César Pérez Vivas 16 de noviembre de 2020
@CesarPerezVivas
En el derecho penal estudiamos la figura de la
premeditación y alevosía como un agravante en la comisión de un hecho punible.
Se trata de la deliberada planificación de un crimen y del brutal enseñamiento
con el cual actúa su autor o autores durante la perpetración del mismo,
aprovechándose de que la víctima se encuentra en estado de indefensión.
El crimen del fraude electoral que adelanta la
dictadura “bolivariana” no tiene precedentes, por lo diverso, afinado y pérfido
de la premeditación con la que se viene adelantando, llegando a unos niveles de
avasallamiento y degradación, que le dan a la alevosía un tamaño descomunal, pues
al controlar todo el estado y al reprimir brutalmente la protesta, deja sin
posibilidad de defensa a la sociedad.
Lo más irritante del proceso criminal en marcha es la
impúdica forma, como los voceros de la camarilla usurpadora se presentan a la
nación, cuan inocentes actores democráticos que adelantan un evento de limpia
factura. Agreden profundamente, cuando Maduro, Cabello y Rodríguez,
principales conductores del evento, en abierta violación a expresas normas
constitucionales y legales, hacen la campaña promieviendolo y solicitando votar
por los agentes con los cuales coparan la sala del capitolio.
Nunca en nuestra historia una dictadura había
adelantado un fraude igual. Montaban sus congresos títeres de forma abierta y/o
adulteraban los resultados a plena luz del día.
Los “revolucionarios del siglo XXI” piensan que con el
conjunto de elementos fraudulentos ya cumplidos, no tendrán que adulterar los
números del 6D. Las circunstancias, muy probablemente, también les
obligará al fraude numérico, como lo hicieron con el de la inconstitucional
Asamblea Constituyente, donde de acuerdo con lo denunciado por su aliada empresa
Smartmatic procedieron a inflar en un 300% la participación obtenida.
La barbarie roja se planteó para esta ocasión un
fraude mejor planificado y elaborado, con el fin de no tener que acudir a la
tradicional adulteración de los resultados numéricos. Pero la premeditación y
alevosía aplicada en su preparación ha sido tan ostensible, que salta a la
vista de entrada, así se trate de ocultar con la voluminosa propaganda
que adelanta la plataforma oficial y la de sus colaboradores y cómplices.
Ni siquiera la censura y bloqueo a la opinión y
publicidad de los sectores de la oposición, lograrán que nuestra sociedad y la
comunidad internacional dejen de apreciar en toda su dimensión el burdo
montaje del criminal fraude.
Veamos sus elementos más grotescos:
1.- Designación, por parte de la ilegitima Sala
Constitucional del TSJ, de un C.N.E totalmente obediente a los dictados
de Miraflores, desconociendo al parlamento la atribución constitucional de su
nombramiento.
2.- Cambio de las normas que regulan los procesos
electorales a cuatro meses del evento electoral, violando el artículo 298
de la vigente Constitución que prohíbe hacerlo en los seis meses anteriores a
un proceso electoral.
3- Incremento inconstitucional de 110 nuevas curules,
violando el criterio de la base poblacional consagrada en el artículo 186
de la CRBV y creando una circunscripción nacional de 48 diputados, con lo cual
modificaron el criterio de elección de los diputados por los estados,
establecido en el citado artículo 186
Este incremento de los curules se hace con el objetivo
de ofrecerle a los “colaboradores” un paquete de curules, aparentemente
importante, pero que en nada pone en peligro la mayoría de las 2/3 partes del
cuerpo, meta a lograr por el régimen. Más curules para “los opositores”, pero
menos poder real. Es una forma de decirle al país: la oposición tiene 70 u 80
diputados. Serán meros elementos decorativos que en nada incidirán en la
ecuación del poder. Además se garantiza la cúpula roja, que si alguno de los “elegidos”
se vuelve incomodo, tendrá los mecanismos para anularlos, callarlos o
simplemente excluirlos del cuerpo.
4- Eliminación del secreto del voto a los indígenas.
Con lo cual buscan, a través del control social y político, forzar el voto por
los candidatos obedientes a la dictadura.
5- Confiscación de todas las tarjetas de los partidos
de la oposición, colocando al frente de los mismos a personas claramente
obedientes a los dictámenes del poder, para postular como efectivamente ocurrió
una plataforma dividida, que permita reducir a su mínima expresión la fuerza
electoral de los pocos ciudadanos opositores que por diversas razones concurran
a las urnas y ejerzan el voto. Esta media constituye la mayor operación de
gansterismo político electoral jamás vista en América Latina. Al robarse las
tarjetas de los partidos opositores, el régimen adelanta una operación de
oferta engañosa, pues con la multimillonaria campaña que les concede, busca
captar una parte del electorado de esas organizaciones que desinformados y
manipulados, sufragaran por ellas, creyendo que lo están haciendo, en verdad,
por lo que las mismas han representado en la vida política del país. Es lo que
podemos llamar un consentimiento bajo engaño, lo que hace nulo el mismo.
6- Designación de candidatos por parte del agente
nombrado por la cúpula roja para representar las tarjetas confiscadas. En todas
las postulaciones presentadas se violó el artículo 67 de la Constitución.
Ningún candidato fue seleccionado por los miembros de dichos partidos y pueden
ser cambiados en cualquier momento por los franquisiados. Algunos, inclusive,
fueron postulados por expresa solicitud de los miembros de la cúpula roja.
7- Los anteriores elementos son los planificados para
el evento del 6D, a los cuales se suman los ya tradicionales elementos
fraudulentos y ventajistas forjados desde procesos anteriores, tales como el
registro electoral, la negación del derecho al voto a los venezolanos en el
exterior, los mecanismos de presión y control del voto, la inconsistencia e
inauditabilidad de los programas de trasmisión y totalización de los
votos
8- A esos actos planificados con pérfida intención se
suma la alevosa conducta con la que hostigan y persiguen a la oposición real.
La primea expresión de esta línea es la censura para quienes denunciamos toda
la operación criminal. La amenaza a los pocos medios independientes, que
quedan, de ser sancionados si estos hechos son denunciados con las
características y adjetivaciones correspondientes. La prohibición de ejercer el
derecho a la protesta bajo la figura de la abstención. Así como el régimen y
sus colaboradores hacen campaña para avalar el evento fraudulento, debería
permitirse publicidad parar denunciar la naturaleza y alcance del fraude aquí
descrito. La dictadura no lo permite, con lo cual impide que muchos ciudadanos
desinformados sean tomados en su buena fe por los candidatos impuestos por los
agentes a quienes les concedieron la representación de los partidos opositores.
Este brutal fraude debe ser repudiado por todos los
ciudadanos promotores del cambio político en el país. Es tan inmoral su diseño
y ejecución, que una persona con valores democráticos está en la obligación
moral de no avalarlo con su presencia, mucho menos con su participación.
César Pérez Vivas
@CesarPerezVivas
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