Francisco Fernández Carvajal 20 de noviembre de 2023
@hablarcondios
— El sentido de la fiesta. La entrega
de María.
—Nuestra entrega. Correspondencia a
la gracia.
—Imitar a Nuestra Señora. Renovar la
entrega.
I . Nada
sabemos de la vida de Nuestra Señora hasta el momento en que se le aparece el
Arcángel para anunciarle que ha sido elegido para ser Madre de Dios. Llena
de gracia desde el primer momento de su Concepción Inmaculada, la existencia de
María es completamente singular Dios la miró y la custodió en cada instante con
un amor único e irrepetible ya la vez fue una Niña normal, que llenó de gozo a
todos cuantos la Trataron en la vida corriente de un pueblo no demasiado
grande.
San Lucas, tan diligente en examinar todas las fuentes que le puedan aportar noticias y datos, omita cualquier referencia a María Niña. Muy probablemente, Nuestra Señora nada dijo de sus años primeros porque poco había que contar: todo transcurrió en la intimidad de su alma, y en un diálogo continuo con su Padre Dios, que esperaba, sin prisas, el momento inefable y único de la Encarnación. . «¡Madre! ¿Por qué ocultaste los años de tu primera juventud? Luego vendrán los Evangelios apócrifos e inventarán mentiras; mentiras piadosas, sí, pero al fin y al cabo imágenes falsas de tu ser verdadero. Y nos dirán que vivías en el Templo, que los ángeles te traían de comer y hablaban contigo... Y así te alejan de nosotros»1, ¡cuando estás tan cerca de nuestro vivir cotidiano!
La
fiesta que hoy celebramos no tiene su origen en el Evangelio, sino en una
antigua tradición. La Iglesia no ha aceptado querido las narraciones
apócrifas que suponían a Nuestra Madre en el Templo, desde la edad de tres
años, consagrada a Dios con un voto de virginidad. Pero sí acepta el
núcleo esencial de la fiesta.2,
la dedicación que la Virgen hizo de sí misma al Señor, ya
desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena
desde el primer instante de su concepción. Esta entrega plena de María a
Dios conforme va creciendo sí que es real y ejemplar para nosotros, pues nos
mueve a no reservarnos nada.
Hoy es
la fiesta de la absoluta pertenencia de la Virgen a Dios y de su plena entrega
a los planos divinos. Por esta plena pertenencia, que incluye la
dedicación virginal, Nuestra Señora podrá decir al Ángel: no conozco
varón3. Desvela delicadamente una historia de entrega que había
tenido lugar en la intimidad de su alma. María es ya una primicia del
Nuevo Testamento, en el que la excelencia de la virginidad sobre el matrimonio
cobrará todo su valor, sin menguar la santidad de la unión conyugal, que Cristo
mismo elevará a la dignidad de sacramento.4.
Hoy le
pedimos a Ella que nos ayude a hacer realidad cada día esa entrega del corazón
que Dios nos pide, según nuestra peculiar vocación recibida de
Dios. «Ponte en coloquio con Santa María, y confíale: ¡oh, Señora!, para
vivir el ideal que Dios ha metido en mi corazón, necesito volar... muy alto,
¡muy alto!
»No
basta despegarte, con la ayuda divina, de las cosas de este mundo, sabiendo que
son tierra. Más incluso: aunque el universo entero lo colocas en un montón
bajo tus pies, para estar más cerca del Cielo... ¡no basta!
»
Necesitas volar, sin apoyarte en nada de aquí, pendiente de la voz y del soplo
del Espíritu. Pero, me dices, ¡mis alas están manchadas!: barro de años,
sucio, pegadizo...
»Y te
he insistido: acude a la Virgen. Señora repíteselo: ¡que apenas logro
remontar el vuelo!, ¡que la tierra me atrae como un imán
maldito! Señora; Tú puedes hacer que mi alma se lance al vuelo
definitivo y glorioso, que tiene su fin en el Corazón de Dios.
»-Confía,
que Ella te escucha»5.
II . La
Virgen María ha sido la criatura que ha tenido la intimidad más grande con
Dios, la que ha recibido más amor de Él, la llena de gracia.6. Nunca
negó a Dios nada, y su correspondencia a las gracias y mociones del Espíritu
Santo fue siempre plena. De Ella debemos aprender a darnos por entero al
Señor, con plenitud de correspondencia generosa, en el estado y en la vocación
que Dios nos ha dado, en el quehacer concreto que tenemos encomendado en el
mundo. Ella es el ejemplo a imitar. «Tal fue María -enseña a este
respecto San Ambrosio, que su vida, por sí misma, es para todos una
enseñanza». Y concluía: «Tened, pues, ante los ojos, pintadas como una
imagen, la virginidad y la vida de la Bienaventurada Virgen, en la que se
refleja como en un espejo el brillo de la pureza y la fuerza misma de la
virtud»7.
Nuestra
Madre Santa María correspondía y crecía en santidad y gracia. Habiendo
estado llena de los dones divinos desde el primer instante, en la medida en que
era fidelísima a las mociones que el Espíritu Santo le otorgaba, alcanzaba una
nueva plenitud. Solo en Nuestro Señor no existió aumento o progreso de la
gracia y de la caridad, porque Él tenía la plenitud absoluta en el momento de
la Encarnación.8; como
enseña el II Concilio de Constantinopla, sería falsa y herética la afirmación:
Jesucristo se hizo mejor por el progreso de las buenas obras9. María,
por el contrario, fue creciendo en santidad en el curso de su vida
terrena. Más aún, existió en su vida un progreso espiritual siempre
creciente, que fue aumentando en la medida en que se acercaban los grandes
acontecimientos de su vida aquí en la tierra: Encarnación de su Hijo,
Corredención en el Calvario... Asunción a los Cielos. .
Así ha
ocurrido en el alma de los santos: cuanto más cerca van estando de Dios, más
fieles son a las gracias recibidas y más rápidos caminan hacia
Él. «Es el movimiento uniformemente acelerado, símbolo del progreso
espiritual de la caridad en un alma que en nada se retrasa, y que camina cada
vez más rápido hacia Dios cuanto más se le acerca, cuanto más es atraído por
Él»10. Así ha de ser nuestra vida, pues el Señor nos llama a
la santidad allí donde nos encontramos. Y serán precisamente las alegrías
y las penas de la vida las que nos sirvan para ir cada vez más de prisa a Dios,
correspondiendo a las gracias que recibimos. Las dificultades normales del
trabajo, el trato con las personas que vemos todos los días, los pequeños
servicios de la convivencia, las noticias que recibimos... han de ser motivos
para amar cada día más al Señor. La Virgen nos invita hoy a no dejar nada
escondido en el fondo del corazón que no sea de Dios por entero: «Señor, quita
la soberbia de mi vida; Quebranta mi amor propio, este querer afirmarme yo
e imponerme a los demás. Haz que el fundamento de mi personalidad sea la
identificación contigo»11,
que cada día esté un poco más cerca de Ti. Dame esa prisa de los santos
por crecer en tu Amor.
III . Nuestra
Señora se dedicó por entero a Dios movida por el Espíritu Santo, y quizás lo
hizo a esa edad en que los niños comienzan a tener uso de razón, que en Ella,
llena de gracia, debía de ser de una particular luminosidad; o quizás
desde siempre... sin que mediara ningún acto formal. «Sobrado conocido
tenía afirma San Alfonso M.ª de Ligorio, la niña María, que Dios no acepta
corazones divididos, sino que los quiere por completo consagrados a su amor en
conformidad con el precepto divino: Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (cfr. Dt 6,
5), por lo que, desde el momento en que empezó a vivir, comenzó a amar a Dios
con todas sus fuerzas y se le entregó por completo»12. María
siempre perteneció a Dios; y esta pertenencia cada vez debía de ser más
consciente, con un amor que alcanzaba en toda ocasión y circunstancia una nueva
plenitud.
Hoy
puede ser una buena oportunidad todos los días lo son para que, meditando en
esta fiesta de María, en la que se pone de manifiesto su completa dedicación al
Señor, renovemos nosotros nuestra entrega a Dios en medio de los normales
quehaceres cotidianos, en el lugar en el que nos ha puesto el Señor. Pero
hemos de tener en cuenta que todo paso adelante en nuestra unión con Dios ha de
pasar necesariamente por un trato más frecuente con el Espíritu Santo, Huésped
de nuestra alma, a quien Nuestra Señora fue tan dócil a lo largo de su
vida. Hoy, para pedir esta gracia, nos puede ayudar la oración que compuso
para su devoción personal San Josemaría Escrivá: «Ven, ¡oh Santo Espíritu!:
ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos; fortalece mi corazón
contra las insidias del enemigo; inflama mi voluntad... He oído tu voz, y
no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después... mañana. Nunc
coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.
»¡Oh,
Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo,
Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres,
quiero como quieras, quiero cuando quieras...»13.
Pidamos
también a Nuestra Señora que haya mucha gente que, dócil al Espíritu Santo, se
dé por entero al Señor, como Ella, desde su primera juventud.
*En
este día se recuerda la consagración de la iglesia de Santa María la Nueva,
construida cerca del Templo de Jerusalén, para conmemorar la dedicación que la
Virgen -según una piadosa tradición- hizo de sí misma al Señor, ya desde su
infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su
Concepción Inmaculada. En el siglo xiv se introdujo la fiesta en
Occidente.
1 S.
Muñoz Iglesias , El Evangelio de María , Palabra,
2.ª ed., Madrid 1973, p. 22.-
2Cfr. Pablo
VI , Exhorto. Una publicación. Marialis cultus ,
2-II-1974, 8.—
3Cfr. Lc 1,
34.—
4Cfr. Conc. IVA. II. Const. Gaudium
et spes , 48. —
5 San
Josemaría Escrivá , Forja , n. 994. —
6 Oración
recogida de la Misa . —
7 San
Ambrosio , Sobre las vírgenes , II, 2.—
8Cfr. R.
Garrigou-Lagrange , La Madre del Salvador ,
p. 100. —
9Cfr. Conc. Constantinopolitano
II , Dz. 224. —
10 Ibídem ,
103.—
11 San
Josemaría Escrivá , Es Cristo que pasa , 31. —
12 San
Alfonso M.ª de Ligorio , las glorias de María ,
II, 3.—
13 San
Josemaría Escrivá , Postulación para su Causa de
Beatificación y Canonización . Registro Histórico del fundador,
20172, p. 145.
Tomado
de: https://www.hablarcondios.org/meditaciondiaria.aspx
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