Agencias 15 de diciembre de 2022
Migrantes
en el norte de México, en su mayoría de origen venezolano, subsisten de
la venta de alimentos a otros indocumentados mientras hacen fila en
espera de cruzar la frontera hacia Estados Unidos y el próximo fin del Título
42.
En el
borde del río Bravo, en el límite natural entre México y Estados Unidos, hay
una kilométrica fila de migrantes, provenientes de una reciente caravana que
llegó a la mexicana Ciudad Juárez, fronteriza con El Paso, Texas.
“Como
ellos hacen la cola para ingresar, las autoridades de Estados
Unidos los mantienen ahí día y noche. Les damos su café y cobijas el
tiempo que estén ahí, para que estén calientes”,
declaró a EFE Miguel Ángel, uno de los migrantes que vende
alimentos.
Los extranjeros buscan sobrevivir mientras llega el 21 de diciembre, cuando vence el plazo ordenado por un juez para que Estados Unidos elimine el Título 42, una regla de la época del entonces presidente Donald Trump (2017-2021) para la deportación inmediata de indocumentados con el argumento de la pandemia.
“Estamos
esperando en el nombre de Dios, a partir del 21 de este mes van a aprobar otro
artículo, esperamos que nos abran la puerta. Les vendemos pizza y nos ayudamos”,
añadió Miguel Ángel.
DRAMA
VENEZOLANO
La
situación refleja el drama que viven los venezolanos en México desde que
Estados Unidos anunció el 12 de octubre pasado permisos humanitarios para los
ciudadanos de Venezuela que lleguen por aire y que tengan un patrocinador en el
país, pero al mismo tiempo expandió el Título 42 para deportar a los que
lleguen por tierra.
Uno de
los venezolanos retornados es Miguel Maltica, quien ahora busca una nueva
oportunidad de cruzar en Juárez.
“Pasé
por Piedras Negras y me devolvieron las autoridades de Estados Unidos. Cuando
uno cruza, los sueños que dices que vas a lograr no se logran. En mi caso que
tengo conocimiento de la situación, voy a esperar al 21 de diciembre,
buscaré una forma de cruzar“, expresó a EFE.
En la
región se vive un clima gélido, que ha llegado incluso al punto de
congelación, temperaturas a las que no están acostumbrados, los migrantes.
Desde
su arribo el pasado fin de semana, han hecho fogatas para mitigar el frío, pero
recientemente ha llovido y, con ello, ha crecido el cauce del río que tiene el
agua congelante.
Aquellos
que venden comida, cruzan el cauce sin calzado. El agua les llega en algunos
casos a las rodillas.
Ofrecen pizzas desde
250 pesos hasta 500 pesos (12,5 dólares a 25 dólares) y cafés.
Otros
migrantes, en su mayoría de origen nicaragüense, están en fila de espera
después de ser víctimas de un secuestro en el norteño estado mexicano de
Durango, donde un operativo de la Guardia Nacional los liberó y trasladó hasta
este punto.
FLUJO
MIGRATORIO INCESANTE
Las
autoridades estadounidenses se preparan para un incremento de los cruces al
aproximarse el 21 de diciembre, fecha en que el Gobierno del presidente Joe
Biden debe terminar el Título 42.
Desde
que el Gobierno de Trump recurrió a la norma, más de 2,7
millones de expulsiones se han realizado en aplicación del Título 42.
Como
respuesta, el secretario estadounidense de Seguridad Nacional, Alejandro
Mayorkas, autorizó el pasado martes a la Oficina de Aduanas y Protección
Fronteriza (CBP, en inglés) a iniciar actividades encaminadas a “atender las
necesidades para la vida, la seguridad, el medioambiente y la reparación” en
proyectos de construcción de barreras a lo largo de la frontera con México.
Los
proyectos a los que se refiere están ubicados en los sectores de San Diego
(California), Yuma (Arizona) y El Paso (Texas).
La
región vive un flujo migratorio récord hacia Estados Unidos, cuya Oficina de
Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) detuvo en el año fiscal de
2022 un número inédito de más de 2,76 millones de indocumentados, una cifra que
incluye incrementos sustanciales en las capturas de cubanos y venezolanos.
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