Por Fernando Pereira
La filósofa española
Monserrat Nebreda bautizó como Generación de Cristal a esos adolescentes que
están por cumplir los 18 años; también se les denomina centennials.
Clasifica a esa generación que nació en una era tecnológica con una
velocidad de cambios sin precedentes, donde todo es efímero, instantáneo.
Contrasta esa competencia digital con la “fragilidad emocional”. Tienen
dificultades para enfrentar el fracaso y necesitan de la aprobación permanente
por su baja autoestima.
Estas clasificaciones
pueden ser una forma de etiquetar y homogeneizar las adolescencias de nuestro
tiempo y, sobre todo, en un país como el nuestro. La Generación de Cristal por
definición tiene acceso al conocimiento, información, educación y medios
materiales. Sus padres tratan de darles todo lo que ellos no pudieron
disfrutar, complaciéndolos hasta el punto de evitarles la frustración y los
sobreprotegen.
Obviamente es una
realidad que no se puede endilgar a todas las familias. En un país como el
nuestro buena parte de los adolescentes viven en grupos familiares que luchan
por sobrevivir, surfear la línea de la exclusión, teniendo incluso dificultades
para acceder a la educación, información y la tecnología.
Adolescentes amenazados
Cecodap presentó
recientemente un informe sobre el aumento de los casos de suicidios de
adolescentes en el país desde 2017, año en el que la emergencia humanitaria
compleja se acentuó en el país. “Anualmente hemos encontrado un incremento
significativo de este tipo de sucesos: en 2014 se reportaron 11 casos de
suicidio de niños, niñas y adolescentes; en 2015 se registraron 14 suicidios;
en 2016, fueron 17 casos, y en 2017 el informe señaló que habían ocurrido al
menos 34”.
La
investigación agrega que para 2019, los casos de suicidios fueron 88. Para
el primer semestre del año 2020, el Observatorio Venezolano de Violencia, documentó
19 casos más.
Se detalló que el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap, entre enero y junio de 2020, encontró que 31% de las personas atendidas llegaron debido a las alteraciones en su estado de ánimo. De ese total, 20% presentaron riesgos de ideación e intento de suicidio.
Sin programas de
prevención
Cecodap reveló, luego
de hacer una revisión de los documentos oficiales del Ministerio del Poder
Popular para la Salud, que no existen programas de prevención del suicidio para
la niñez y adolescencia. No se cuenta con campañas educativas y formativas en centros
educativos o comunidades. No se identificaron igualmente modalidades de
asistencia, ni datos estadísticos sobre los niños, niñas y adolescentes que
tuvieron una intención suicida.
La atención al suicidio
y la prevención es delegada a la familia por cuanto no se cuenta con políticas
públicas. Refiere el mismo informe que actualmente existen muchas
dificultades para atender o referir a un niño, niña o adolescentes
con riesgo de cometer suicidio, a instituciones psiquiátrica en el
país, debido a la falta de presupuesto, planes e instituciones especializadas.
Que menos de 1% del
presupuesto total del Ministerio de Salud es asignado al área de salud mental,
explica que los ciudadanos están por su cuenta.
La emergencia
humanitaria compleja y la pandemia se han confabulado para atentar contra la
salud emocional de los adolescentes que solo cuentan con sus familias y las
redes de apoyo que puedan gestionar. Todas las adolescencias están expuestas
como el cristal.
18-03-21
https://efectococuyo.com/opinion/amenazada-generacion-de-cristal/
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