Por Luisa Pernalete
Josué tiene veinte y
tantos años. Vive en el municipio San Francisco con su mamá, ya sexagenaria y
con problemas serios de hipertensión. Trabaja en una frutería, pero la verdad
es que no le alcanza lo que gana para poder comer y cubrir los gastos de los
medicamentos de su madre. Cuando se ve muy ahogado, con mucha pena, le manda un
mensaje a la profesora Lucía y le pide ayuda. Reconoce que se quedaría sin
comer más de una noche si no fuera por la solidaridad de la educadora buena
gente. “Gracias de verdad, y bendiciones para usted”, le suele escribir en
agradecimiento.
Elizabeth es profesora
universitaria jubilada. No tiene hijos. Vive sola en el estado Falcón. Debe
tomar una medicina para sus problemas de tensión, pero su ingreso como docente
jubilada no le da para comprar el medicamento. Unas antiguas amigas se
enteraron de su situación y le han estado ayudando solidariamente para esa
necesidad. Ella está muy agradecida, y sus amigas, sin esperar nada a cambio,
siguen con su acción generosa. Si no fuera por la solidaridad…
La señora ML vive en
Barquisimeto. Por su casa pasan todos los días personas a pedir: unas, un café;
otras, madres con hijos pequeños, “cualquier cosa”. Hay un estudiante de
bachillerato que le pide hojas para sus trabajos… y ahí está la señora: a unos
les da café, a otros galletas y frutas, y al estudiante, hojas y lápices… Nunca
dice “no hay”. Sólo pide que no toquen el timbre más de una vez y que no dejen
papeles en la calle. Esa mano extendida es una velita en medio del apagón.
Un grupo de exalumnas
de un colegio católico en Barquisimeto se mantiene en contacto desde hace años.
El otro día se enteraron de que la madre de una compañera se había muerto y la
compañera no tenía para el entierro. Rápidamente se organizaron y todas
pusieron algo que permitió que se hiciera el entierro. Si no fuera por la
solidaridad…
Belkis es docente en un
núcleo rural de Fe y Alegría de la vía a El Pao, en el estado Bolívar. Como
coordinadora, antes de la cuarentena, visitaba las tres sedes del núcleo y
ahora trabaja más porque a distancia las cosas se complican donde no llega la
radio, no hay conectividad… pero hace su trabajo de acompañamiento. Ese es su
deber. Su labor se vuelve pura solidaridad, sin tener el deber de hacerlo, los
fines de semana cuando atiende un Club de Abuelos. ¡Hay ancianos viviendo solos
por esos lados! Ella cree que puede ayudar a que se sientan menos solos. Si no
fuera por la solidaridad…
AP es médico activo,
tiene cerca de 80 años. Vive con su esposa. La hija está fuera del país. Su
único hermano se fue hace años del país. No tienen más familiares en la ciudad
donde residen. Hace unos días se resbaló y el dolor no lo dejaba moverse.
Después sabría que se había fracturado unas vértebras. Un vecino se enteró de
la caída e inmediatamente se ofreció para llevarlo a la clínica. No solo esperó
los exámenes, sino que fue a varias farmacias a buscar los medicamentos
mandados para el paciente. Si no fuera por la solidaridad del vecino…
El otro día fui a
cambiar el aceite al carro y noté que llegaba una señora humilde con un récipe
a la caja. Como tengo problemas de audición, he aprendido a leer los labios.
Entendí que la señora pedía una medicina. Me llamó la atención ese pedido en un
negocio de lubricantes. Entonces pregunté al joven el porqué de ese pedido, y
me dijo que el dueño era de una fundación que donaba medicinas. ¡Cuántos se
habrán beneficiado! Si no fuera por la solidaridad…
Y podría seguir
llenando la columna de acciones de solidaridad, así, pequeñas, silenciosas,
generosas, gente que no espera retribución ni propaganda por lo que hace.
Hay también solidaridad
de mayor alcance.
Leo en un mensaje que
en Barquisimeto se entregó al Hospital Agustín Zubillaga, una cámara de
descontaminación, donada entre otras, por la ONG Naguarao, Fedecámaras Lara y
Médicos Unidos… ¿Qué les parece? Alianza para el bien, solidaridad para mitigar
la ausencia del estado en los hospitales.
Sigo en Barquisimeto.
Programas y Fundaciones ligadas a Esperanza Activa, esa asociación civil
liderada calladamente por el artista plástico Jesús Pernalete Túa, con varios
equipos de voluntarios, recientemente, y Flores de la Esperanza -que trabaja
formando lideresas en escuelas- donaron 600 morrales de útiles escolares a
centros educativos de los barrios El Trompillo, Pavia y El Carmen. Además, Flor
de Luz, una fundación que produce una galleta terapéutica, con voluntarios,
hizo el tamizaje a 300 niños para luego ser beneficiarios de dicha galleta. Y
el recién creado maternal, otro proyecto que se nutre de médicos voluntarios,
en noviembre atendió a todo el personal de la Escuela Juan XXIII de Fe y
Alegría. Atención médica a docentes, administrativos y obreros. ¿No es para
admirarse uno con tanta solidaridad?
Y de Lara para las
comunidades indígenas quiero que conozcan a Naguarao, una organización nacida
en Barquisimeto en el año 2016, aunque la idea de ayudar a las etnias ya venía,
pero es en ese año que organizan el primer operativo, en el cayo Guamal, del
Delta del Orinoco. Varios médicos y enfermeras, bioanalistas, odontólogos… se
fueron a darles atención médica esos hermanos waraos. Hoy tienen 130
voluntarios, el 75% conformados por personal sanitario. También atienden a
población rural. Siguen realizando operativos en Amazonas y el Delta. Pura
solidaridad para los olvidados dentro de los olvidados.
Digan ustedes, ¿vamos a
seguir diciendo que los venezolanos somos unos tracaleros, especuladores,
flojos, corruptos? Yo no compro ese discurso. Es verdad que hay flojos,
corruptos, vivos, es verdad. También es verdad que la situación venezolana es
tan grave que organizaciones de la ONU, como OCHA, dice que hay 7 millones de
venezolanos que requieren ayuda humanitaria. Esta ayuda urge. Es verdad, pero
este tapiz que he compartido con ustedes, y que podría alargarlo puesto que no
he mencionado ONG más conocidas que viven para ser solidarias, no es
suficiente, no llega a todos. La ayuda humanitaria es urgente, pero usted y yo,
que no tenemos poder para decisiones mayores, podemos contribuir a mitigar el
sufrimiento de muchos hermanos. Siembra esperanza saber que estos venezolanos
solidarios existen y no se paralizan, no son meros actores de twitter ni son
los detractores de los que sí hacen. Si no fuera por la solidaridad, habría más
sufrimiento, más víctimas.
05-12-20
http://www.correodelcaroni.com/opinion/7750-si-no-fuera-por-la-solidaridad-otro
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