Marta de la Vega 27 de febrero de 2024
El
escenario mundial está maltrecho con las crecientes tendencias antidemocráticas
de parte de gobernantes no solo en Oriente sino en el hemisferio occidental y
la expansión de la tentación autoritaria por parte de países cuyo viraje
asombra porque sus gobiernos habían logrado consolidar una democracia estable
como régimen político. Es lo
que Larry Diamond en «Facing Up to Democratic Recession», Journal of
Democracy (2015) califica de «recesión mundial».
Así como pareciera estarse conformando una «confederación internacional de autócratas» en las palabras de Anne Appelbaum, que buscan penetrar democracias débiles o ya aplastadas, como la venezolana, con sus aliados de los más execrables regímenes del planeta pese a la resistencia de los ciudadanos, es necesario impulsar geopolíticamente la federación de líderes y gobernantes demócratas que amplíen las áreas de influencia a favor de principios y valores democráticos en la cultura política de nuestros pueblos y en las instituciones.
En el
libro El Ocaso de la Democracia. La seducción del autoritarismo (2021),
Anne Appelbaum señala que la tentación autoritaria está presente en muchas
personas, no solo por un rasgo de nuestra naturaleza humana, «la propensión
autoritaria» de mucha gente, sino por el «efecto demostración» que provocan
periodistas, intelectuales, propagandistas, blogueros y los denominados influencers por
su influjo en redes, publicaciones o instituciones educativas, al erosionar los
valores liberales y democráticos o referirse despectivamente a ellos y añorar
los autoritarismos.
Es lo
que también Moisés Naím denominó La revancha de los poderosos (2022),
que desenmascara con la identificación de «las tres P», los peligros del
populismo, la polarización y la postverdad, presentes en las dictaduras e
incluso las empresas. También Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en Cómo
mueren las democracias (2018), señalaban con razón que «desde finales
de la Guerra Fría, la mayoría de las quiebras democráticas no las han
provocado militares, sino los propios gobiernos electos. Como Chávez en
Venezuela, dirigentes elegidos por la población han subvertido instituciones en
Georgia, Hungría, Nicaragua, Perú, Filipinas, Polonia, Rusia, Sri Lanka,
Turquía, Ucrania (y recientemente en El Salvador). En la actualidad, el
retroceso democrático empieza en las urnas».
Al
usar prácticas de demagogia efectista, inducir la polarización de la población
o aplicar la política de la postverdad, por ejemplo en China, donde la
sofisticación de los fakes news ha llegado a extremos
inimaginables, se busca la concentración y dominación excluyentes del poder. Se
impone la sumisión o la opresión de la gente que disiente. Ya mucho antes,
desde 1978, Juan Linz había expresado esta preocupación en su libro sobre el
tema La quiebra de las democracias. Para Levitsky y Ziblatt,
quienes escribieron su reflexión a raíz del ascenso a la presidencia de Estados
Unidos de Trump, empresario inexperto en asuntos públicos, «cualquier
democracia, sin importar el andamiaje por el cual esté soportada, puede caer en
el abismo con gobiernos autoritarios».
Se
trata de una de las formas de la «maldad política» entendida como un juego
perverso en el que se imita la democracia al mismo tiempo que se la socava o
destruye usando sus propias estructuras y procedimientos. Varios recursos son
puestos en marcha para lograrlo.
Se
subordinan los poderes públicos a uno de ellos, en general al poder ejecutivo o
se desprecia cualquier límite que los ciudadanos pongan al poder del Estado
que, para evitar los abusos de poder, mediante la división y separación de
poderes, ha sido base fundamental de los regímenes democráticos liberales
representativos. O, como ocurre con frecuencia en países
latinoamericanos, se falsea una de las principales fuentes de legitimidad de la
democracia, las elecciones, mediante el fraude o la manipulación.
Podríamos
identificar otras causas a esta grave amenaza, ya que la democracia es más que
un sistema político; es un modo ético de coexistencia pacífica con alcance
universal que ha demostrado ser, históricamente, incluso las peores
democracias, con «el derecho al pataleo», mejor que las «mejores» dictaduras,
si es que se puede hablar en esos términos. La democracia asegura, a través del
pluralismo, la tolerancia mutua y la aceptación de las diferencias, la
contención institucional y el respeto a los derechos humanos, el medio más
propicio para el desarrollo de los individuos a la vez que el crecimiento del
bienestar social y la búsqueda, desde una gran diversidad de opciones, de la
plenitud y felicidad de las personas.
Otra
de las causas es que, siguiendo a Francisco Javier Vásquez, quien comenta la
contribución de Levitsky y Ziblatt, «los partidos políticos no cumplen con la
función primordial de mantener al margen posibles demagogos o figuras
extremistas». O tiene que ver con el descrédito de los dirigentes políticos, ya
sea por ser inconsecuentes entre lo que hacen y lo que dicen, por las prácticas
demagógicas, clientelares o corruptas, por el amiguismo que introduce un
injustificado y desigual acceso a los bienes públicos; por la pérdida de
confianza de los ciudadanos en las instituciones que regulan el funcionamiento
democrático.
También
hay la necesidad de una mayor participación y las demandas de niveles de
participación horizontal cada vez de mayor protagonismo, hasta ahora
insatisfechas. Es deseable una revisión crítica de los propios líderes y dirigentes
políticos, de las instituciones partidistas y gremiales, es decir, no solo de
los que forman parte de la élite con primacía política, sino los que
indirectamente son élite del país, como empresarios del sector privado,
profesores y académicos, profesionales, trabajadores, defensores de los
derechos civiles y humanos y los ciudadanos mismos.
Hoy el
Estado en Venezuela no solo está ausente o incumple sus obligaciones
constitucionales, sino que oprime, persigue, judicializa y aparta a quienes
luchan por recuperar las libertades y el respeto y quieren construir una
democracia ciudadana eficaz y triunfante.
Marta
de la Vega
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