En el 2021, a nivel global se experimentaron récords en cuatro indicadores clave del cambio climático: concentraciones de gases de efecto invernadero, aumento del nivel del mar, calor y acidificación de los océanos. En el 2023, los fenómenos meteorológicos extremos han sido noticia.
El norte de las Américas ha experimentado récords en incendios forestales y solo en Canadá se han quemado 42mm de acres, 600% más que el promedio anterior a la fecha, representando 27% de las emisiones totales de carbono por incendios forestales en todo el mundo. En Centroamérica, México y Sudamérica, las lluvias, sequías y ciclones se han hecho presentes y el incremento del nivel del mar ha afectado a poblaciones en las zonas costeras.
En el pasado, reportes generados por media docena de organizaciones internacionales han dado cuenta de la afectación a la #Biodiversidad por el #CalentamientoGlobal[1]; ahora, de forma creciente, se registra el impacto en poblaciones humanas en condiciones y geografías vulnerables[2]. La #EmergenciaClimática[3] está generando la destrucción de infraestructuras y servicios básicos, así como de medios de vida (agricultura, transporte, comercio, turismo, etc.) y todo esto es el caldo de cultivo para ulteriores problemas sociales, económicos y humanitarios.
El fenómeno migratorio, hasta ahora resultado principalmente de crisis político-económicas-culturales y multidimensionales, como la experimentada por los venezolanos, se estima que en poco tiempo tenga un impacto directo en la emergencia climática que hemos precipitado en nuestro planeta. Más de 250 mm de personas podrían estar movilizándose en el 2050 debido al #CambioClimático.
La migración ya ha sido formalmente considerada como parte del necesario “plan de rescate” de los #ObjetivosDeDesarrolloSostenible, como lo señaló en días pasados el secretario general de las United Nations, António Guterres, en la reunión de Naciones Unidas NY (20-26/09)[4]. Esto en un contexto donde solo 12% de las 149 metas están en camino a ser cumplidas (UN, 2023).
A veces pareciese que nuestra sociedad global camina sin norte: declaramos atender los grandes desafíos de nuestro tiempo cuando realmente son síntomas interconectados, y eludimos atender y actuar sobre las causas complejas y sistémicas que los provocan.
El Inter-Ser en el centro de la transición
"¿Es demasiado pedir vivir en un mundo donde nuestros dones humanos van en beneficio de todos? ¿Dónde nuestras actividades diarias contribuyen a la curación de la biósfera y al bienestar de otras personas?"
El sistema económico que hemos creado representa una gran carga planetaria. El carbón, el petróleo y el gas siguen representando el 75% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero que alimentan la crisis climática. Hoy, el mundo experimenta una crisis energética global sin precedentes intensificada por la invasión rusa a #Ucrania, y el incremento de la demanda y precios ha dejado en evidencia la fragilidad e insostenibilidad del sistema energético actual.
Para continuar disfrutando de este hogar, como especie estamos en la necesidad de cambiar radicalmente la presencia de nuestra civilización y que nuestras formas de vida estén en mayor armonía con la vida planetaria. De forma promisoria, por primera vez, el #WorldEnergyOutlook (2022)[5], trabajando con un escenario basado en la configuración de políticas actuales (STEP), muestra una meseta en la demanda global de combustibles fósiles entre el fin de esta década (gas natural) y la mitad de la próxima (petróleo).
Como individuos, ciudadanos y agentes económico-sociales, cada uno tiene la posibilidad de contribuir a la nueva era y la nueva civilización, una que reconoce nuestra #Interdependencia con los seres vivos y el planeta que nos alberga, y que comprende cabalmente nuestro impacto. Esta comprensión pasa por una expansión y evolución de nuestro nivel de consciencia sobre el sentido de la vida, nuestro paso por este planeta y la interdependencia de nuestro existir. Suena transcendental -y lo es- pero también es bastante sencillo y evidente si sabemos leer las señales:
Respiramos el mismo aire. Si lo contaminamos, todos nos afectamos. El mar es fuente de alimento y también posibilita la actividad comercial. Su acidificación acaba con la vida marina, su perturbación por ciclones y huracanes imposibilita el comercio fluvial. El acelerado deshielo de los polos por calentamiento de la tierra afecta a poblaciones asentadas en las costas, conllevando ulteriores perturbaciones en centros poblados. La luz solar, el suelo y los microorganismos que habitan un suelo saludable (no degradado por herbicidas) junto al agua (¡ojalá no contaminada!) permiten que las semillas crezcan y las plantas que nos alimentan.
Y no olvidemos que los cuatro elementos más abundantes en el cuerpo humano también están fuera de nosotros: hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno; y representan más del 99 por ciento de los átomos que hay en nuestro cuerpo. Se encuentran principalmente como agua, aproximadamente 50% de nuestro cuerpo, y como componentes de biomoléculas como proteínas, grasas, ADN y carbohidratos.
Las oportunidades y soluciones para cambiar el sistema económico de forma colectiva y global requieren cambios ambiciosos de visión, estructuras, sistemas, sentidos y normas. También, de cambios esenciales pequeños, locales y personales. Si sabemos leer las señales del Inter-Ser sabremos que todos somos parte de la evolución y solución… y si no ¡del problema!
La economía que reconoce la interdependencia
No hay duda de que los estándares sociales, ambientales y económicos (ESG, por sus siglas en inglés), discutidos actualmente en la escena global, marcan una ruta para el sector privado. Sin embargo, las mejoras incrementales no serán suficientes. El sector privado está ante la oportunidad histórica por su rol, la fuerza del sistema del que hace parte junto a todos los demás actores (públicos y privados) de generar un cambio hacia una #NuevaEconomía.
Esta nueva economía, sostengo, debe priorizar el impacto: aquella que reconoce la interdependencia en la que vivimos y genera beneficios e impactos positivos económicos, sociales y ambientales a través de sistemas, estructuras, marcos regulatorios e incentivos que incorporen una visión de triple impacto, sin distingo del tipo de servicio, sector económico o tamaño de los negocios.
En Latinoamérica hay más de 1.000 empresas y 7.000 a escala global que apuestan al #TripleImpacto y han logrado la #CertificaciónB, empresas cuyo modelo de negocios contempla la transparencia, protección de la misión y la generación de impactos positivos sociales, ambientales y económicos. También ya existe un marco legal: la Ley de Beneficios e Interés Colectivo (BIC) que promueve sociedades que resaltan el propósito social y ambiental de la empresa. Las leyes #BIC ya están aprobadas en Estados Unidos, Italia, Colombia, Ecuador, Perú, la provincia de British Columbia en Canadá y Uruguay.
La #ComunidadBVenezuela, formalizada desde el 2020, ha sido un espacio para motorizar y sembrar semillas que alimentan la transición hacia una #EconomíaDeImpacto[6]. El camino es largo, el trabajo es grande y nos necesita a todos. A esto apostamos los que hacemos parte de este movimiento dentro y fuera del país, y las 5 empresas venezolanas: Leather Heart, #CasaFranceschi, Impact Hub Caracas, Grupo TÁCTICA y MAF Movimiento de la arquitectura del futuro, que han logrado certificar su modelo de negocios de triple impacto como #EmpresasB.
Levantar la economía de Venezuela pasa por crear confianza dentro y fuera de las fronteras, y para ello es esencial impulsar una transformación apoyados en una fuente positiva e inagotable de recursos, que no es otra que la capacidad de innovación de sus ciudadanos. Ciudadanos que entienden las implicaciones de la interdependencia, que ofrezcan respuesta y soluciones a la imperante realidad en el momento histórico que vivimos creando valor con sus negocios, con impactos positivos demostrables, económicos, sociales y ambientales.
Tomado de:
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