Por Fernando Pereira
Abrir las escuelas, en
los países donde permanecen cerradas por los efectos de la pandemia, constituye
un hecho de debate a nivel mundial.
Fausto Romeo,
presidente de la Asociación de Institutos Educativos Privados (Andiep), hace
unos días anunció que habían solicitado una reunión con el Ministro de
Educación para proponer el retorno a los salones a partir del 2021.
Señaló que la pandemia
llegó para quedarse y que urge buscar nuevas estrategias para el retorno a
clases partiendo de que el tema de la conectividad afecta notablemente la
modalidad de educación a distancia:
“Realmente el resultado
para llegar a donde están los estudiantes ha sido muy deficiente y entonces se
ve el caso que algunos están tomando la opción de mandar una guía por vía
WhatsApp, que no es el elemento realmente de la educación a distancia”, dijo en
entrevista a Unión Radio.
Hay que considerar lo
expresado por Romeo por cuanto los colegios privados son los que cuentan con
mayores recursos y, aun así, no están exentos de severas limitaciones. ¿Qué
esperar del desempeño de la red escolar pública o de escuelas privadas
subsiadadas?
Un llamado regional
Unesco advierte que ya antes
de la emergencia sanitaria, los sistemas educativos tenían importantes retos.
En 2018, 10,5 millones de niños, niñas y adolescentes de América Latina y el
Caribe no asistían a la escuela, de los cuales un 16% estaba fuera de la
primaria, un 22% fuera de la secundaria baja y un 62% de la secundaria alta.
“Reabrir las escuelas
en América Latina y el Caribe: Claves, desafíos y dilemas para planificar el retorno seguro a
las clases presenciales” es el reporte que el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) y la Oficina Regional de Educación para América Latina y el
Caribe (OREALC/UNESCO Santiago) presentaron el 7 de diciembre.
El documento advierte
sobre las condiciones desiguales de acceso a los recursos humanos,
económicos, de infraestructura y equipamiento educativo en los países de
la región, todos agravados por la pandemia. “La región tiene la urgente
necesidad de planificar y definir acciones prioritarias para garantizar la
seguridad de las operaciones escolares y la atención educativa a las
poblaciones más vulnerables”.
El documento es un
diagnóstico y puntualiza que será enorme el desafío de desarrollar
una propuesta educativa debido a la enorme desigualdad- y recuperar a
quienes no han vuelto a la escuela. Es también un llamado para la acción
regional para que todas las respuestas educativas se basen en los principios
fundamentales de inclusión, equidad y no discriminación. Para ello, el reporte
analiza las posibilidades, restricciones y necesidades que enfrentarán los
países de América Latina y el Caribe durante el proceso del regreso a las
clases presenciales, considerando las siguientes dimensiones: escuelas seguras
(infraestructura escolar, acceso al agua y saneamiento): recursos humanos
(directores y docentes); educación remota (acceso a TIC y conectividad;
financiamiento de la educación; e información y planificación.
Sabine Riegle-Aubourg,
jefa de la División de Educación del BID afirma que será clave la
capacidad de los países por definir acciones prioritarias que
permitan evitar una catástrofe generacional.
¿Y en el caso de
Venezuela?
Es inevitable pensar la
realidad de nuestro país donde la Emergencia Humanitaria Compleja ha golpeado
sin clemencia al sistema educativo. Consultamos en tal sentido a Juan Maragall,
conocedor profundo de la realidad de las escuelas en nuestro país y actualmente
trabajando como experto en la División de Educación del BID.
“La reapertura tiene dos
retos: la sociedad tiene que valorar la afectación para los niños y el no
poder ir a las escuelas, no pensar ingenuamente que están mejor en
casa. Para la mayoría de los venezolanos la escuela es el espacio de
encuentro con la cultura universal, encuentran en la escuela lo que no tienen
en su casa. La escuela es la que permite que un niño que vive en una familia
analfabeta aprenda a leer, o si está en una familia que no sabe de matemáticas
o historia, las aprenda. Los más afectados son los más pobres y los niños de
menor edad. Si eres pobre y menor de 9 años eres parte de la población más
afectada por no ir a la escuela. Hay estudios del impacto de no haber ido a la
escuela en el caso de niños alemanes y austriacos por efectos de la guerra y
cómo afectó su nivel y calidad de vida y empleo. Algo así pudiera trasladarse a
los efectos de la pandemia. Sin entrar a valorar los aspectos que tienen que
ver con la afectación de la salud mental, exposición a violencia intrafamiliar,
maltratos y abusos. Por lo que el costo de que los niños no vayan a las
escuelas es muy alto”
¿Cómo reabrir?
La tensión que se
genera entre el legítimo interés de aprender y el no menos de la salud y
bioseguridad, no pueden ser soslayados.
La propuesta de Andiep
busca que los estudiantes puedan ir a los colegios por lo menos una semana
sí y otra no, pero que las instituciones permanezcan abiertas.
Maragall sostiene que
hay un reto enorme para le región. Las escuelas que han decidido reabrir de
forma segura es porque hay liderazgos locales, de directivos y padres que
consideran que hay que si el costo del cierre es alto, abrirlas tiene que ser
una prioridad considerando modalidades híbridas, semipresenciales, flexibles
dependiendo de la realidad de cada contexto.
Las escuelas deben ser
espacios para el aprendizaje, socialización y también para la protección
alimentaria, de la violencia, especialmente en momentos de emergencia. El reto
en Venezuela se pierde de vista, pero el asunto es extremadamente importante.
Hay que debatir al respecto.
17-12-20
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