Karen Sánchez 29 de abril de 2020
@karenjsan
Muchos
migrantes venezolanos salen de Bogotá caminando. Sin embargo, ante la presencia
de niños y la falta de oportunidades, algunos decidieron resguardarse en
campamentos para esperar la llegada de buses que los lleven hasta la frontera y
regresar a su país.
Palos,
plásticos, varillas, lazos y cartones sostienen los campamentos que casi 200
migrantes han construido en el municipio de Chía, una población aledaña a la
ciudad de Bogotá.
La
razón: la mayoría son caminantes que, al perder sus trabajos y viviendas, en
medio de la coyuntura de la pandemia de la COVID-19, decidieron emprender el
camino de regreso a su país, Venezuela.
Desde
hace siete días, tres líderes de esta población comenzaron a organizarse en un
área comercial, junto a una estación de gasolina, para poder dormir y
descansar.
Angelo
Herrera, líder de esta comunidad, le contó a la Voz de América que, en principio,
eran 40 personas que decidieron parar de caminar. Al enterarse de que varios de
sus compatriotas estaban en muy malas condiciones o, incluso, que algunos
fallecieron durante el camino que los conduce a la frontera con Venezuela,
muchos prefirieron esperar en un lugar seguro. Los niños pequeños, agrega
Herrera, también fueron otra razón que los llevó a esperar en este lugar.
"Hay
niños pequeños, mujeres embarazadas, personas de tercera edad, personas
discapacitadas también. Estamos pidiendo ayuda para llegar a Cúcuta, que es el
destino donde queremos volver", dice Herrera.
Según
él, hay 175 personas en el grupo; entre estos, 31 niños, dos personas mayores,
una discapacitada y tres mujeres embarazadas.
En
este campamento, el día es movido. Mientras los niños juegan, los adultos se
organizan para comer, bañarse y cuidar a los más pequeños. Todos a la espera de
la llegada de un medio de transporte.
Para
alimentarse, algunas fundaciones les han brindado platos de comida. Dicen que
los visitan diariamente, pero la inclemencia del frío o de la lluvia ha
congelado sus cuerpos. Solo unas cuantas cobijas, plásticos y chaquetas les
cubren por la noche.
Para
bañarse, deben hacer fila y esperar para que un cubo de agua los refresque. Las
necesidades deben hacerlas en una zona verde aledaña al campamento.
Una
pequeña fogata, que encienden con ayuda de plásticos, es el origen de un calor
momentáneo y el lugar en el que cocinan los pocos alimentos que les donan.
Venezuela:
el único anhelo
Angelo,
quien trabajaba como albañil en Bogotá, le contó a la Voz de América que no les
interesa ningún refugio: "Nosotros queremos autobuses para llegar a
Cúcuta. Ese es el objetivo. Incluso, el Consejo Noruego nos ofreció refugio,
unos hoteles allá en Bogotá y ninguno lo aceptamos (...) porque todas las
personas que están aquí quieren regresar a sus casas, estar con su
familia".
Dice
que, en Venezuela, así la situación se complique, no tienen que pagar servicios
públicos ni arriendo. Solo deberán buscar alimento.
Para
Mary, que está embarazada de siete meses y duerme junto con otras 14 personas
debajo de una carpa, el campamento ha sido una gran salvación para poder
descansar y alimentarse, pero la idea de llegar a Venezuela es su gran anhelo.
"Nos
han brindado la ayuda con la comida y el desayuno. Todo muy bien. En cuanto a
la comodidad, en mi estado, cómoda no estoy durmiendo porque no puedo dormir en
el piso y el frío es bastante fuerte", lamentó Mary.
La
situación es similar para Daniela Betancur, que en Bogotá se dedicaba a
trabajar "de lo que fuera". Llegó a este campamento, después de
caminar siete horas, junto a su hijo de ocho años y su esposo.
"Mi
decisión de regresarnos para Venezuela es por la situación que estamos viviendo
por el COVID, que se está elevando mucho aquí en Colombia y por lo económico;
estamos desempleados y ¿de qué vamos a vivir nosotros aquí?. Para vivir mal
aquí, preferimos vivir mal en Venezuela, que no tenemos que pagar luz, no
tenemos que pagar arriendo, pues yo tengo mi casa propia. Preferible
irnos", explicó a la VOA.
Retorno
organizado
El
director General de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa Palacios,
señaló el domingo que para el retorno voluntario de ciudadanos venezolanos, se
viene implementando un protocolo con las diferentes alcaldías y gobernaciones
del país, con el fin de evitar aglomeraciones.
Según
esta entidad, hasta la fecha han retornado a Venezuela cerca de 12.000
ciudadanos venezolanos, muchos de los cuales han llegado a la frontera en unos
290 autobuses.
"Entendemos
la situación que están pasando muchos ciudadanos venezolanos, pero no por eso
podemos poner en riesgo a todo un país. Colombia siempre ha estado presta a
ayudar al pueblo venezolano, pero esa ayuda se hace de forma responsable, no
solo con los migrantes, sino con nuestras comunidades", afirmó Juan
Francisco Espinosa, director general de Migración Colombia.
El
Ministerio de Salud de Colombia confirmó el martes 5.949 contagios de la
COVID-19 y 269 muertes en el país.
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