Orlando Viera-Blanco 02 de noviembre de 2021
@ovierablanco
“La
amistad, el valor real de las relaciones humanas, que es saber, toma tiempo si
queremos consolidarlas. Los grandes amigos son con quienes construimos
intimidad, lazos familiares. Lazos de cautivación, de desprendimiento”
¿Qué
representan para ud. los baobabs del libro de El Principito [nuestros miedos
más frondosos]de Saint-Exupéry? Quiero sumergirme en la nostalgia de mi niñez
de donde brota la más prístina conciencia de nuestra adultez. Releyendo el
capítulo XXI de El Principito revivo la maravilla de ese trepidante vocablo en
francés, Apprivoiser [domesticar] a nuestro juicio mal traducido. Cuando el
principito se acercó a el zorro, éste le respondió “mi vida resultará
iluminada…si me domesticas [Apprivoiser]. Creo que lo correcto sería decir “si
me cautivas”. Un universo de valores y sentimientos que derrotan todos los
miedos que uno siente al ver esos inmensos árboles africanos con forma de
botella: los boabads.
Los lazos familiares.
Saint
Exupéry siendo aviador veía el mundo más elevado, más cercano. Lanza un
mensaje: ¿Cuántos amigos conservamos al final de cada viaje, de cada vida? Muy
pocos. Nietzsche nos alerta en su obra Aurora: “El saber supone apartarnos del
camino para observar lentamente”. Vamos por la vida con una angustiosa rapidez
donde “el tiempo es dinero” y a cuenta de ello sólo apreciamos lo que nos
resulta útil-sic-. La amistad, el valor real de las relaciones humanas, que es
saber, toma tiempo si queremos consolidarlas. Los grandes amigos son con
quienes construimos intimidad, lazos familiares. Y esos lazos de domesticación,
de cautivación, son el afecto, la fraternidad, el gesto desinteresado, el
desprendimiento “inútil” [que no tiene valor material]. Domesticar, cautivar…es
asegurar, es convalidar, es reafirmar un vínculo a través de la voluntad de
compartir felicidad.
Un
zorro cautivador.
Cuando
el principito con recelo y temor se acercó al zorro, éste le dijo:”- Mi vida es
monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se
parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro un poco. Pero, si me
domesticas, mi vida resultará iluminada…Conoceré un ruido de pasos que será
diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los
tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. Y, además, ¡mira!
¿Ves, allá lejos, los campos de trigo? Yo no como pan. El trigo para mí es
inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Y eso es triste! Pero tú
tienes cabellos color de oro. ¡Entonces será maravilloso cuando me hayas
domesticado! El trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y me agradará el
ruido del viento en el trigo…”
Domesticar
es hacer que lo indiferente se convierta en oro. Es hacer de lo inútil “brisa
en el trigo”. Para un país es vital conservar ese sentido familiar que es ver
al horizonte y sentir el aroma, textura, sazón y luz de nuestra tierra.
Destruir esos lazos es liquidar el sentido de pertenencia por nuestro
gentilicio. El totalitarismo aburre porque sus pazos nos encarcelan en nuestras
madrigueras…Sólo se conoce lo que uno domestica dijo el zorro. “Los hombres ya
no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los
comerciantes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres no tienen
más amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame! [cautívame]”. ¿Alguien nos ha
cautivado en Venezuela?
La
cultura, el libro y el género humano.
La
cultura es el instrumento dorado para construir lazos identitarios. Montesquieu
le da un toque universal. “Si algo afecta a mi familia lo expulso de mi mente;
si algo afecta a mi patria lo olvido, y si afecta a Europa, lo consideraré
criminal”. Es la diversidad cultural la que enciende el interés de conocernos
más los unos a los otros. La maravilla del género humano es su inteligencia, su
saber compartido, lo cual se ha perfeccionado por siglos lentamente. Por eso no
nos cazamos como gallinas sino construimos relaciones domésticas.
“-Hubiese
sido mejor regresar a la misma hora–dijo el zorro–Si vienes, por ejemplo, a las
cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más
avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me
inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier
momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón” Que ilusión produce
esperar a un amigo… Por eso es bueno que haya ritos, asentó el zorro. ¿Qué es
un rito? –dijo el principito. “Es algo también demasiado olvidado. Es lo que
hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas.
Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes
del pueblo. ¡Entonces el jueves es un día maravilloso! Me voy a pasear hasta la
viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se
parecerían y yo no tendría vacaciones”
GARCÍA
LORCA en el discurso pronunciado en la inauguración de la Biblioteca de su
pueblo natal Fuente Vaqueros [1931]. “No sólo de pan vive el hombre. Yo, si
tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que
pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que
solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las
reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos…” Esto lo
había dicho antes Víctor Hugo cuando dijo que el verdadero pan del género humano
es la educación, la cultura, el saber, centro de inspiración del universo que
es la libertad. Y es la amistad la que hace el saber…
Perdimos
el horizonte, pero…
Nos
arrebataron de raíz nuestra cultura que es la música que nos cautiva y nos hace
construir amigos. El reto es salir de nuestras madrigueras…aunque persistan los
pasos de nuestros cazadores. El recuerdo del país vivido-entre amigos-es el
motivo que importa.
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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