SJ. Luis Ugalde 16 de marzo de 2023
Hoy
Venezuela está en la ruina y esta tragedia es inocultable a millones que viven
el dolor diario de no poder alimentar a sus hijos con los 6 dólares al mes por
su trabajo (el más bajo de América Latina) en lugar de los 400 dólares
necesarios. Más de 6 millones arrancados del país por la necesidad y 7 millones
de empleados públicos, jubilados y pensionados con salarios de hambre.
Considero que Maduro tiene talento político y no se hace la ilusión de que está teniendo éxito por el hecho de que la conducción política opositora esté en derrota y desorientación. Tampoco se puede sentir victorioso por tener la fuerza represiva en sus manos: represión no es buen gobierno y los venezolanos sentimos que aquí no reina el gobierno del bien común, sino del mal común, empeñado en perpetuarse. Lo inteligente sería que el propio gobierno buscara una transición menos catastrófica.
Cuando
el Estado dictatorial se derrumba (por ejemplo el Estado nazi derrotado en
1945), no hay más remedio que acudir a la base de la sociedad civil y sacar
fuerzas de las personas y comunidades para desde ahí reconstruir todo, con
mucha creatividad y voluntariado. En las más variadas necesidades brotan como
respuesta miles de organizaciones solidarias con las más creativas iniciativas.
Venezuela no renacerá con dictadura totalitaria, con toda organización social
sometida al control de la cúpula central y “correa de transmisión” de las
órdenes dictatoriales. En el antiguo modelo soviético y en la Cuba comunista no
pueden haber organizaciones gremiales, asociaciones profesionales, sindicatos,
organizaciones filantrópicas, culturales, religiosas, asociaciones de vecinos…
realmente autónomas, participativas y democráticas. Aquí la “Democracia
Participativa y Protagónica” es un cartel desteñido de un establecimiento
cerrado. Ahora es una prueba irrefutable del definitivo asalto dictatorial esta
ley contra las ONG llamada “Ley de fiscalización, regulación, actuación y
financiamiento de las organizaciones no gubernamentales”, que fue aprobada
por la Asamblea Nacional, pero que Maduro- siguiendo en esto a Chávez- todavía
no la ha refrendado. Es delicado el dilema para el gobierno de Maduro: o ahogar
toda vida autónoma de la sociedad con el Estado quebrado, o abrir la puerta a
las fuerzas creativas y autónomas de la sociedad civil para que reverdezcan
miles de organizaciones fuente de riqueza, activadas por la necesidad y
alimentadas por los poderes creadores del pueblo, que constituyen un variada
fuerza productora del bien común, que no es exclusiva del Estado.
El
estatismo totalitario no es propio de la condición humana ni el individualismo
de millones que viven en un mismo territorio, pero cada uno encerrado en sí y
buscándose a sí mismo. Como expresa la Enseñanza Social de la Iglesia, cada uno
de los millones de “yos” se encuentran en el “nosotros”: reciben, dan y crecen
en nosotros: Del “nosotros” venimos y al “nosotros” vamos. Entre los individuos
aislados y el Estado surgen los “cuerpos intermedios” y las diversas formas de
agrupación y organización vecinal, regional, cada uno con sus identidades y
finalidades propias establecidas por sí mismo. En Venezuela hay miles de estas
organizaciones que viven dentro del marco democrático de la Constitución
respetando las leyes normales que protegen al país de organizaciones
delincuentes. Se les da el nombre poco feliz de ONG, Organizaciones No Gubernamentales.
Su verdadera identidad no es el NO, sino el SÍ. Son
organizaciones sociales fruto de la iniciativa y la creatividad humana
solidaria que crecen al impulso de una conciencia social y voluntariado donde
cada persona saca lo mejor de sí y lo pone al servicio de la
sociedad. Organizaciones humanitarias más necesarias que nunca para
atender a cancerosos, ciegos, huérfanos, ancianos, niños sin familia… así como
para la defensa de los derechos humanos, para la formación en ciudadanía política…
organizaciones religiosas y educativas, culturales y artísticas…
En el
actual empobrecimiento y emergencia nacional el gobierno necesita y busca
también la colaboración internacional cuya ayuda humanitaria alivia a millones
de venezolanos por medio de muchas de estas organizaciones sociales y también
de organismos gubernamentales. Este florecer es indispensable para la verdadera
“democracia participativa y protagónica”. Pero cuando la dictadura se desboca
como en Nicaragua, busca eliminar todo aquello que sea capaz de funcionar sin
depender del poder estatal. Entonces se inventan leyes para controlar, reprimir
y eliminar.
Por
eso ahora hay alarma nacional e internacional ante esta ley. Incluso expertos y
ponderados integrantes de la Misión de Investigación de la ONU en Venezuela la
consideran “un punto de no retorno en el cierre del espacio cívico y
democrático en Venezuela” (Marta Valiñas) y que “la ley está claramente
orientada a limitar, no a facilitar el ejercicio del derecho de asociación”
(Francisco Cox). Ley que aumenta la pobreza y mata la productividad ciudadana.
Si el
gobierno quiere perseguir la delincuencia organizada, ya sabe adónde tiene que
actuar para controlar el tráfico de la droga y el oro, negocios con los cuales
está familiarizado e interesado.
SJ.
Luis Ugalde
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