Marta de la Vega 21 de agosto de 2020
@martadelavegav
Uno
de los periodistas colombianos más comprometidos en su lucha a favor de los
derechos humanos es Herbin Hoyos. Fue creador del programa radial “Las voces
del secuestro”, que servía de enlace sonoro para que los secuestrados por las
Farc o el ELN supieran de sus familias. Los parientes hablaban con la esperanza
de ser escuchados por quienes permanecían en contra de su voluntad y en
condiciones infrahumanas en lo más profundo de la selva.
Igualmente,
Hoyos ha sido un persistente denunciante de los reclutamientos forzosos de
menores por parte de las narcoguerrillas mencionadas, cuyos tentáculos han
penetrado con trágicas consecuencias en extensas regiones del territorio
venezolano. Según informe presentado por él ante la Jurisdicción Especial para
la Paz (JEP), entre 1990 y 2016 ha habido más de 40.000 casos documentados de
niños y niñas sacados a la fuerza de sus hogares, llevados a engrosar las filas
de las guerrillas, utilizados y muchos de ellos, abusados sexualmente por los
comandantes de las Farc.
Solo
15 de sus excabecillas, como la actual vicepresidenta del Senado, Sandra
Ramírez, mujer de “Tirofijo”, han sido citados a partir del próximo 18 de
agosto para rendir cuentas ante la JEP de estos crímenes atroces. Hay
contabilizados más de 250 cabecillas, incluidas mujeres, que participaron en
estos crímenes de guerra. El dilema es que para reconstruir el tejido social no
puede haber paz estable ni verdadera reconciliación con impunidad, sin
justicia.
Es
desgarrador escuchar el testimonio de Hoyos de los centenares de niños y niñas
asesinados, “fusilados” según las cúpulas del hoy partido Farc. La JEP busca
aplicar una justicia transicional a cambio de confesar, tanto los irregulares
como las fuerzas del orden público, los crímenes atroces cometidos en el marco
del conflicto armado, solicitar el perdón a las víctimas, asegurar su
resarcimiento material y la no repetición. Hay aún 5.464 víctimas de cuyo
paradero no se sabe nada. También Hoyos demostró con pruebas documentales y
fotográficas que el extinto grupo guerrillero del M-19 cometió delitos muy
graves al adoctrinar y reclutar a menores desde 1985 hasta 1999, cuando dejó
las armas.
Recientemente,
como ha desenmascarado la periodista Sebastiana Barráez, el ELN ha tomado
control de varios pueblos y escuelas de zonas fronterizas con Colombia y se ha
dedicado a engrosar sus filas con niños o adolescentes hambreados y
desasistidos, que prefieren ser reclutados a morir de enfermedad o inanición,
sin programas de protección ni desarrollo pedagógico, en algunos casos, incluso
sin escuelas. Estas han sido tomadas como centros de comando de algún grupo
criminal y subversivo, en ausencia de la autoridad del Estado venezolano,
convertido a su vez en camarilla delincuencial militar y civil.
A
raíz de la reciente detención del Senador y ex presidente Álvaro Uribe Vélez
que, de acusador de Iván Cepeda, admirador de las Farc, fue convertido en
acusado por supuesta manipulación de testigos y falsas pruebas para obstruir la
justicia, el periodista Hoyos enfatiza en el programa Informativo G24, que el
verdadero mal que enfrentamos en Colombia es la profunda corrupción en las
Altas Cortes. Cuando en un país no hay justicia, cuando en una sociedad la
justicia está al servicio de quien más pague por ella, el Estado se hace
inviable. La justicia, cuando favorece a quien tenga el dinero para comprarla,
queda en manos de las mafias, del narcotráfico, del más poderoso, del criminal.
La
corrupción carcome la democracia desde adentro cuando el poder judicial, que
garantiza la estabilidad y la convivencia pacíficas en una sociedad gracias a
la imparcialidad y transparencia de la justicia, está penetrado por un aparato
judicial corrompido. Uno de los instrumentos para inducir la justicia al error
es la fabricación de pruebas falsas, para darle soporte a los falsos testimonios
con falsos testigos.
Es
lo que ha ocurrido con el manejo delictivo de la justicia en Venezuela, como
sucede en Colombia con el Cartel de las Togas. Para Hoyos, el enfrentamiento
ideológico ha sido estrategia del partido comunista clandestino para tomar el
control del poder. Buscan, por intermediarios como Cepeda, manipular pruebas,
humillar mediante jueces dignos de sospecha con prisión domiciliaria a un líder
como Uribe, antes de que haya empezado el juicio en su contra, porque no le
perdonan haber vencido militarmente a las Farc.
En
Venezuela, bajo el influjo de la dictadura cubana, la justicia torcida ha
llevado al horror de los presos políticos, a las sentencias amañadas, al
degradado sistema carcelario. El reto en democracia es rescatar una justicia no
politizada ni ideologizada.
Marta
de la Vega
@martadelavegav
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