Por Luisa Pernalete
Ganen quienes ganen el domingo como alcaldes, gobernadores, legisladores municipales o regionales, el 22 tendremos a un país sumergido en la Emergencia Humanitaria Compleja (EHC), con la inflación más grande del mundo -ya con varios años con ese deshonroso lugar-, con más de 5 millones de hermanos regados, con los salarios más bajos del mundo, con una pandemia que no sabemos exactamente cómo está… en fin, con carreras de obstáculos para cualquier tarea.
Tenemos muchas cosas
que resolver, y los acuerdos no son sólo para los que esperamos que se vuelvan
a sentar en México. Los ciudadanos, como usted y como yo, que no somos
ministros, ni alcaldes, ni gobernadores, ni funcionarios de la ONU tenemos que
movernos para resolver lo que podemos resolver, y para ello necesitamos
encontrarnos, escucharnos, mirar más allá de lo inmediato, ver las velitas en
medio del apagón, que animan.
Comencemos por encontrarnos
en la familia: dejar a un lado el celular, acompañar afectivamente a los hijos,
algunos -quisiera pensar que muchos- con clases presenciales o semipresenciales
de nuevo, escuchar cómo se están sintiendo, administrar adecuadamente las
emociones y no pagar nuestras rabias, angustias con ellos. Respirar profundo,
hacer ejercicios de relajación, un poco de risoterapia, aunque sea contar
chistes repetidos.
Sigamos con
encontrarnos con los maestros de los hijos. No sólo para entregar tareas. Que
podamos decirles cómo estamos viendo este régimen híbrido, semipresencial, si
creemos que a las clases y a las actividades asignadas les vemos sentido y si
vemos que tienen sentido para los muchachos. Felicitarles si creemos que lo
están haciendo bien, sugerir hasta donde podamos. Escuela y familia tienen que
jugar en el mismo lado de la cancha, en favor de esos estudiantes. Quejarse no
puede ser la única razón para encontrarnos con los docentes. Y los educadores,
lo propio, mandar tareas no puede ser el lazo con las familias. ¿Qué tal
reconocer el esfuerzo que están haciendo para salir adelante? ¿Qué tal proponer
una reunión, virtual o presencial, para conocer opiniones de los padres de
familia? Seguro que buenas ideas saldrían de ahí. Hay instituciones que están
abordando con éxito esta educación en medio de la pandemia, están innovando,
enfrentado el rezago escolar, proporcionando herramientas a educadores y a
familias. Eso hay que conocerlo.
Encontrarnos con los vecinos. ¿Cuántos candidatos prometieron resolver el problema del agua? Clamor de miles de familias en todo el país. En Barquisimeto, ciudad con mucho músculo ciudadano, hay una organización llamada “Barquisimeto sedienta”, con capítulos en varias zonas de la entidad: monitorean el servicio, reportan tuberías rotas, hacen propuestas a Aguas de Lara… “La gente propone” es un programa de Cesap, funciona en varios municipios del país, canalizan denuncias y propuestas de los vecinos, hacen contraloría social… Y es que solos no salimos de estos problemas tan serios. Los vecinos debemos mirar con los dos ojos: el que ve lo que está mal y el que ve soluciones, ya sea porque están andando en otra parte o ya sea porque podemos hacer propuestas para que las cosas mejoren. Comencemos con los vecinos de la cuadra. También podemos establecer relaciones de solidaridad con esos vecinos. Conozco una profesora de inglés, jubilada, que les da clases gratis a hijas de vecinos. Ella se distrae y las niñas van con gusto y sus madres agradecen el gesto. ¿Usted qué puede hacer por sus vecinos en su comunidad?
¿Y qué tal si
aprovechamos estas elecciones para adelantarnos y pedimos a las nuevas
autoridades, o a las reelegidas, que cumplan sus promesas?
La calle también tiene
que ser un lugar de encuentro de ciudadanos: respetar las normas tanto los
choferes como los peatones. Respetar el semáforo para evitar accidentes, no
conducir y hablar por teléfono, eso nos distrae y puede ocasionar accidentes,
estacionar donde es debido, los peatones pasar las calles por el rayado en las
esquinas… en fin, cuidarnos y cuidar al otro, nada de la ley de la selva, la
ley del más fuerte en detrimento de los niños, los ancianos, los más débiles.
Las redes sociales y
los medios de comunicación también pueden ser lugares de encuentro. Esos
mensajes que sirven de puente, ya sea para canalizar una ayuda o para difundir
una buena iniciativa o acciones de solidaridad de tantas organizaciones que hay
en el país. Es verdad que muchos usan las redes para agredir, descalificar,
insultar. Yo, por principio ni insulto ni reenvío insultos. Hay que ser
coherente. Eso no me impide denunciar o hacerme eco de denuncias pertinentes. A
la radio y a la televisión hay que pedirles que difundan buenas prácticas que
pueden animar a otros, porque la bondad es contagiosa y estamos necesitados de
bondad, de solidaridad.
¡Ojalá los dirigentes,
los políticos quieran encontrarse también! Es necesario que piensen en el bien
común, que sean sensibles al sufrimiento de las mayorías, que ese recorrido de
calles que han estado haciendo en la campaña electoral lo sigan haciendo, con
ojos abiertos, oídos limpios para escuchar el clamor, que vean a la gente
comiendo de la basura, a los niños en las esquinas pidiendo o limpiando
parabrisas para poder comer… Ellos tienen la obligación de encontrarse con los
ciudadanos y con otros dirigentes para llegar a acuerdos a favor de los
ciudadanos, hayan o no votado por ellos.
Necesitamos también dar
un abrazo solidario al planeta, a la Casa Común, como le dice el papa
Francisco. Encontrarnos fraternalmente con la naturaleza. El calentamiento
global nos está afectando a todos. Sembrar un árbol o regar los que tengamos
cerca, cuidar esa poca agua que nos llega, hacernos eco de denuncias de malas
políticas ambientales, apoyar a las organizaciones ambientalistas… En fin, el
22 es cuando hay que insistir en generar lugares de encuentro, por el bien de
todos.
20-11-21
https://www.correodelcaroni.com/opinion/hagamos-las-paces/el-22-necesidad-de-encontrarnos/
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