Luis Manuel Esculpi 11 de noviembre de 2020
@lmesculpi
No deja de sorprenderme el apasionamiento, lindante
con el fanatismo, con el que muchos compatriotas, tanto residentes en
Norteamérica, como en el país, asumieron las elecciones en los Estados Unidos.
Si bien, tenía la percepción de la existencia de una idea ampliamente difundida
según la cual el estar ubicado en el territorio opositor, significaba
automáticamente respaldar a Trump, no la imaginaba tan arraigada como se
manifestó en estos días, no sólo en los usuarios de las redes sociales, sino en
las conversaciones normales generadas partir de los resultados electorales.
Todavía al día de hoy, hay quienes se suman al
desconocimiento del candidato ganador y cifran sus esperanzas en el proceso de
impugnación anunciado por el Presidente norteamericano; mientras
paradójicamente los mandatarios de los más importantes países de la Unión
Europea ha reconocido el triunfo del candidato demócrata.
El hecho de tener como aliado de las fuerzas
democráticas venezolanas, al gobierno de la primera potencia mundial, es sin
duda, un elemento que ha posibilitado la amplia conjunción de países que
respaldan nuestra causa, ello no debe entenderse como subordinación; quizás
hubiese sido conveniente reiterar con mayor frecuencia, la concepción expresada
en alguna oportunidad, valorando positivamente esa alianza, el que la política
de la oposición la decidimos los venezolanos. Debe haber algunos rasgos del
comportamiento que han traslúcido la idea de dependencia de la política
adelantada por Trump, para la generalización de esa visión evidenciada
recientemente. La acertada decisión de Juan Guaidó de reconocer al Presidente
electo, ha sido incomprendida por algunos de los sectores más extremos.
Los errores cometidos por la Dirección de las fuerzas
alternativas, coinciden en buena medida, con iniciativas adelantadas desde la
Casa Blanca, algunas de ellas pensando en la captación del voto en Florida.
Comparto la opinión de quienes afirman que la política de Biden hacia
Venezuela, podrá tener algunos cambios de estilo (por demás necesarios) pero
que en materia de fondo se mantendrá, en virtud que tanto demócratas como
republicanos la comparten. Es posible predecir una aproximación con la Unión
Europea, a diferencia de la política adelantada en el ejercicio de los últimos
años.
La polarización existente, no es exclusiva de nuestro
país, como se ha venido demostrando en diversos acontecimientos de la política
mundial. Los extremos visualizan todas las situaciones en blanco y negro, no
admiten matices y lo que es más grave aún niegan la reflexión; cualquier
postura que se salga de esa estrechez de miras es inmediatamente descalificada
como colaboracionista o traidora.
La
proyección de la polarización en materia internacional, no sólo se expresa con
el respaldo a Trump, igual conducta se asume con las posiciones del colombiano
Álvaro Uribe, o con Bolsonaro el Presidente brasileño. Mientras pese a las
reiteradas expresiones de solidaridad con la causa democrática del Presidente
español y su partido, hay quienes lo siguen considerando un adversario.
Igualmente no reconocen los gestos de independencia de Fernandez, el Presidente
argentino, incluso se resisten darle el beneficio de la duda al reciente
Presidente electo de Bolivia, pese a sus declaraciones.
Superar los efectos negativos de la polarización,
constituye una exigencia también en el plano nacional, lo que implica el
reconocimiento de los errores cometidos, actuar con mayor amplitud en el marco
de la unidad posible, superar las manifestaciones de sectarismo y los dogma,
distanciarse de las posturas arrogantes y autosuficientes, para así poder
avanzar en la redefinición de la estrategia política, con la reflexión
permanente sobre el accionar y con flexibilidad táctica, ellos constituyen
elementos imprescindibles para el diseño de una ruta que nos pueda conducir al
necesario cambio político.
En definitiva se trata de situar la conducción
política a la altura de las circunstancias, existe el liderazgo colectivo en
condiciones de aceptar ese histórico rol. La oposición venezolana ha demostrado
una extraordinaria capacidad de reagruparse y de recomponerse, hacerlo en el
tiempo presente no sería por tanto una novedad. La gravedad de la crisis
multidimensional nos plantea redefiniciones, la conducción política está en
condiciones de asumir ese crucial desafío
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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