo respaldan sus colegas—
salarios en dólares.
Caracas. Los pensionados y jubilados en Venezuela se
sienten como despojos. Cobran una miseria cada mes. Si acaso les alanza para
comprar un blíster de pastillas para la tensión. Pero para tratar el cáncer, ni
soñarlo. Muchos, como Valentín López, quien por décadas fue dirigente sindical
del sector salud, han tenido que recurrir a las hierbas para poder mantenerse.
“Pero, quizá como hay más demanda, hasta el monte
escasea”, dice con pesar al recordar que tiene ocho meses sin tomar una
pastilla de tamoxifeno, que funciona como una quimioterapia.
Se la traía un familiar desde México. Luego, por los
controles en el aeropuerto internacional, dejó de pasarlas y, en consecuencia,
López abandonó el tratamiento. Solo lo consigue cuando se muere un paciente y
se lo donan. Para la diabetes toma fármacos vencidos.
“Me recomendaron tomar vástago de cambur, para evitar la
metástasis. Así lo hice y ahora no los consigo, pues ya mucha gente busca ese
monte”.
Ni la medicina formal, ni la ayuda de yerbateros son
una opción para él ahora. “No tengo dólares, con lo que cobro de pensión no
puedo costear los tratamientos para tratar el cáncer de mama. No tenemos para
el pasaje cuando vamos al médico. La comida se hace a duras penas, yo no tenía
ni zapatos. Estos me los regalaron en diciembre”.
Por eso pidió la ayuda de los organismos internacionales. “Los que mandan aquí no van a
hacer nada por nosotros, menos por los jubilados y pensionados. Ojalá nos
escuchen”.
Lo que vive López se repite en casi todos los hogares
venezolanos donde hay un adulto mayor. El abandono y la desatención
gubernamental hace mella en ellos, en su bienestar y en su rutina diaria.
No
hay cifras, son parte de la opacidad gubernamental, pero Luis Cano, coordinador
de la Intersectorial de pensionados, jubilados y sobrevivientes —y quien en
octubre de 2019 escenificó una protesta casi al desnudo en las puertas del
Ministerio Púbico— dijo que en este sector de la población han conocido de
suicidios.
“Son personas que no pueden ya con la crisis y se quitan la
vida. Es una realidad muy dura, que uno no tenga para comprar una pastilla para
la tensión, es algo inhumano”.
Más de 1,7 millones de pensionados y jubilados están
sumidos en pobreza dentro del país. «Y
los que están afuera, cerca de 12.000, tienen 51 meses sin cobrar las pensiones
que les corresponden por ley», mencionó Carlos Julio Rivera, presidente de la
Asociación de Jubilados y Pensionados del Seguro Social.
Salarios en dólares
Este miércoles, cerca de 50 pensionados y jubilados
hicieron una protesta en compañía de los dirigentes sindicales para exigir la dolarización de sus beneficios.
“Ya que nos cobran
todo en dólares, cuando vamos pagar un examen, nos los cobran en divisas,
entonces que nos paguen con esa moneda para poder, en mi caso, tratar el
cáncer. Yo me tengo que hacer un perfil lipídico, para medir oncológicamente
cómo están mis órganos y no he podido hacerlo. La última vez costaba un millón
de bolívares y yo gano 250.000 bolívares mensuales”, contó Lopéz, quien
tampoco ha podido hacerse una tomografía pues cuesta 15 millones de bolívares.
Entonces, Cano solicitó un pago diario de 20
dólares. Actualmente, lo que ganan no supera los tres dólares mensuales,
que serán 0,03 centavos de un dólar. Ni para pagar el pasaje diario.
La propuesta, que será respaldada con la recolección
de firmas, públicamente se ha manifestado en otros espacios y el Ejecutivo está
al tanto. “Que la aprueben o no ese es otro tema. Nosotros seguiremos exigiendo
derechos consagrados en la constitución nacional”, destacó Luis Cano.
Pasado el mediodía todavía seguían en las afueras del
edificio José María Vargas —donde funciona el CTV— agotados, cansados, con sus
bastones y dolencias. El común denominador en ellos: el poco poder adquisitivo
para comprar las medicinas.
Lo cierto del caso es que la vida para un pensionado y
jubilado es dura. Ellos y la población infantil son los más vulnerados. Son a
los que más les pega la crisis humanitaria compleja. Comen poco, tienen menos
acceso a las medicinas para tratar el cáncer y otras patologías crónicas, son
los últimos en recrearse, en tener ropa nueva. Aun así, están convencidos de
que merecen más y por eso no detienen la lucha.
Están en la calle dos o tres veces al mes. Frente al Seguro Social, van a la Cancillería, a los
ministerios del Trabajo y Público, a la Defensoría. “Muchos mueren en esta
lucha. Fíjate los que están en la plaza del Banco Central, de esos han muerto
casi 30. No queremos que eso siga pasando”, señaló Cano al final de la acción.
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