GITANJALI WOLFERMANN Y LISSETH BOON 05 de septiembre de 2021
@GITIW y @boonbar
Atrás
quedaron los días de anaqueles vacíos. La desoladora estampa de las
largas colas y los estantes sin alimentos ni víveres, o de aquellos que
exhibían un solo producto en serie para disimular la sequía, es ahora un amargo
recuerdo de los años de escasez aguda en Venezuela. En la
actualidad, resulta posible comprar una que otra marca nacional y hay un
despliegue de importadas entre las que sobresalen las procedentes de Turquía.
Desde 2017, año en que arreciaron las sanciones de Estados Unidos,
alimentos como pasta y harina de trigo turca comenzaron a llenar las repisas y
pasaron a formar parte de la dieta de los venezolanos.
A
primera vista, los paquetes de espagueti y rigatoni con ‘nombres raros’
podrían pasar como otras pastas de factura venezolana. Pero las frases impresas
en el reverso de los productos no dan lugar a confusiones: türkiye’de
üretilmitir (‘hecho en Turquía’). “No son tan buenas como las
criollas, quedan medio pegotosas, pero me las llevo porque cuestan más barato”,
comenta una compradora sesentañera cerca de un estante lleno de jabones de baño
en barra, crema corporal y champús con sello turco, también.
Las
pastas alimenticias y harina de trigo de Turquía se consiguen no solo en
pequeños abastos, sino también en supermercados de tradición y
en los llamados bodegones (especie de tiendas de conveniencia
con productos importados), que han irrumpido con sospechosa intensidad en
arruinados pueblos y ciudades de Venezuela durante los últimos
cinco años.
Más de
1.200 acuerdos
Sin
importar la distancia geográfica, en el último lustro Venezuela ha
reforzado alianzas con naciones que tienen en común su aversión contra Estados
Unidos, gobiernos autoritarios con mandatarios con larga permanencia en el
poder y altos índices de corrupción. La revisión de documentos
oficiales disponibles, como gacetas y notas de prensa del Ministerio de
Relaciones Exteriores, permite estimar que, durante la era chavista,
Venezuela ha firmado con estas naciones al menos unos 1.237 convenios, tratados
y acuerdos de cooperación por un monto que ronda los $ 173.000 millones, aunque
la opacidad que rodea estos negocios impide conocer la verdadera magnitud de
los montos transados.
Ómar
Zambrano, economista y fundador de la consultora Anova, publicó una
investigación que demostró que a raíz de las sanciones, y como consecuencia de
la parcial liberalización de la economía que ha operado desde
entonces, además de la dolarización y el fin de los controles, el efecto ha
sido contrario al esperado con relación a la disponibilidad de bienes y
servicios, justamente debido a las alianzas que ha tejido la administración de
Maduro.
“Cuando se ve lo que pasó con las importaciones de alimentos y
medicinas hacia Venezuela, al contrario de lo que se pudiera pensar, ahora
están más disponibles que antes de las sanciones. Es un resultado
contraintuitivo, pero es consecuencia de la alianza económica con aliados
como Turquía, Irán, China, India y Rusia”, aseguró
Zambrano.
Tres
factores claves
El
economista señaló que la alianza económica con estos países ha
sido clave para Maduro por tres factores, siendo el primero de ellos la
capacidad para comerciar bienes y servicios de primera necesidad, sobre todo
alimentos y medicinas.
Además
de paliar el desabastecimiento, Zambrano explicó que las alianzas le han
permitido a Maduro usar un sistema financiero de corresponsalías que
no depende de los circuitos tradicionales.
“El
hecho de poder mover fondos hacia Venezuela, aunque sea parcialmente, vía los
sistemas financieros de Rusia, Irán y los Emiratos Árabes, le ha
servido como sustituto parcial de las operaciones financieras que pasan
por Nueva York y Londres”, dijo el economista.
La
experiencia en sortear sanciones económicas es el tercer factor identificado
por Zambrano. “Estos son países que tienen larga tradición de sanciones; Irán
y Siria, sobre todo. Ellos han generado toda una forma de hacer negocios y
transacciones para circunvalar el cerco de las restricciones. Esa tecnología ya
está probada, y Venezuela ha ido aprendiendo de esos socios”.
Douglas
Farah, investigador de IBI Consultants y especialista en
Latinoamérica, crimen transnacional y terrorismo, afirmó que Venezuela y sus
aliados se guían por intereses políticos-criminales. “Salvo
China y Rusia, que tienen interés en el petróleo y venta de equipo militar, no
hay comercio legítimo entre las naciones mencionadas. Estas relaciones se
fundamentan en la política basada en el odio hacia Estados Unidos,
y en las oportunidades que representan para países que amparan el crimen
transnacional como instrumento de Estado para evadir sanciones y lavar
dinero, además de utilizar las instituciones multilaterales para autoprotegerse”.
Farah
observó que cuando este grupo de gobiernos grita que son democráticos, que
respetan la libertad de expresión y que no son corruptos, forman un coro de
voces necesario para que el autoritarismo se consolide. “Aunque China sea
mucho más imperialista que Estados Unidos, en Rusia solo gobierne Putin, Corea
del Norte sea el régimen más represivo del mundo y Turquía se
convierta en dictadura, la narrativa que mantienen es que Estados Unidos es
el enemigo principal de la humanidad”, agregó.
Vanessa
Neumann, quien entre 2019 y 2020 sirvió como representante oficial
del presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, en el Reino Unido
e Irlanda, señaló que estos aliados no sólo buscan ayudar a sortear sanciones,
sino hacerse del control de los numerosos recursos que tiene Venezuela. A lo
que añade: “Rusia, Irán, Siria, Turquía y Venezuela comparten la premisa
del enriquecimiento de las élites, mientras que el resto del país
se empobrece. Ellos han acabado con sus propias instituciones, con toda forma
de contraloría entre los poderes del Estado, independencia jurídica y
fiscal, y tienen interés en seguir apoyando la destrucción de las instituciones
en Venezuela. La única manera de que ellos dejen de apoyar a Maduro es que lo
vean como un mal negocio para ellos”.
Una
visita trascendental
En
2018, cuando el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, visitó
Venezuela, Maduro afirmó que las relaciones con dicho país apenas estaban
comenzando. “Hemos avanzado en acuerdos en todas las áreas. El
desarrollo de esta relación alcanza el año 2025 y más. Estamos comprometidos
para que todo lo que hemos firmado se haga realidad. Nuestro país está abierto
a la inversión turca en todas sus áreas: producción de petróleo, refinación,
petroquímica, para desarrollar el turismo, mejorar el comercio,
entre otros”. En ese evento se firmaron ocho acuerdos comerciales y
de cooperación.
La
progresiva presencia de los productos turcos en Venezuela es una muestra del
crecimiento de las importaciones. En 2020, Venezuela compró a Turquía 236,2
millones de dólares en mercancías, de las cuales 171,3 millones, es decir 72,5
por ciento del total, correspondió a pasta alimenticia y harina de
trigo. La tendencia se mantiene en el año en curso: hasta mayo, Turquía
había vendido a Venezuela 97,5 millones de dólares en productos, de los cuales
el 72,6 por ciento (70,8 millones) fueron pasta alimenticia y harina de trigo,
según el Turkstat, el Instituto Turco de Estadística.
Las
importaciones desde Turquía aumentaron a partir de 2017, año en el que se
registraron picos de escasez de algunos productos alimenticios hasta de 80 por
ciento, justo cuando Estados Unidos reforzó las sanciones contra el gobierno de
Maduro. A partir de ese año se registró un cambio notable de ese vínculo
comercial fomentado a casi 11.000 kilómetros de distancia: las compras
de Venezuela a Turquía pasaron de 19,1 millones de dólares en 2016 a 235,9 en
2020, es decir, crecieron 12 veces en cuestión de cinco años.
Gasolina
y vacunas
Si
algo ha contribuido a crear la burbuja de reactivación económica de
Caracas frente a la escasez generalizada de gasolina en Venezuela es
el envío de combustible proveniente de Irán. El lejano socio de Venezuela desde
los tiempos de Mahmud Ahmadineyad y Hugo Chávez salió al
rescate del gobierno de Maduro en 2020, cuando Estados Unidos endureció las
sanciones contra ambos países. Solo contadas estaciones de servicio en Caracas
surten gasolina en devaluados bolívares, mientras que la mayoría
vende en dólares. La gasolina ha sido transportada desde la república islámica
en tanqueros operados por las empresas estatales. De Irán también
se han recibido materias primas para producir combustibles para motor.
Ni
siquiera la pandemia de covid-19 interrumpió las alianzas con
los países aliados, pues las 3’230.000 vacunas anticovid que han llegado a
Venezuela provienen justamente de Rusia con su vacuna Sputnik V, y
de China con las vacunas de Sinopharm y VeroCell.
Para Diego
Moya Ocampo, analista de riesgo político, el tema de base es que las
alianzas del chavismo siempre han tenido una connotación ideológica. “Venezuela
ha buscado que sus relaciones comerciales se den con países con los que Maduro
tenga una buena relación, que no se fijen mucho en las credenciales
democráticas y de derechos humanos, y que se presten para evadir las
sanciones. Existe un componente de afinidad ideológica, pero la relación entre
esos aliados es pragmática y rentable. Por ejemplo, hay un significativo número
de empresarios turcos y venezolanos que intentan que la
actividad comercial se fortalezca, aprovechando que el gobierno de
Erdogan cuenta con la confianza de la administración de Maduro, y que
también se ha acercado al sector opositor”, dijo Moya Ocampo.
El
analista de riesgo político fijó su mirada en la relación con Irán y destacó la
inversión de roles en la situación de ambas naciones. “Los proyectos de la
era de Chávez y Ahmadineyad eran principalmente de corte
agrícola e industrial porque el foco estaba en que Venezuela ayudara a Irán a
sortear sus sanciones. Con Maduro y Rohaní los papeles se
invierten, justamente por el aislamiento de Venezuela. Claro que son aliados
ideológicos, pero la relación entre ambos es extremadamente utilitaria:
Irán exige el pago de sus importaciones por adelantado, y Venezuela
paga con oro. No hay líneas de crédito”.
Otro
socio importante de Maduro es la India, país que se ubicó entre los primeros
cinco destinos de exportación de Venezuela desde 2014, como consecuencia de los
numerosos acuerdos de desarrollo del sector energético en
vigor desde 2005. Hoy en día, la nación asiática es el primer destino de
exportación del crudo venezolano, seguida por China, Estados Unidos y España.
Neumann,
quien a través de su empresa Asymmetrica conoce en profundidad las relaciones
de poder que hay en el comercio internacional, explicó que, si bien a esos
aliados les interesa que el chavismo se quede ahí porque para ellos es una
ventaja tratar con un país autoritario sin barreras institucionales, la
rentabilidad de esos negocios puede llegar a importar más que líder de turno.
“Los rusos están muy interesados en el oro y el gas natural, ya que nuestras
reservas no se han desarrollado como industria porque todo el foco estaba en el
petróleo. También están llegando a Margarita a través de empresas rusas que la
promueven como un destino turístico. El problema es que los chavistas solo
piensan en actividades que no reactivan la economía”, dijo la exembajadora.
Alianza
de dictaduras
“Venezuela
y sus actuales aliados no son disímiles, son aliados ideológicos,
aliados en la desgracia y aliados en la oportunidad que esto representa”,
afirmó María Alejandra Aristeguieta, exembajadora del gobierno
interino en Suiza.
No
obstante, Aristeguieta, internacionalista y especialista en multilaterales,
recuerda una máxima de las relaciones entre los países: “Existen
intereses, no amistades”. Y explica: las relaciones que fomentó Chávez
a través del proyecto Petrocaribe son una muestra de ese pragmatismo. “Cuando
hablo con representantes de esos países, me dicen que están muy
agradecidos con Venezuela porque financió la construcción de
autopistas y escuelas, promoviendo así su independencia del pasado colonial. En
retorno, votaron en apoyo a Venezuela en la Organización de Estados
Americanos (OEA). Ahora bien, muchos de esos países son parte de la
mancomunidad británica y se benefician de cualquier cantidad de políticas
del Reino Unido, por lo que ves la doble moral”, subrayó la
internacionalista.
El
apoyo a los países aliados –en el terreno ideológico y en el ámbito comercial–
es una realidad que Chávez entendió y supo promover. Un documento del Ministerio
de Relaciones Exteriores del Gobierno de la India que hace un recuento
de sus relaciones bilaterales con Venezuela destaca cómo a partir de 2005,
cuando sus nexos comerciales comenzaron a fortalecerse, el apoyo también se
manifestó en organismos internacionales. Venezuela votó a favor de las
candidaturas de la India al Consejo de la Organización Marítima
Internacional, al Consejo de Derechos Humanos para el
período 2022-2024, y al Consejo de Seguridad para el lapso
2021-2022.
La
diferencia entre las relaciones bilaterales de Venezuela surgidas
en el período democrático y las de ahora es que antes regía un marco de
derecho.
“Visto
desde adentro, los venezolanos cuestionan la capacidad de otras naciones de mirar
las violaciones de derechos humanos que comete el régimen de
Maduro, las torturas, las desapariciones forzadas, las ejecuciones
extrajudiciales, la negligencia del Estado en la atención de la
pandemia, la migración forzada de tantos ciudadanos que huyen del hambre y
la enfermedad, y no entienden que ese pragmatismo sigue vigente”, argumentó
Aristeguieta.
Venezuela
era una gran promotora de democracia en los países de América Latina, apuntó
Aristeguieta, y en ese sentido era aliada de las democracias
occidentales. “Nosotros jugábamos a nuestros intereses: por un lado,
promocionamos la paz en Centroamérica y la redemocratización del
subcontinente, y por el otro, impulsamos el tema de la Opep. Hoy está
pasando exactamente lo mismo, pero no nos gusta; y cómo nos va a gustar si
ahora Venezuela promueve las prácticas autocráticas porque son las que imperan.
Pasamos al lado oscuro y esos son los valores que promueve Maduro cuando se
reúne con Irán, Turquía, Siria, Rusia, Corea del Norte y todos esos países.
Nuestros aliados son otras dictaduras”, afirmó la internacionalista.
Sin
límites éticos
Regímenes
como el de Venezuela, que buscan aliados rentables y afines
ideológicamente, abundan. Más de la mitad de los gobiernos del mundo son
autocracias, reveló la última edición del Índice de Democracia de
'The Economist'. La encuesta anual que califica el estado de la democracia en
167 países con base en cinco indicadores: proceso electoral y pluralismo,
funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política
democrática y libertades civiles, encontró que en 2020 solo 8,4 por ciento de
la población mundial vive en una democracia plena, mientras que más de un
tercio vive bajo un régimen autoritario.
Los
negocios pueden darse incluso hasta con democracias consolidadas como la del
Reino Unido, con instituciones de cuya solvencia pocos dudan. La
organización Freedom House reveló que entre 2011 y 2020, el
Reino Unido concedió licencias de armas por valor de 16.800 millones de libras
a 39 de los 53 países catalogados como autocracias por Freedom House. Entre los
destinatarios de estas ventas está Libia, que recibió rifles de asalto,
componentes de vehículos militares y municiones valoradas en
9,3 millones de libras esterlinas.
“Los
negocios son negocios, cierto, pero la democracia impone límites éticos.
El pragmatismo que vemos ahora no tiene frenos ni límites de ningún tipo, lo
que existe es el asalto y la perpetuación en el poder”, afirmó
Aristeguieta.
Las
alianzas del régimen de Maduro con estos ‘particulares’ socios tiene un
propósito esencial: sobrevivir. “Pretenden crear un cordón de apoyo en
el Consejo de Seguridad de la ONU, especialmente por parte de Rusia
y China como protectores ideológicos. También buscan aliarse con otros países
bajo sanciones como Irán, Rusia, Turquía, Siria y Corea del Norte para
explotar las grietas en el sistema internacional y así evadir
sanciones comerciales”, observó Farah, quien afirmó que la ideología real
de todos los líderes de este grupo es aferrarse al poder, para lo cual buscan
asociarse con quienes puedan ayudar con este objetivo. “Al no compartir los
valores de Estados Unidos y la Unión Europea, arman su propio
bloque que defiende a las dictaduras en nombre del pueblo, bajo lo que se
conoce como populismo radical”.
Tomado
de: https://www.eltiempo.com/mundo/venezuela/maduro-los-aliados-del-regimen-en-venezuela-615600
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