Luna Perdomo 18 de diciembre de 2022
@LunaPerdomo
La mayoría de las atenciones
de Médicos Sin Fronteras a los migrantes que cruzaron por el Darién estuvieron
relacionadas con enfermedades de la piel y dolores en el cuerpo; así como
diarreas, infecciones respiratorias, enfermedades del sistema digestivo,
hipertensión arterial, asma, diabetes y VIH. El Ministerio de Seguridad de
Panamá dijo que las as principales nacionalidades de migrantes que cruzaron el
Darién en 2022 fueron: Venezolanos (148.953), ecuatorianos (21.535), haitianos
(16.933), cubanos (5.530) y colombianos (4.876)
El tapón del Darién, una selva espesa de más de 5.000 kilómetros cuadrados que separa a Colombia y Panamá, se convirtió en uno de los principales corredores para los migrantes de diferentes nacionalidades del mundo que aspiran a llegar a Estados Unidos. De acuerdo con información del gobierno de Panamá, por esta ruta insegura y de las más peligrosas del mundo, cruzaron 227.987 personas entre enero y noviembre de este año; una cifra récord, pues en 2021 cerca de 130.000 atravesaron esta frontera.
Según
el Ministerio de Seguridad de Panamá, las principales nacionalidades de
migrantes que cruzaron el Darién en 2022 fueron: Venezolanos (148.953),
ecuatorianos (21.535), haitianos (16.933), cubanos (5.530) y colombianos
(4.876).
Desde
abril de 2021, Médicos Sin Fronteras (MSF) atiende a los migrantes que cruzan por el Darién tras
caminar entre cuatro y diez días por la selva, cruzando ríos, subiendo montañas
y exponiéndose a los grupos de delincuencia en la zona. En la Estación de
Recepción Migratorias de San Vicente —uno de los puntos por donde pasan los
migrantes— y realizó 35.302 consultas médicas y 2.230 consultas de
salud mental. La mayoría de las atenciones estuvieron relacionadas con
enfermedades de la piel y dolores en el cuerpo; así como diarreas, infecciones
respiratorias y enfermedades del sistema digestivo.
Las
enfermedades crónicas más comunes fueron hipertensión arterial, asma, diabetes
y VIH. Desde abril del año pasado hasta noviembre de este, el total de
consultas en salud física por parte de Médicos Sin Fronteras fueron de 79.402 y
3.570 de salud mental.
83,3%
de las personas atendidas en salud mental durante los primeros diez meses de
este 2022 fueron por sucesos relacionados con violencia. Entre los eventos que
desencadenaron el malestar psicológico, 23% corresponde a exponerse a violencia,
13% a consecuencias de la migración (separación de su familia, limitadas
condiciones de vida, entre otras), 11% a violencia sexual, 11% a la migración
por razones económicas, otro 11% a situaciones asociadas al tránsito por el
tránsito por el Darién y 7% a marginalización, estigma y discriminación.
«Nos
violaron y vimos hasta muertos»
Una
venezolana de 32 años de edad, madre de dos niños de 12 y 9 años, contó a
Médicos Sin Fronteras que su primera migración fue en 2017, cuando mataron a su
esposo durante las protestas de ese año. «Decidí emigrar con mis dos hijos a
Colombia y después a Ecuador. En ambos países vendía tortas y café, pero en
ninguno de los dos me alcanzaba el dinero para quedarme»; por lo que decidió
tomar la ruta del Darién, junto a un grupo de amigos, para llegar a Estados
Unidos.
La
venezolana contó que en total eran 23 personas que emprendieron la ruta al
norte desde Necoclí (Colombia). «El Darién es muy fuerte, el camino era difícil
y vimos de todo, hasta muertos. Lo peor pasó en una zona que llaman Las
Banderas, ahí nos robaron y nos violaron a varias mujeres, incluidas niñas».
Detalló
que unos hombres encapuchados y armados con machetes, pistolas y rifles los
interceptaron y los llevaron a lo alto de una montaña. «A mí hija hice que la
cubriera un amigo», contó, quien después aseguró que comenzaron por violar a
las mujeres más jóvenes, hasta hacerlo con todas. «Gracias a Dios porque a mis
hijos no les hicieron daño y porque a los demás al menos nos dejaron con vida»,
dijo la venezolana.
Esta
mujer recibió atención de Médicos Sin Frontera. «Veníamos enfermos de tanto
tomar agua contaminada del río y mi hijo tenía una infección en el oído. No sé
si fue por la violación, pero tenía una cistitis muy fuerte. Quiero buscar
oportunidades, que mis hijos estudien», sostuvo.
«Llegamos
sin nada, solo con lo puesto»
Otra
venezolana de 18 años de edad y con siete meses de embarazo emprendió su
segunda migración desde Perú hacia Estados Unidos porque estaba viviendo una
situación similar de la que huyeron en Venezuela: el dinero nos les alcanzaba.
«Comenzamos a escuchar a todo el mundo hablando de Estados Unidos y de las
posibilidades que allá hay, así que decidimos ir y probar», explica.
Esta
joven dice que le hubiese gustado saber cómo era la selva del Darién antes de
adentrarse en ella: «Yo creía que sabía, pero en realidad no tenía idea. Crucé
con siete meses de embarazo, nos tomó diez días. Lo hicimos solitos, llovió
bastante y estaba asustada, tuvimos suerte porque el río no estaba crecido. Al
principio llevábamos muchas cosas, pero tuvimos que irlas botando porque no
aguantábamos el peso. Tuvimos que botar la ropa, las sábanas y hasta la olla
con que cocinábamos». A Panamá llegaron solo con lo que llevaban puesto.
«A
quien quiera tomar esta ruta le diría que no lo haga, he visto a mucha gente
que llega traumatizada, he escuchado historias de personas que ven morir a sus
familiares en el camino. No se atrevan a pasar por esto», recomendó la
venezolana.
Esta
joven recibió atención médica en la estación San Vicente, las vitaminas que
necesitaba y se hizo un chequeo de rutina.
La
meta de esta familia venezolana era llegar a Estados Unidos, trabajar hasta
poder reunir para comprar una casa en Venezuela y regresar, pues consideran que
es la única manera de adquirir una vivienda; sin embargo, dijeron que no habían
pensado mucho sobre cómo será el futuro.
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