Por Roberto Patiño
Desde nuestra experiencia en el trabajo en las comunidades conocemos de primera mano, la urgencia que tiene el regreso a clases para las familias venezolanas. La educación formal en las aulas es imprescindible para garantizar habilidades y conocimientos en los niños y jóvenes en un momento tan importante de su formación y madurez. Es necesario, ¡casi urgente!, superar el paréntesis que impuso la pandemia y que no pudo ser atendido por las clases a distancia o telemáticas, como prometió el régimen, por las carencias técnicas de nuestro sistema educativo y de la mayoría de las familias venezolanas.
Muchos niños y jóvenes
venezolanos llevan dos años sin recibir educación formal lo que representa un
riesgo y un reto que tendremos que hacer frente en los próximos años, para
garantizar que esta generación pueda valerse por sí misma.
Sin embargo, el anuncio
del régimen de la vuelta a clases en el mes de octubre puede ser un peligro
para la población escolar y sus familias y una amenaza letal para el gremio
docente venezolano, a razón de la carencia de información confiable sobre la
verdadera situación de la pandemia de Covid-19 en Venezuela.
Recientemente la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), organismo multilateral que lucha
contra la pandemia y que cuenta con el aval de todos los países de la región,
hizo público el dato según el cual en Venezuela apenas se han vacunado un poco
más del 14% de la población y no el 40% de venezolanos, como ha dicho el
régimen. La información se funda en el número total de personas que han
recibido las dos dosis de las vacunas que se ponen en el país (las vacunas que
se aplican en Venezuela son de doble dosis) y tiene como base, una población de
28 millones 700 mil venezolanos.
Estos cálculos, que se
sustentan con información oficial que suministra el propio Ministerio del Poder
Popular para la Salud a la OPS, nos ayuda a ver parte de la verdadera dimensión
de la pandemia en Venezuela y nos advierte los potenciales riesgos a los que
nos exponemos si se impone, sin criterios sanitarios confiables, la vuelta a la
educación presencial con unas cifras de inmunización tan baja en la población.
Esta decisión del régimen es un peligro para la salud pública del venezolano.
No es la primera vez que los ciudadanos están sometidos a la opacidad en cifras oficiales que son importantes para la planificación de políticas públicas y la toma de decisiones. Llevamos muchos años sin conocer datos reales y verificables sobre la marcha de la economía, desconocemos, con cifras oficiales, los avances o retrocesos en la lucha contra la delincuencia y la violencia, no tenemos información oficial confiable sobre la situación sanitaria en el país, en definitiva carecemos de datos que nos muestren la realidad del país.
Lo pocos indicadores
que están disponibles, son elaborados con mucho esfuerzo ¡y riesgo!, por
centros de investigación independientes, universidades autónomas, ONG e
investigadores, que han tratado de superar el veto de censura que quiere
imponer el régimen sobre la realidad venezolana.
El ocultamiento de los
datos es una política de Estado que aspira a imponerse, para mantener las
mentiras que el régimen repite por la red de medios públicos.
Sabemos muy bien de la
frustración que hay en muchos venezolanos que necesitan recuperar la normalidad
perdida por la pandemia, conocemos de la urgencia que tienen los padres para
que sus hijos vuelvan a las aulas y del crecimiento de la desigualdad en
aquellos niños de las zonas vulnerables con menores oportunidades para acceder
a la educación remota. Nuestra experiencia de trabajo nos confirma que el
colegio y las actividades que se desarrollan desde allí, tienen un efecto
positivo muy concreto en el núcleo familiar y las comunidades. Pero esta
necesidad no puede responder una pregunta que debemos hacernos antes de
regresar a las aulas: ¿es seguro volver a la escuela si desconocemos la verdad
de la pandemia?
Seguiremos prestando
apoyo a los padres y maestros que tienen un gran reto por delante,
continuaremos en el campo levantando y sistematizando la información sobre la
realidad de Venezuela y, sobre todo, no descansaremos en nuestro empeño por
lograr el cambio que tanto necesitamos. Nos merecemos una sociedad donde no se
les mienta a sus ciudadanos, donde podamos tomar decisiones con base a
información pública transparente y verificable y esto sólo es posible si
seguimos trabajando por el cambio en nuestro país.
Roberto Patiño es Ingeniero
de Producción-USB. Magíster en Políticas Públicas-Harvard. Director|de Caracas
Mi Convive y Alimenta
la Solidaridad.
09-10-21
https://talcualdigital.com/la-mentira-y-la-incertidumbre-del-regreso-a-clases-por-roberto-patino/
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