FRANCISCO SUNIAGA 28 de febrero de 2024
@FSuniaga
María
Corina, se quiera o no, es la líder de la oposición venezolana en este momento
y no es casualidad. Ha estado ya unos quince años en la arena política, y sus
batallas ha peleado
Ayer circuló en las redes un video de Enrique Ochoa Antich –una suerte de la “carta abierta” de otrora– dirigido específicamente a María Corina Machado. En él, “con todo respeto” –y también con mucha vehemencia, habría que agregar– le pide que reconozca que no es su hora y le exige que se ponga a un lado y permita un consenso para todos los venezolanos. No se trata de un ensayo argumentado con rigurosidad, pero sí resume lo que piensan y publican muchos comentaristas políticos y, por tanto, motiva esta nota.
No puedo
estar más distante de esa posición,
creo que contiene atavismos
de la izquierda venezolana más rancia y hasta cierta
dosis de menosprecio. María Corina, se quiera o no, es la líder de la oposición
venezolana en este momento y no es casualidad. Ha estado ya más de 20 años en
la arena política, y sus batallas ha peleado. Como suele
ocurrir en un oficio tan ingrato, ha cosechado triunfos
y encajado derrotas, pero en ambos lados ha demostrado
tener una valentía poco común. Se ha arriesgado, no arruga y cuando
le ha tocado perder no se ha escondido, ha aguantado la pela –incluso cuando el
ataque ha sido físico–.
Ahora
le tocó ganar en grande. Contra todos los pronósticos y
pareceres –aquí incluyo el mío– se lanzó en la aventura de las primarias y
el 22-O coronó una auténtica hazaña. Más que ganar, fue
aclamada por los opositores y su
victoria sacudió al chavismo, que se mofaba de ella y
había tolerado las primarias porque le auguraban una catástrofe. Los
números y la gente en las calles han demostrado que el noventa y tanto por
ciento que obtuvo no es coba. Así se erigió en candidata y, por su acierto
en lo que los demás habíamos interpretado era un error, también en líder
de la oposición.
Todavía,
sin embargo, no se habían apagado los ecos de la celebración,
cuando comenzaron a asomarse los cazadores de güire de
la política nacional a poner la infausta inhabilitación de
MCM en el primer plano. Casi en modo
simultáneo, apareció un gambito no usado antes en el ajedrez: el
candidato sustituto. Acompañado, por supuesto, de un argumento dicho
con fingido pesar: “Es que como ella está inhabilitada, lo
mejor, para asegurar la unidad y el triunfo, es que renuncie y se escoja un
sustituto. No es su hora”.
¿Cómo
que no es su hora? El miércoles 28 de febrero, apareció publicada en redes y
medios una encuesta de Datincorp: María Corina 55% y Maduro 14%.
Si la escogencia es polarizada entre los dos, MCM 65% y Maduro 15%.
Clarísimo está que es su hora y le toca usar las herramientas que da la
política para materializar su candidatura. No se le puede pedir que
haga lo que ningún otro político haría. Lo lógico es que cuente con
la cooperación plena de todos los opositores para obtener su reivindicación. No
concederle el crédito ni el tiempo necesario para tratar
de superar la capitis deminutio decretada por el
régimen, más que una canallada, es una equivocación política
grave. Con ella ganamos todos.
En
cuanto al pedido de “ponerse a un lado”, roguemos al cielo que no lo
haga. El problema que se generaría sería mayor. Si lo
hiciera mañana, por ejemplo, la oposición entraría en
crisis, no hay una figura que pueda llenar el vacío que dejaría,
y probablemente todos quieran hacerlo. MCM
es así, en principio, una contención de apetitos sin
cauce. Además, con la confianza que ha generado en más de tres
lustros de activismo, sumado a su victoria en las
primarias, generó una conexión emocional con la masa
opositora que no puede ser dejada de lado ni en la construcción de la
alianza para derrotar a Maduro ni en la campaña. En ambos episodios
ella es el eje.
A la
candidata y líder hay que pedirle entonces lo contrario, que se ponga
al frente de este gran esfuerzo nacional y fortalezca ese
vínculo. Que esté presente en campaña hasta el último
día, hasta el final pues, y ejerza su liderazgo para, si es
el caso, escoger un buen candidato o candidata. La propia
encuesta de Datincorp muestra una realidad que debe ser interpretada
y manejada políticamente tanto por María Corina como por los demás líderes
opositores: 53% votaría por un candidato unitario de la oposición llámese como
se llame. Y un dato aún más relevante, el 70% le aconseja a MCM que, de ser
inamovible su inhabilitación, apoye a otro candidato opositor.
A la
luz de esta última información empírica, está clara cuál
es la voluntad de los venezolanos que llevan un cuarto de
siglo castigados por el rigor chavista. Eso no hay nunca que perderlo
de vista. Sería una paradoja trágica que no seamos capaces de producir una
estrategia inteligente, una suerte de manual
de procedimientos, que guíe la actuación de todos para
hacer ineficaz la trampa de la inhabilitación y ganar
una pelea que en términos de opinión política y apoyo popular está
ganada. Un entendimiento que permita a MCM ejercer su liderazgo y buscar
la candidatura –con pasión y vehemencia hasta el final, como se buscan las
candidaturas– sin poner en peligro la posibilidad de ganar con otro
candidato, si el régimen se atrinchera en su inhabilitación.
FRANCISCO
SUNIAGA
@FSuniaga
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