Soledad Morillo Belloso 19 de abril de 2023
@solmorillob
Nadie
tiene la bolita de cristal. Nadie sabe lo que va a pasar y mucho menos cuándo
va a pasar, si acaso pasa lo que puede pasar. Uno no trabaja porque esté seguro
de lo que va a pasar. Trabaja porque sabe que si no trabaja en ello, lo que
quiere que pase pues no va a pasar.
Es ya irrelevante la discusión sobre si debe haber o no primarias. Los argumentos a favor y en contra hoy sobran… y estorban. Hay una comisión encargada de organizarlas, hay una fecha, hay ya varios que anuncian su participación como candidatos. Hay algo así como una normativa a la que los candidatos deben plegarse y comprometerse con firma en documento a cumplir. Eso es lo que hay.
Aquí y
en cualquier parte del mundo, aunque las primarias sean de abierta
participación de todos cuantos sean electores inscritos en el registro
pertinente, en realidad las primarias son una competencia entre adeptos
comprometidos y organizados. Es decir, triunfar o perder tiene todo que ver con
la solidez y capacidad de la estructura.
Los
partidos políticos en Venezuela tienen hoy en los hechos un número bajo de
afiliados. Y es aún más bajo el número
de
afiliados activos. Pero la pauta en unas primarias la marcan quienes puedan
movilizar más gente, y ello supone tener gente que movilice a esa gente. Eso,
en lenguaje coloquial, ¿cómo se llama? Se llama “maquinaria”.
A
alguien le escuché decir o le leí (creo que fue al padre Ugalde) que para las
primarias se necesitan unos 60 mil voluntarios. Pero eso no incluye a los
equipos de promoción de cada candidato.
Un
candidato X (o candidata, para no herir susceptibilidades a pesar de las normas
gramaticales) puede puntear una encuesta. Pero si el día de esa elección
primaria no tiene movilizadores y testigos cuidadores, esa prospección en
encuestas se volverá sal y agua.
Se
trata de músculo. De gente de carne y hueso. Si en Venezuela se pudiera votar
por Internet, entonces tendría sentido creer que la elección se puede ganar con
una avalancha de posts en Twitter, Instagram, Facebook, Tik Tok, etc. Pero
votar supone un desplazamiento físico. El elector tiene que ir al centro de
votación.
Yo
camino todos los días al menos una hora. Hasta hoy nadie se ha acercado a mí
para intentar seducirme como elector. Y ya estamos en abril. Sí me llegan
toneladas de posts, algunos buenos e inteligentes, otros patéticamente de tal
cursiambre que producen alergia.
Ciertamente
yo soy un “elector convencido”, que cree en la participación. El 22 de
octubre iré a votar. Pero si a la enorme cantidad de electores que están en el
exterior impedidos de votar (la cifra es espeluznante) sumamos la nada
despreciable cifra de electores decepcionados/desilusionados/hartos/incrédulos
que viven en Venezuela, el resultado puede ser que el candidato que resulte
elegido en esas primarias represente a una minoría. Y con una minoría no se le
va a ganar a la mayor minoría política en Venezuela, que es hasta nuevo aviso
el rojismo.
Señores
candidatos a las primarias: músculo. De eso se trata. De trabajo dinámico y no
estático. “El trabajo dinámico permite la locomoción y el posicionamiento de
los segmentos corporales en el espacio. El trabajo estático mantiene la postura
o la posición del cuerpo…”. Eso leo en la página de la Clínica Mayo.
Para
ganar una elección -y que ganarla sirva para cambiar el estado de las cosas-
hay que moverse y hay que mover gente. Hacerlo en las primarias es clave para
enfrentar la elección que se nos viene.
Soledad
Morillo Belloso
@solmorillob
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