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martes, 10 de marzo de 2020

Luis Salamanca: “La dictadura comenzó el 20 de mayo de 2018” por @prodavinci



Por Hugo Prieto


En 2015, tras la clamorosa victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias, el chavismo activó el Plan B (cuyo enunciado número uno se consigna en las líneas que siguen). Para entonces, un grupo de académicos, entre los cuales se encuentra Luis Salamanca, le practicaron una autopsia forense a El Sistema Electoral Venezolano. Precisamente, la frase sirvió como título a un libro que se publicó ese año.

El ensayo que le correspondió escribir a Luis Salamanca, politólogo, abogado, doctor en Ciencias Políticas, exrector del CNE (2006-2009), exdirector del Instituto de Estudios Políticos de la UCV, se titula Ventajismo y Autonomía del Elector en las Elecciones Venezolanas del Siglo XXI. Para ese año, el sistema político rozaba la frontera que separa el autoritarismo de una dictadura. ¿Qué se puede decir de lo que ocurrió en estos años? Algo de eso está plasmado en esta entrevista. De ese ensayo he rescatado, por razones obvias, una expresión del propio autor: «el roído hilo electoral». Y no ha sido casual.

Nunca como antes el régimen chavista ha dependido tanto del ventajismo y del control institucional. ¿Realmente podemos esperar, en caso de que se nombre un nuevo CNE, que se organicen unas elecciones libres, justas y transparentes?

Cuando hablamos sobre la necesidad de tener un proceso electoral democrático, ahí se están expresando dos cosas. Una. La sociedad venezolana que tiene, en su memoria colectiva, a la democracia como el método para resolver los conflictos, elegir a los gobernantes y organizar las instituciones. Ciertamente, en Venezuela no hay condiciones democráticas, pero la gente guarda un recuerdo vivo de lo que es ella, al menos en términos electorales. Entonces, ¿qué tenemos? Una sociedad que sigue siendo democrática frente a un régimen que no lo es. Dos. Por otra parte, ese debate refleja que el sistema político venezolano ya no está organizando elecciones democráticas. Se nos olvida, y no debería ser así, que desde hace 21 años estamos inmersos en un proceso de destrucción de la democracia. Maduro ha ilegalizado a los principales partidos políticos y ha creado, a partir del 20 de mayo de 2018, una oposición que no lo desafía, que no le genera ningún peligro.

Si algo tenemos los venezolanos es mala memoria Y hemos dado fe de ello en infinidad de ocasiones.


Maduro ha inventado las mil y una no sólo para tener ventajismo institucional frente a sus adversarios, sino para torcer el sentido democrático del voto. Se nos olvida que nosotros estamos viviendo un proceso histórico político en el cual se ha ido devastando a la democracia, gradualmente, evolutivamente, institución por institución; se han liquidado, uno tras otros, los espacios democráticos. De tal forma que hoy en Venezuela la oposición existe de facto. Y voy a los hechos. Esta ilegalizada la Mesa de la Unidad, así como Voluntad Popular, Primero Justicia y Acción Democrática. Si hoy hubiera elecciones, la oposición no tendría tarjeta para ir a ellas. Esto es producto de un proceso gradual de demolición y en este momento nos encontramos en una zona absolutamente no democrática. Ya no se puede hablar de que la democracia está en riesgo. No, hace rato pasamos esa etapa. De la democracia queda muy poco y ese poco Maduro lo puede manejar, pero llegado el momento, las circunstancias, también lo va a liquidar.

 ¿A qué se refiere? ¿Puede señalar algunos casos?

El hecho de que Guiadó, por ejemplo, esté haciendo campaña en el país, no responde a que Maduro sea un demócrata, sino a una represalia internacional. El hecho de que haya ciertos programas en algunas emisoras o que algunos periodistas puedan hacer su trabajo, es porque el régimen lo permite, pero llegado el caso, cierra esos espacios, como ocurrió con Radio Caracas Radio —con Maduro— o con RCTV —con Chávez—. Entonces, la dinámica política no es autoritaria sino dictatorial. Y lo es porque tiene dos elementos que la definen: Uno, el origen no legítimo del poder del gobernante, y dos, el ejercicio ilimitado, sin límites legales, de ese poder.

¿No se rompió «el roído hilo electoral» con la elección presidencial del 20 de mayo de 2018, una elección a todas luces fraudulenta?

En mi opinión, la fecha en la cual se puede oficializar la quiebra definitiva de la democracia en Venezuela, lo que quedaba del «roído hilo electoral», es el 20 de mayo de 2018. En la etapa de Chávez, al menos, la gente podía expresarse. Había una autonomía del voto. Y también partidos políticos que participaban en nombre del elector. Claro, el campo de juego estaba desnivelado. Digamos que había una semicompetencia. Entonces, cualquier discusión sobre una posible elección en Venezuela tiene que tomar en cuenta en qué fase del proyecto de chavismo nos encontramos. Lo que hemos visto con Maduro es que para conseguir el objetivo de mantenerse en el poder, lo ha hecho por vía de la manipulación de las instituciones, digamos, que es el plan B, pero no hemos visto el plan C, que podría ser mediante el uso de la fuerza… aunque paradójicamente sea la fuerza lo que sostenga esto.

                                                Luis Salamanca retratado por Roberto Mata | RMTF

¿No se perdió también el 20 de mayo de 2018 la «autonomía del elector»?

Chávez intentó atrapar el alma de los electores mediante el uso de mecanismos de control —Maduro los ha profundizado con los CLAP, el Carnet de la Patria, entre otros— pero los venezolanos han demostrado tal grado de autonomía, que le propinaron a Chávez una derrota en 2007 (Reforma Constitucional) y también le dieron palo en las parlamentarias de 2010 (en las que casi hubo un empate). Y en 2015, el elector no sólo demostró que era autónomo sino que decidió, electoralmente, quitarle el apoyo a los chavistas. Ese fue un mensaje que Maduro captó muy claramente y por eso decidió lanzar el plan B. Me tomo el poder manipulando las instituciones, sin todavía usar la fuerza directa. En esa etapa estamos hoy. Hay algo, además, muy importante. Recuerda que el nivel de abstención de ese día era algo nunca vivido en Venezuela. Y me atrevo a decir que la cifra final que dio el CNE no se compadece con lo que pudimos ver a lo largo de todo el país. El elector, ciertamente, también demostró su autonomía en esa elección.

Tengo mis dudas. ¿Realmente cree que se puede hablar de autonomía del elector y de criterio político?  

El mensaje del 20 de mayo no sólo fue para el chavismo sino también para la oposición. La abstención, en términos absolutos fue de 14 millones de electores y lo que hemos visto es que la oposición mayoritaria no pasa de siete millones. Entonces, estamos hablando de siete millones de electores adicionales que… ¡Decidieron por su cuenta! Y ahí también tenemos que ver la figura de Henri Falcón. El argumento es que sin esa abstención, él hubiese ganado las elecciones. Pero resulta que la gente no lo identificó a él como el catalizador del cambio. Ese es un criterio político, a mi juicio. ¿Qué estaba esperando la gente? No a cualquier llanero solitario, sino a un candidato unitario, a un candidato que agregara. No lo vio en Falcón y decidió enviar un mensaje en tres vías: Al chavismo, al que le quitó su apoyo. A la oposición mayoritaria, a la que respaldó, y también a la oposición minoritaria, que intentó pescar en ese río revuelto, creyendo que sólo era necesario tener un candidato para que la gente fuese a votar. Ese mensaje, Falcón no lo ha querido entender, por eso sigue hablando como si estuviéramos en 2018.

¿Si esa propuesta resultó insuficiente qué haría falta para que los electores salieran a votar?

Si en 2018 hubiese habido una candidatura unitaria, quizás no de toda pero sí de una amplísima gama de la oposición, estoy seguro que ese candidato hubiera ganado.

Puede ser. Pero lo que vimos claramente después de 2015 fue un franco proceso de manipulación para restarle poder y eficacia a la Asamblea Nacional, además vimos otras cosas. ¿Cómo definiría el modelo político actual de Venezuela? O más bien, hagamos la pregunta más simple. ¿Esto es una dictadura?

Sí, pero no es una dictadura típica, no es una dictadura clásica. Por algo me estás haciendo esa pregunta, ¿no? El asunto es que en Venezuela, a lo largo de 21 años, el régimen político establecido por Chávez y Maduro ha ido talando la democracia, la ha ido desmontando, demoliendo, pero manteniendo el voto como un instrumento de legitimación. Lo hicieron para imponer una nueva Constitución y para relegitimar los poderes. El sistema político metabolizó tanto una cosa como la otra, las convirtió en energía y empezó a describir una dinámica autoritaria. De ahí en adelante, Chávez bajó de nivel, pero continuó talando espacios democráticos, entre otros, y de manera muy visible, el sector empresarial. Nada podía hacerse sin la autorización del poder. El resultado fue el estallido de la crisis económica.

Invariablemente la economía es la que envía la primera señal de alarma, después viene la crisis social y la crisis política. Es decir, la crisis sistémica de la que tanto se habla en Venezuela. ¿Alguien pensó que íbamos a ser la excepción de la regla? No fue así y la crisis se volvió en contra del chavismo.

Lo relevante aquí es que el electorado mantuvo su autonomía, su criterio político. ¿Qué hace Maduro cuando llega a Miraflores y sobre todo cuando el chavismo pierde las elecciones parlamentarias de 2015? Pone en marcha el plan B, que en su capítulo uno dice: Tienes el control institucional, utilízalo para mantenerte en el poder. Usurparon el poder y lanzaron una Constituyente avalada por el CNE y por el TSJ, con una convocatoria errada y un sistema electoral que no se compadecía con lo que establece la ley. Otra violación de la Constitución. Y además la convirtieron en un poder legislativo paralelo, con lo cual usurpaban el poder legislativo legítimo. Es decir, destruían lo que quedaba de la democracia representativa. Si tú no respetas la Asamblea Nacional, si tú usurpas sus funciones como se hizo en 2016 y 2017, entonces lo que estás haciendo es liquidando la democracia. Pero quedaba «el roído hilo electoral», entonces Maduro introduce una competencia electoral… sin competidores, sin la oposición mayoritaria, sin nadie que le pudiera ganar.

                                                Luis Salamanca retratado por Roberto Mata | RMTF

Pero hubo elecciones y ese es el argumento del chavismo. Si la oposición no quiso ir… ¡Ah, ese es problema suyo, caballero!

Se hizo una elección presidencial, pero desde el punto de vista jurídico, esa elección no existió, entre otras cosas, porque no se da de acuerdo a las condiciones exigidas por la democracia. Tú usurpas el poder sin dar un golpe de Estado, pero estás apoyado por los militares. Y además, estás ejerciendo el poder sin límites. Tú eres un dictador. El sistema, como tal, ya está funcionando como una dictadura. Pero no al estilo de Pinochet, que en uno o dos días cerró todo espacio político. No. Aquí todavía quedan pequeños islotes, algunos espacios, por eso ves a María Corina recorriendo el país. La atacan, pero no la terminan de sacar del juego. Es una dictadura atípica, yo la he llamado evolutiva, porque llega, precisamente, por evolución, a través de los años, pero en la medida en que Maduro enfrente más oposición y sienta amenazado su poder, será una dictadura clásica.

¿Usted cree que en estas circunstancias, como parte del momento político, como dice, es posible nombrar un CNE independiente?

No lo creo. Después de haber visto lo que hemos visto es muy difícil que tú vayas a permitir un CNE independiente. Eso no existe. Maduro no va a permitir unas elecciones democráticas, olvídate de eso. ¿Elecciones libres? ¿Elecciones justas? ¿Elecciones limpias? ¿Elecciones competitivas? No. De hecho, si en este momento hubiera elecciones, la oposición mayoritaria se enfrentaría a una enorme dificultad: no tiene tarjeta, todos están ilegalizados. La única que queda es la de UNT y de partidos más pequeños que están, y esto es bueno advertirlo, muy reñidos con Guaidó, o se la pasan atacándolo permanentemente, como los de Falcón, como los de Fermín, organizaciones que no tienen mayor representación política en Venezuela. Además, votar no es elegir. Votar es depositar física o electrónicamente el voto. Es un acto mecánico. Pero elegir es que tú decidas, libérrimamente, quién quieres que gobierne y a quién quieres darle el poder. Esa no existe. Maduro puede hacer votaciones, pero no elecciones. De hecho, está montando todo el tinglado para ver si logra dar la imagen de que está aceptando algunos señalamientos nacionales e internacionales como, por ejemplo, cambiar el CNE.

El gatopardo, cambiarlo todo para que nada cambie. De esa práctica, en los últimos 20 años, también hemos visto lo que hemos visto.

El CNE es un aparato tomado por el chavismo, en el que permiten que exista un rector opositor que no puede hacer nada. Y que tampoco tiene el carácter personal para esforzarse y hacer algo. No es Vicente Díaz, ¿verdad? Esa estructura no la va a modificar el chavismo, porque si la cambia por ahí se le puede ir el poder. El chavismo no va a permitir que la Mesa de la Unidad Democrática se legalice de nuevo, porque sabe que ese fue el instrumento que usó la oposición para ganar en 2015. No le puedes abrir esa brecha a un adversario que, en términos electorales, está más fuerte que tú. No vas a abrir esa puerta para que se metan por ahí.

¿Qué podría hacer la oposición? ¿Cuál sería su trabajo? ¿Cómo romper el dique y el cerco institucional?

Si se da una elección presidencial, la oposición puede ganar siempre y cuando exista un candidato unitario, un candidato que aglutine. Estoy pensando en esos términos. La autonomía del elector y la imperiosa necesidad que siente por el cambio, sin duda marcarán la diferencia.  Pero hace falta un instrumento adecuado de presión. Es decir, un candidato unitario. Dado el caso, la oposición te gana aún con este CNE y aún con estas condiciones. Con la elección parlamentaria, la cosa sería más compleja porque habría que poner de acuerdo a mucha gente.

El problema es que la elección presidencial no está en el mapa del chavismo. Ese sería el objetivo de la oposición, conseguir unas elecciones generales, parlamentarias y presidenciales. Yo no veo esa posibilidad en el horizonte.

Exactamente, Maduro no las va a hacer. Pero recuerda que él tampoco juega solo. Si la oposición y la comunidad internacional trazan una estrategia para presionar y la calle se activa y, adicionalmente hay presión de distintos sectores en Venezuela, eso puede cambiar el cuadro. Pero en este momento, ciertamente, no hay suficiente presión para que Maduro se vea obligado a llamar a unas elecciones presidenciales. A Maduro le están dando mucho tiempo. Todo esto está apuntando para el revocatorio. Es decir, para el 2022, si no pasa nada antes. Sí, estoy de acuerdo contigo. Maduro no va hacer esa elección, pero es deber de la oposición mayoritaria no conformarse con una elección parlamentaria. Esa es la posición de Falcón, para quien las elecciones presidenciales ya se hicieron. Es una oposición complaciente que acepta todo lo que el gobierno establece, porque el plan, creo yo, es que ellos crezcan para desplazar a la oposición mayoritaria.

08-03-20




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