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viernes, 8 de diciembre de 2023

Retando a la vida / Fernando Pereira @cecodap @fernanpereirav

 


Un adolescente de 12 años amaneció muerto en Santa Ana, Isla de Margarita, según una reseña periodística a mediados del mes de noviembre de este año. Se señala un aparente suicidio como la causa y se investiga la participación del adolescente en el reto viral denominado “La Ballena Azul”.

Esperamos que se pueda confirmar la información sobre este lamentable hecho; pero lo que sí nos reafirma es la importancia de que las familias se activen y estén alertas. Las redes sociales juegan un papel clave para que nos enteremos de lo que sucede. Sin embargo pueden ser un arma de doble filo porque, si no se aborda equilibradamente, pueden convertirse en una promoción del reto. Una especie de apología que genere interés en reproducirlo no solo virtualmente, también  en la realidad. 

El reto de la ballena azul es un macabro juego, difundido a través de la redes sociales, que consiste en distintas pruebas, durante 50 días, entre las que se destacan ver de forma continua, por más de 24 horas, películas de terror, pasando a otras más tétricas, realizar autoagresiones, etc.

Una de las pruebas es el  “dibujo” de una ballena que se hace con un cuchillo o navaja en el antebrazo; adicionalmente se realizan el resto de los retos que son monitoreados, diariamente, por un administrador que exige pruebas a través de fotos y videos para certificar que se han cumplido las tareas.

El propósito es llevar al adolescente a un colapso emocional hasta que cumpla con  el reto final, después de los 50 días, que consiste en quitarse la vida.

El “juego de la asfixia”, “la zancadilla rompe cráneos”, van constituyendo una fila de experiencias que entrañan peligro.

¿Por qué lo realizan?

Los principales aliados son la curiosidad, el estar a la moda o actualizados,  el aburrimiento, la soledad y los vacíos afectivos. Buscan en las tecnologías oportunidades para descubrir y poner en práctica esos “juegos”. Existen tutoriales que enseñan las técnicas y estrategias más efectivas para  lograr los resultados esperados, aunque lo que se ponga en vilo es la vida y la integridad personal. 

Existen numerosos llamados en internet  sobre estos retos peligrosos e invitan a los padres a mantenerse al tanto del juego en los que sus hijos participan.

Sabemos que la adolescencia es un período caracterizado por retar al adulto, a las normas, a los centros educativos, pasa que mostrar el logo también es parte del reto.

Por otra parte, es propio de la adolescencia  pensar que lo malo “le sucede a otros y no a mí” también es cierto que no todos los adolescentes se someten a ese tipo de prácticas. Juega un papel muy importante aquellos que se dejan llevar por  la presión del grupo, que no pueden decir que no; quienes tienen un perfil de transgredir la norma, de “caminar sobre el filo de la cornisa”.

¿Qué hacer?

Hablar del tema: Algunos adultos piensan que es mejor no hablar sobre este  tipo de “juegos” piensan que es una forma de “darle ideas a los muchachos” y difundirlos. Es necesario hablar con los hijos y estudiantes para que entiendan los peligros de este tipo de retos. Las familias  pueden ver el video junto a los niños y adolescentes  para reflexionar y orientar.

Es clave la comunicación porque hay centros educativos o aulas donde se realizan los retos a través de grupos de WhatsApp, a lo interno de esa comunidad. El que no se difunda por las redes sociales no da garantía de que los muchachos no estén realizando retos que los pueden afectar.

No convertirnos en difusores de los videos: No es cuestión de alarmarse y hacerse reproductor automático de los videos que se hicieron virales, sino tener claro qué haremos con ese contenido. 

No podemos dejar de lado el contexto país: especialmente cuando la violencia se ha naturalizado y priva a los adolescentes de incentivos y oportunidades constituyendo un “caldo de cultivo” para este tipo de prácticas. El aumento de la ideación y casos de suicidio en adolescentes, así como diversas alteraciones en la salud mental es una realidad.

La soledad y el aislamiento en el que viven muchos de nuestros muchachos constituyen una las variables de riesgo fundamental. El no contar con la presencia de adultos significativos accesibles porque están trabajando todo el día, migraron y están en otro país o ciudad.

El  aumento de estos retos a la muerte requiere un abordaje formativo oportuno y responsable por parte de las comunidades educativas, con participación de las familias y los estudiantes. No hay que esperar que suceda una desgracia para reaccionar.

De lo que se trata es  de formar adolescentes más conscientes de sus estados emocionales, que puedan  decir “NO” frente a las presiones grupales, especialmente a aquellos retos  o practicas violentas que pongan en peligro la integridad física, la vida personal y la de otros.

https://efectococuyo.com/opinion/retando-a-la-vida/

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