Por Ramón Guillermo Aveledo
Un país empobrecido
dramáticamente. Institucionalidad precaria en la que la mayoría no confía.
Ilegalidad y violencia. Economía con años retrocediendo. Mala alimentación y en
los niños, desnutrición. Servicios de salud en muy malas condiciones, pese al
esfuerzo titánico de sus profesionales, técnicos y trabajadores. Un país en
crisis al que le toca enfrentar la pandemia mundial en muy malas condiciones
que ahora se agravan a consecuencia de ella.
Llega a Venezuela,
David Beasley, Director General del Programa de Alimentos de la ONU y anuncia
que ante el aumento de los casos de desnutrición infantil, podrá hacer llegar
alimentos para 185.000 escolares para fines de año. ¿Cómo llegó el nuestro a
ser uno de los cuatro países con mayor inseguridad alimentaria del planeta? Es
tema que nos toca resolver a nosotros. Pero aunque sea para una proporción
pequeña de nuestros niños, la ayuda es bienvenida y se agradece. Lo que más se
repite es el deseo de que no se pierda en los oscuros rincones de la
corrupción.
Nuestra proporción de
médicos y trabajadores sanitarios contagiados o fallecidos por Covid es
alarmante. Mientras tanto, Chile y Uruguay destacan ampliamente en población
vacunada y Venezuela está en el último lugar. Demagogia y propaganda apartes,
no hay excusa para que nuestro acceso al COVAX demore, para rechazar el plan de
Fedecámaras, no atender a la Academia Nacional de Medicina o vetar tal o cual
vacuna cuando los contagios y muertes ascienden. Es la vida de millones de
venezolanos la que está en juego.
Hace poco, casi
setecientas organizaciones de la sociedad civil protestan juntas una decisión
absurda que implica persecución a los voluntarios de la solidaridad, defensores
de derechos humanos en distintos órdenes o apoyos en el ejercicio pacífico de
la ciudadanía por parte de nuestro pueblo.
Vuelvo al comienzo. La
catolicidad celebra a un venezolano ejemplar cuya figura trasciende a las
creencias y es un símbolo de las mejores virtudes de este pueblo. José Gregorio
el médico de los pobres por antonomasia, fue estudioso, modesto, servicial. Su
sabiduría que era mucha, la puso a la orden de los demás, generosamente. El
suyo fue un cristianismo auténtico, sentido y vivido.
Que en esta hora de
desencuentros, José Gregorio nos una en causas de sincera confluencia. No
porque desaparezcan entre nosotros diferencias que no son pequeñas ni
superficiales, sino porque la vida vale más que todas ellas. No hay esfuerzo
que sobre. No hay indiferencia que
valga.
26-04-21
https://revistazeta.net/2021/04/26/jose-gregorio-inspirador/
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