Marta de la Vega 11 de octubre de 2023
Nicolás
Maduro anuncia un llamado al “poder popular” a organizarse en todo el
territorio para defender “la paz del pueblo”, contra el intento de “convertir
el odio en violencia y no lo vamos a permitir, no lo podemos permitir”,
mediante Unidades Populares para la Paz coordinadas por Diosdado Cabello. No es
casualidad que estemos a menos de quince días de la realización de un acto
electoral crucial para seguir avanzando en este duro camino a favor de la
democracia.
Los objetivos de Maduro son debilitar la resistencia ciudadana, silenciar las fuerzas democráticas enfrentadas a un gobierno transgresor, arbitrario, cruel, depredador y criminal en contra de toda disidencia, para infundir miedo y paralizar el entusiasmo ciudadano por la elección primaria para escoger a quien enfrente en los comicios presidenciales de 2024 al candidato oficialista del régimen. Su instrumento, utilizar un clásico recurso de terrorismo de Estado: grupos paramilitares de choque, que actúan impunemente contra una población inerme con la complacencia y complicidad de los poderes públicos subordinados al ejecutivo.
“Los
beneficiados de la camarilla militar civil que domina las instituciones
públicas en Venezuela mueven todos sus recursos para cercarnos y bloquear
iniciativas ciudadanas democráticas”
Parecen
una réplica de las Brigadas de Respuesta Rápida del Partido Comunista de Cuba,
o imitadores de los “camisas negras” de la Squadra d’Azione del
Partido Fascista italiano, como recuerda el precandidato Andrés Caleca. Estas
“Unidades Populares para la Paz” buscan intimidar con el pretexto de defender
las calles ante el odio. Como señala el disidente democrático del chavismo,
Nicmer Evans, se trata de una versión madurista de los “camisas pardas” que
fueron impulsados por el totalitarismo sectario y perverso de Hitler;
representan una etapa superior de los Círculos Bolivarianos convertidos en
colectivos chavistas que instigan el odio y, sin ser parte formal de las
instituciones de orden público, actúan como represores, bandas de delincuentes
que ya en el pasado persiguieron y asesinaron a manifestantes que se atrevieron
a protestar públicamente.
Los
beneficiados de la camarilla militar civil que domina las instituciones
públicas en Venezuela mueven todos sus recursos para cercarnos y bloquear
iniciativas ciudadanas democráticas como las que ha dirigido con acierto,
ecuanimidad y riguroso sentido de la legalidad constitucional la Comisión
Nacional de Primaria bajo el liderazgo incuestionable de Jesús María Casal.
Torpedean
el funcionamiento de un Consejo Nacional Electoral no suficientemente plegado a
los intereses partidistas del PSUV y destituyen a los integrantes que no
renunciaron, para nombrar, junto con nuevos acompañantes, casi todos de
evidente y militante parcialidad política, a un sumiso representante de la
cúpula como presidente del poder electoral, quien fuera principal instigador de
inhabilitaciones administrativas que no tienen ningún peso legal ni
constitucional, para impedir el paso a los dirigentes políticos con la mayor
probabilidad de ganar y hacer contrapeso a los candidatos oficialistas en las
futuras elecciones. Se busca desalentar a los seguidores de estos líderes que,
como María Corina Machado, han logrado una fuerza decisiva con arraigo popular
para propiciar un cambio de régimen, de gobierno y de modelo de Estado en el
plano económico, político y social que supere la catastrófica crisis actual.
La
persecución política arrecia y cada vez amplifica sus tentáculos más allá de
las fronteras nacionales. Fueron anunciadas por el grotesco fiscal general de
la república, Tarek William Saab, las medidas de arresto con supuesta alerta
roja de Interpol contra Antonio Ledezma y Juan Guaidó; calumnias y acusaciones
mentirosas contra quienes han sido dignos defensores del restante y exiguo
patrimonio nacional en el exterior, derrochado, malvendido y abandonado por las
irresponsables gestiones de Chávez y de Maduro, y entre los activos más
valiosos, el trabajo exitoso para preservar Citgo que han hecho, entre otros,
el ingeniero Horacio Medina o el jurista experto José Ignacio Hernández.
Se
impone el lenguaje de la postverdad y del mundo al revés al estilo de la
distopía de Orwell. El legítimo presidente interino Guaidó resulta ser hoy el
usurpador. Los usurpadores Maduro y cómplices, ahora son los legítimos
representantes de una democracia vilmente destruida por su avidez de poder por
el poder. La criminalización de la justicia como mecanismo de control político
y los crímenes de lesa humanidad que significan estas amenazas e imputaciones
infames contra líderes de las fuerzas democráticas venezolanas hace
indispensable la actuación urgente de la Corte Penal Internacional contra
quienes ha sido demostrado que son criminales de lesa humanidad.
Marta
de la Vega
Invitamos
a suscribirse a nuestro Boletín semanal, tanto por Whatsapp como vía correo
electrónico, con los más leídos de la semana, Foros realizados, lectura
recomendada y nuestra sección de Gastronomía y Salud. A través del correo
electrónico anunciamos los Foros por venir de la siguiente semana con los
enlaces para participar y siempre acompañamos de documentos importantes,
boletines de otras organizaciones e información que normalmente NO publicamos
en el Blog.


No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico