Fernando Luis Egaña 21 de octubre de 2022
¿Qué
es lo mismo? Pues la hegemonía despótica y depredadora que destruye a
Venezuela. ¿Puede ser peor de lo que ya es? Desde luego que sí. Mientras
continúe en el poder será todavía más nociva. El continuismo la hace peor y
empeora la realidad del país.
Esto
no parece ser difícil de entender. De hecho, más de siete millones de
venezolanos tan lo han entendido que se han visto forzados a emigrar de su
patria. Algo sin precedentes en nuestra historia. Y la masiva emigración se
acuerpa, repleta de tragedias personales, familiares y sociales.
Dentro de Venezuela la devastación es generalizada, y acaso se compensa un tantico por esa manera de ser del venezolano, abierta y festiva. La procesión va por dentro y por fuera, pero la vida sigue en el camino del sufrimiento y el desamparo.
La
hegemonía ha sido y es muy habilidosa para utilizar disfraces de
seudodemocracia, y para crear una red de complicidades, en la supuesta acera de
enfrente, que la beneficia mucho porque ayuda a prolongar el baile de
disfraces.
Lo
estamos viendo, una vez más con las tramoyas políticas hacia unos comicios
montados por la hegemonía a su gusto, que incluyen el aperitivo de unas
primarias opositoras. Maduro y los suyos ganando tiempo, y el conjunto de la
nación en un abismo cada vez más profundo.
¿Estamos
condenados a «peor de lo mismo»? No, no estamos condenados. Siempre y cuando
pongamos los pies sobre la tierra, no se le siga el juego al poder establecido,
se defiendan con decisión los derechos de los venezolanos, se le de cauce
político al inmenso rechazo social, y se aproveche la Constitución formalmente
vigente en sus exigencias para restablecer un fundamento democrático.
De
verdad, ¿es esto posible? Sí lo es. Pero no ocurrirá por ósmosis, sino por una
lucha comprometida que aún aguarda la unión de las necesarias voluntades.
Fernando
Luis Egaña
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