Tulio Hernández 15 de septiembre de 2023
@tulioehernandez
El
recientemente concluido Festival de Cine Venezolano realizado en Mérida estuvo
marcado en su décima novena edición por el impacto que suscitó la
proyección de Simón. Cuando todos los presentes en la sala se
pusieron de pie y aplaudieron emocionados a la que de inmediato se convirtió en
la película favorita para luego ser aclamada como la ganadora del gran premio.
Simón es, lo digo a riesgo de parecer exagerado, uno de los más importantes, valientes y conmovedores filmes que se hayan realizado en el siglo XXI venezolano. Una película dramática que pone en escena el horror de la prisión, la tortura, el asesinato y el chantaje familiar practicado por los aparatos de represión que sustentan, especialmente después de la muerte de Hugo Chávez, el llamado “socialismo del siglo XXI”.
Pero Simón no
es un filme político elemental. De aquellos en donde la obsesión por la
denuncia anula la calidad cinematográfica basándose en el esquema “malos que
son muy malos y buenos que son muy buenos”. Todo lo contrario. Es una película
no panfletaria que indaga más en las contradicciones internas de las víctimas
que en los móviles patológicos –asesinos, desalmados, atormentados por el resentimiento,
llenos de dinero pero vacíos de respeto por la vida– de los
victimarios.
Se
trata de un relato cinematográfico complejo, realizado con gran eficiencia
narrativa, una destreza actoral conmovedora, una cuidadosa dirección de arte y
una inmersión valiente en las contradicciones profundas de los personajes que,
antes que “héroes” de la resistencia democrática, son mostrados como seres
humanos comunes. Conflictuados con los costos personales —prisiones, torturas,
amenazas a sus familias, asesinatos de sus amigos, traiciones internas,
exilios— que les ocasiona participar en las acciones de protesta violenta
contra el régimen autoritario. Con el añadido de que esas acciones terminan
siendo absolutamente inútiles para salir de la tiranía.
El
filme ganador del Festival no da tregua. Ni al sangriento aparato represivo
chavista ni a la acción opositora que, aunque no es el tema central, no tiene
claras sus estrategias y expone al sacrificio a jóvenes comprometidos en una
lucha desigual sin posibilidades de triunfo. Hay una frase que resume muy bien
lo que ocurre: “Nosotros, güevón, vamos con escudos de cartón a enfrentarnos
contra tanquetas”, dice uno de los miembros del grupo de activistas, ya
consciente del fracaso, a otro que insiste en continuar con las batallas
callejeras.
Hablamos
de una película cruda e implacable. No tiene espacio para los eufemismos. Al
pan, pan, y al vino, vino. Llama a la tortura, tortura, y a la ingenuidad,
ingenuidad. Pero, esto es importante aclararlo, no estamos ante un registro
documental amarillista. Tampoco ante un relato panfletario.
Simón es
ante todo un gran filme. Su tema de fondo son los sucesos políticos del año
2017, cuando millares de jóvenes que participaron de las protestas conocidas
como “La salida”fueron abaleados en las calles, llevados a prisión, ultrajados
sexualmente, torturados sin piedad, muchos hasta la muerte.
Pero
ese contexto represivo, donde se puso a prueba el carácter sangriento del
régimen rojo bajo la asesoría cubana e iraní (por el que hoy comisiones de la
ONU acusan a Nicolás Maduro y sus cercanos como candidatos a juicios por
crímenes de de crímenes de lesa humanidad) es contado a través de una
historia compleja que indaga en las contradicciones profundas que viven los jóvenes
activistas que son esencialmente un grupo valiente, pero fracasado, que no
logra sus objetivos políticos.
No
quiero, como se dice ahora, “spoilear” la película, pero el núcleo del relato
es el de una persona, un joven, que se debate, como bien lo definió el siempre
responsable y honesto escritor Juan Antonio González, entre “luchar o
mantenerse a salvo”. Simón huye a Miami, pero vive obsesionado por sentir que
ha traicionado su causa.
El
cine de denuncia político ha desnudado siempre a los regímenes autoritarios. No
se puede entender la crueldad miserable de las dictaduras argentinas sin un
filme como La historia oficial de Luis Puenzo. Ni el horror
del fascismo descrito en El gran dictador, donde el inigualable
Charles Chaplin ridiculiza la psique perversa pero seductora de masas
supuestamente civilizadas oficiada por ese sargento miserable llamado Adolfo
Hitler.
No se
pueden comprender a plenitud la miseria humana de las dictaduras bananeras
sin La fiesta del chivo, la novela de Vargas Llosa sobre el
criminal dominicano Rafael Leonidas Trujillo, magistralmente convertido en
filme por otro peruano Llosa. Luis Llosa.
Mucho
menos desprenderse del horror homofóbico y represivo del comunismo cubano, sin
recordar a Javier Bardem, encarnando el sufrimiento extremo del escritor
Reinaldo Arenas, en Antes que anochezca, del ejemplar director
estadounidense Julian Schnabel. Ni olvidar el horror del racismo de los peores
gringos, los wasp, tan bien retratado en Mississippi en llamas del
grande, versátil, incontenible y amado Alan Parker.
De
ahora en adelante, todo el que vea Simón entenderá de qué se
trata el régimen que hemos sufrido durante un cuarto de siglo los venezolanos.
Y por qué, incluyéndome, casi 8 millones de personas —la suma de las
poblaciones de Madrid, París y Roma— hemos tenido que irnos del país que tanto
amamos y extrañamos.
Un
país al que quien esto escribe –porque la muerte cada vez pica más cerca–
alguna tarde quisiera regresar a darle un abrazo a los muchos amigos que aún
allí nos quedan y a mirar juntos el Ávila antes de que la noche lo convierta en
misterio que mañana se revelará en abrazo colorido con el nuevo amanecer.
Quienes
hicieron Simón, gente de cine, ahora, supongo, duermen con la misma
sonrisa bíblica de aquel día cuando David le pegó en la frente un peñonazo a
Goliat.
Tulio
Hernández
@tulioehernandez
Invitamos
a suscribirse a nuestro Boletín semanal, tanto por Whatsapp como vía correo
electrónico, con los más leídos de la semana, Foros realizados, lectura
recomendada y nuestra sección de Gastronomía y Salud. A través del correo
electrónico anunciamos los Foros por venir de la siguiente semana con los
enlaces para participar y siempre acompañamos de documentos importantes,
boletines de otras organizaciones e información que normalmente NO publicamos
en el Blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico