Rafael Veloz 13 de octubre de 2021
@Rafaelvelozg
El padre Luis Ugalde, exrector de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) e Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, en su más reciente artículo de opinión señala que “Las elecciones en Venezuela en las actuales condiciones son controladas por la dictadura y preparadas para perpetuar el régimen que ha empobrecido y destruido el país”. Y agrega que “Todo el proceso electoral está en manos del régimen que ha inhabilitado a adversarios políticos, apresado dirigentes u obligado a exiliarse. El régimen actúa desde el Ejecutivo dictatorial con el Poder Judicial y el CNE sumisos”. Aún así, el padre Ugalde anuncia que saldrá a votar y expone las razones que tiene para ejercer su derecho ciudadano al sufragio, expresándose con argumentos válidos, razonables y con claridad meridiana sobre lo que se avecina en las venideras elecciones regionales del 21 de noviembre 2021.
Entendemos
y respetamos la posición de todos aquellos que se han mostrado renuentes a
participar en estos comicios y también a los que se han manifestado en favor
del voto. En esas decisiones cada quien tiene buena parte de razón. Pero esto
no quiere decir que debamos ubicarnos en el medio, porque sabemos que para el
régimen de Nicolás Maduro las elecciones del 21N no son una manifestación
democrática de la voluntad de los ciudadanos, sino un instrumento para ganar
legitimidad sobre todo ante el mundo, con el objeto de sostenerse en el poder.
Y ante esto, ¿qué hacemos? ¿Convertirnos en simples espectadores? Estamos
convencidos que esa no puede ser una opción y vamos a explicar porqué.
El
ventajismo y la trampa
Somos
demócratas y por lo tanto creemos con firmeza que la democracia “es el gobierno
del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, como señaló Abraham Lincoln en su
famoso y breve Discurso de Gettysburg (Pensilvania) en noviembre de 1863, en el
cual habló de “un nuevo nacimiento de libertad”, dos años antes del final de la
Guerra Civil de Estados Unidos. Y en ese nuevo nacimiento de libertad nos
encontramos hoy en Venezuela, en medio de una dura lucha contra una dictadura
criminal que nos arrebató la democracia y la paz. Por ello, no podemos
quedarnos cruzados de brazos y observar cómo el régimen de Maduro comete sus
desaguisados electorales el 21N.
Sabemos
por donde vienen los tiros. En el simulacro electoral realizado el pasado fin
de semana quedó en evidencia lo que harán. En realidad no fue un simulacro
electoral, sino ejercicios de preparación para el fraude y de ventajismo
electoral. La organización civil Súmate en su trabajo de observación en el
55,16% centros habilitados, el pasado 10 de octubre, detectó la existencia de
los llamados puntos rojos en 86,7% de ellos, así como propaganda electoral del
Psuv en el 80,2% y la movilizaciones de electores utilizando bienes o recursos
del Estado en 74,6% de esos centros de votación.
Lo más
grave es que las irregularidades en el simulacro, que fueron a la vista de
todos, no provocó ninguna sanción o al menos una advertencia contra los
infractores, lo que demuestra que el órgano electoral debe sufrir cambios
indispensables de cara a unas elecciones presidenciales y parlamentarias.
En
contraposición sí vimos como el propio CNE y voceros del gobierno usurpador
perdían los estribos y amenazaron con no aceptar la presencia de una misión de
observación electoral de la Unión Europea (UE) por unas declaraciones de su
alto representante de Exteriores, Josep Borrell, con respecto a la legitimidad
de Maduro y el proceso electoral. Valga aquello del que “nada debe, nada teme”.
Es indudable que para ellos resulta muy incómoda la observación que de estas
elecciones haga la comunidad política europea, porque está en capacidad de
percibir las triquiñuelas de siempre durante el proceso electoral, lo que
terminaría de sepultar los esfuerzos de Maduro por lograr legitimidad.
Un
aspecto importante es que a través de los observadores de la UE se puede
constituir una “comisión de verificación de hechos”, circunstancia parecida a
lo ocurrido en materia del expediente sobre violaciones sistemáticas de los
DD.HH. cometidos por el régimen de Maduro.
Unidos
para luchar
A la
hora de colocar el derecho al voto en la balanza para determinar si lo
ejercemos o no este 21N, hay señalar que vamos a un proceso con recelo, porque
no hay condiciones, pero hay que hacerlo por el bien de la unidad, a la cual
debemos fortalecer. Además, por ser un evento de movilización, nos mantedrá
unidos, movilizados y activados.
Hay que tomar en cuenta, por otro lado, que los equipos que logremos organizar
en más de 14 mil centros de votación, servirán para las presidenciales y
parlamentarias, así como para una actualización de los liderazgos locales, que
se encarguen de organizar las protestas que no deben cesar y para seguir
denunciando la ausencia de servicios públicos, hambre, hiperinflación, la
crisis de la salud y la educación, etc.
Y en
ese esfuerzo el objetivo es defender cada voto y mantenernos alertas ante la
trampa y el ventajismo, para que el mundo conozca una vez más el rostro de este
régimen criminal que viola los derechos humanos. Ante esto, es menester recoger
evidencias de los delitos electorales que se cometan como el fraude, los puntos
rojos, la utilización de bienes y recursos del Estado para sus fines, prácticas
que son parte de la naturaleza del Psuv. Ello permitira seguir abonando en la mesa
negociación de México que la solución política se centra en las elecciones
presidenciales y parlamentarias.
Hay
algo que todos los ciudadanos deben tener muy claro: Nicolás Maduro seguirá
siendo un dictador después del 21N y lo más probable es que la situación del
país empeore. Por eso, la movilización que se producirá ese día debe
convertirse en el motor que nos impulse para unidos luchar contra la dictadura
hasta vencerla.
Visto así, vale la pena salir a votar, porque demostraremos al mundo la vocación
democrática del pueblo venezolano y la necesidad de seguir transitando el
camino de lucha que nos lleve muy pronto a la realización de las elecciones
presidenciales y a la Asamblea Nacional libres, transparentes y verificables,
que son dos de los máximos objetivos del Acuerdo de Salvación Nacional,
propuesto por el Presidente (E) de Venezuela, Juan Guaidó, y que se encuentra
en pleno desarrollo.
Rafael
Veloz
@Rafaelvelozg
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