Moisés Naím 20 de abril de 2020
@moisesnaim
Henry
Kissinger piensa que el mundo no será igual después del coronavirus. “Estamos
viviendo un cambio de épocas” dice el famoso diplomático, para luego alertarnos
de que “el reto histórico para los líderes de hoy es gestionar la crisis al
mismo tiempo que construyen el futuro. Su fracaso en esta tarea puede incendiar
el mundo”.
El
secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha dicho que la
relación entre las grandes potencias nunca sido tan disfuncional como ahora y
añade que “El covid-19 está revelando dramáticamente que o nos unimos y
trabajamos juntos o seremos derrotados por la pandemia”.
Según
Martin Wolf, el prestigioso columnista inglés: “Esta es la mayor crisis que el
mundo ha enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial y es también el desastre
económico más grave desde la depresión de los años treinta. El mundo ha llegado
a este momento cuando hay enormes divisiones entre las grandes potencias y
cuando el nivel de incompetencia en los más altos niveles gubernamentales es
espantoso”.
Hay
muchas cosas que no sabemos: ¿cuándo tendremos una vacuna? ¿Cuál será el
impacto del virus en los países pobres donde el hacinamiento es la norma y,
quedarse en casa sin trabajar es imposible? ¿Qué pasa si el covid-19 va y viene
en diferentes oleadas? Pero la duda más preocupante es si quienes nos gobiernan
darán la talla. Martin Wolf concluye así su análisis: “No conocemos el futuro.
Pero si sabemos cómo deberíamos tratar de moldearlo. ¿Lo lograremos? Esa es la pregunta. Me da mucho miedo la
respuesta”.
Hablar
mal de los líderes políticos es normal. También lo es criticar su gestión. Pero
hay que tener cuidado con el desdén por los gobiernos. La contienda política
hace que se exageren la ineptitud y la corrupción de quienes nos gobiernan.
Gobernar, reconozcámoslo, es difícil y se está haciendo cada vez más difícil.
El poder se ha hecho más fácil de obtener, pero también más difícil de usar y,
por lo tanto, más fácil de perder. A veces pareciera que no hay forma de que un
líder salga bien parado después de haber dirigido un país. En cambio, vemos con
frecuencia a líderes honestos y bien intencionados cuya reputación ha sido
masacrada por sus críticos. Y, como sabemos, en este siglo XXI los ataques
políticos se potencian con las redes sociales, los bots, los trolls y demás
yerbas cibernéticas. Es aconsejable por lo tanto ser cautelosos y prudentes en
la critica a nuestros gobernantes.
Tengo
todo esto muy presente mientras pienso acerca de los líderes que están hoy a
cargo del mundo. A pesar de esta cautela, sin embargo, me es inevitable
concluir que, en efecto la actual cohorte de líderes es, salvo algunas
excepciones, patética y preocupante.
Cuando
en el 2008 estalló la crisis financiera mundial, estaba a cargo del Grupo de
los 20 (G20) Gordon Brown, el entonces primer ministro británico. Este año le
toca el turno de dirigir al G20 al rey de Arabia Saudita, quien por su avanzada
edad y precaria salud delega el rol en su hijo Mohammed bin Salman. Si, ese. El
que mandó a descuartizar a un periodista que lo criticaba. Este es el líder que
debe convocar, movilizar y coordinar a la comunidad internacional para
enfrentar el coronavirus y sus secuelas económicas.
En
Estados Unidos, el Consejo Nacional de Economía es la principal fuente de ideas
y políticas económicas del presidente. Desde su creación en 1993 ha sido
liderado por algunos de los más prestigiosos economistas estadounidenses.
Donald Trump ha nombrado para dirigir este consejo a Lawrence Kudlow, cuya más
conocida credencial para el cargo es haber sido comentarista de temas
financieros en televisión. Este no es un caso aislado. Al gobierno de Trump no
lo distingue la capacidad y experiencia de sus más altos funcionarios.
En
Europa el panorama en cuanto a la confianza que inspiran quienes hoy tienen el
poder tampoco es muy inspirador. Una de las cosas que necesitamos de los
gobernantes en estos tiempos es que tengan buen juicio. ¿Cuánta seguridad sobre
el futuro le dan a usted las actuaciones y el juicio que hasta ahora han
exhibido Boris Johnson, Víktor Orbán, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Matteo
Salvini y Luigi di Maio? En el mundo en desarrollo, Jair Bolsonaro, Andrés
Manuel López Obrador y Daniel Ortega están en las noticias por haber negado la
pandemia, el presidente filipino Rodrigo Duterte por haber amenazado con matar
a quienes no respeten la cuarentena y Narendra Modi por estar utilizando la
excusa del virus para profundizar la discriminación contra los musulmanes en la
India.
No
quiero idealizar el pasado, ni sugerir que los líderes de antes siempre fueron
mejores. Ha habido de todo. Hemos tenido a Hitler y a Churchill, a Mao y
Mandela. Pero es indudable que esta pandemia ha sorprendido al mundo en
momentos de gran debilidad institucional.
Las
crisis cierran muchas puertas, pero también abren otras. Esta crisis tendrá
muchas consecuencias inesperadas. Quizás una de ellas sea una fuerte reacción
contra los gobernantes pequeños y la llegada de líderes que estén a la altura
de los grandes problemas que tenemos.
Moisés
Naím
@moisesnaim
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