Laureano Márquez 10 de junio de 2022
Querido
Nano:
A
todos nos llega la hora de volver la vista atrás y ver la senda que no se ha de
volver a pisar. Tu despedida nos llena de nostalgia, son muchos años de poética
amistad y decir amigo se me figura, que decir amigo es decir ternura. Dicen que
vivir es llenar la vida de recuerdos y de tu largo transitar de juglar tenemos
tantos, y bien sabes tú que los recuerdos, desnudos de adornos, limpios de
nostalgias, cuando solo queda la memoria pura, el olor sin rostro, el color sin
nombre, sin encarnadura, son el esqueleto sobre el que construimos todo lo que
somos, aquello que fuimos y lo que quisimos y no pudo ser.
Cuántos
sueños compartidos contigo a lo largo de tantos años, con tus canciones
animando nuestra esperanza de un mundo diferente. Una esperanza que permanece
intacta, porque para la libertad aun sangro, lucho, pervivo.
Tu voz cantó anhelos que nos hicieron mejores personas. ¡Ay! Utopía, cabalgadura, que nos vuelve gigantes en miniatura. Me refiero a aquellas pequeñas cosas que uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boletos de ida y vuelta.
Esas
historias personales que pasaron en tu compañía, que como un ladrón nos asechan
detrás de la puerta y que, a veces, encontramos en un rincón, en un papel o en
un cajón, haciéndonos llorar cuando nadie nos ve.
Celebramos
tus andares con emoción, sabemos bien que de vez en cuando la vida afina con el
pincel: se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los
que saben usarla. Nos pasa contigo. Por estos rincones lejanos del mundo, se te
aprecia, a ti que nunca te conformaste con un solo cielo, porque sabías que existía
toda una América del otro lado del mar. Aquí abajo, cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres que saben a qué asirse aprovechando el sol y también los
eclipses apartando lo inútil y usando lo que sirve.
Con su
fe veterana el Sur también existe. Aunque las más de las veces, la gente tierna
viva con ganas de escapar, que esta tierra está enferma, y ya no esperamos
mañana lo que no se nos dio ayer, que muchas veces no hay nada que hacer sino
coger el arreo y seguir el camino del pueblo hebreo.
Porque
sabemos que todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, tu despedida es
también un poco la nuestra. Es hermoso partir sin decir adiós, serena la
mirada, firme la voz. Se nos ha pasado todo tan pronto, que parece que fue ayer
cuando nos esperaba un gato peludo, funámbulo y necio a la vuelta del colegio.
Se nos ha ido la vida, esa que algunas veces toma con uno café, haciendo
caminos, caminos sobre la mar. Es tiempo de agradecerte a ti, que nunca
perseguiste la gloria ni dejar en la memoria de los hombres tu canción y has
conseguido ambas cosas.
Gracias Joan Manuel, disfruta de tu gira de despedida, que en la vida todo es ir a lo que el tiempo deshace. Con esta despedida nos dejas como Penélope, sentados en el andén, con los ojos llenitos de ayer, pero qué le vamos a hacer si tú naciste en el Mediterráneo.
Laureano
Márquez
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