Orlando Viera-Blanco 21 de febrero de 2024
@ovierablanco
La
personalización en la política no es un tema nuevo. Desde el Príncipe de
Maquiavelo pasando por los conceptos de libertad de Isaiah Berlín, la pleonexia
en la psicología social o los excesos irreflexivos e irremisibles hasta el
estudio moderno sobre el modelo holístico de los Cinco Grandes Factores
de la Personalidad (Big Five Personality Traits), con vocación de poder
transcultural, empático e interactivo, la personalidad importa y anticipa el
poder.
El
desafío del presente ensayo es producir una reflexión audaz sobre la variable
personalidad entre los modos de liderazgo, clave en la comprensión de nuestra
realidad más cercana. Sin duda “la tabla” de variables es aplicable a muchos,
pero nos enfocaremos en tres liderazgos que han marcado la historia reciente de
Venezuela. Veremos que tipo de liderazgo motiva más la participación en la
política, la permanencia en el poder y su valor evolutivo o involutivo.
Los cinco grandes factores de la personalidad
Agostina
Peretti, Hugo H Rabbia y Silvina Brussino psicólogos sociales, investigadores
de la Universidad Nacional de Córdoba Argentina, presentaron un trabajo sobre
los factores de personalidad y variables mediadoras en su relación con
la participación política.
Nos
comentan que a fines del siglo pasado comienza a ganar
reconocimiento el modelo holístico de los Cinco Grandes Factores de la
Personalidad (Big Five Personality Traits). Estos son: 1) el Neuroticismo,
a veces definido como Estabilidad Emocional, es decir, la tendencia a
experimentar emociones negativas y a percibir el entorno como amenazante; 2) la
Extraversión o Extroversión, que se relaciona con una visión más optimista del
mundo y la preferencia por la interacción social; 3) la Amabilidad, entendida
como la capacidad de establecer diversos vínculos sociales y estar más
orientados a preocuparse por los/as demás, en especial, grupos estigmatizados;
4) la Apertura a la experiencia, que incluye la capacidad de introspección, de
apertura al cambio, imaginación activa, curiosidad intelectual; y 5) la
Responsabilidad, que da cuenta de disposiciones a adecuarse a las normas
prescritas, a controlar los propios impulsos, ser perseverantes, y planificar y
postergar la gratificación.
La
relación de los Big Five con la política es una variable
significativa. McCrae (1996) sugirió que el factor Apertura era el que más
probablemente explicaría las diferencias individuales en la participación
política. Un estudio (Caprara, et al., 2002) arrojó que los factores Extraversión
[extrovertido] y Amabilidad eran los más influyentes a la hora de elegir
candidatos/as y votar. Aquí entramos en una cualidad inevitable de análisis: el
carisma, la capacidad de comunicación y empatía del actor político. “La
relación es esperable puesto que aquellas personas que se auto presentan como
extrovertidas suelen destacarse en actividades que requieran interacción con
los demás” (Ob. Cit. McCrae, 1996; Borders 2012 en Simkin et al., 2020).
El
frenesí de los acontecimientos desdibuja el papel real de las personalidades y
personajes dotados de liderazgo en la determinación de las decisiones que los
enmarcan. De esa atribuida “cualidad” extrovertida surgen otras virtudes [o
carencias] del líder político: su audacia y su prudencia. Son estas
dos bondades las que enamoran y coronan el poder, o lo alejan y desencantan.
Aquí comenzamos a entrar en materia vinculante a algunos actores políticos.
Aunque la masculinización en el poder ha desatendido el estudio de la mujer en
este ámbito, su creciente acceso al más alto nivel político hace meritorio el
análisis.
Carlos
Andrés Pérez [CAP]: Un hombre amable y experimentado
Respetando
el orden histórico comencemos con hechos y caracteres vinculados a hombres como
Carlos Andrés Pérez [CAP]. La extraversión de CAP es una característica
incuestionable. Y lo es tanto por su elocuencia como por su retraimiento y
prudencia. Si queremos valorar el alcance de la personalidad de CAP, es
inevitable hurgar en el libro de Agustín Blanco Muñoz, ¡Yo Sigo
Acusando! Habla CAP [2011]. CAP, defenestrado de su presidencia, reconoce
como antihistórica y antijurídica la decisión de la otrora CSJ [1993] de
conseguir méritos a su enjuiciamiento, pero tilda de “inevitable” la decisión
política del Congreso Nacional de allanar su inmunidad. “Yo mismo y mi
discurso lo refleja, no tenía otra salida que el congreso tomara la decisión.
Pero el trayecto de esa conspiración para llevarla al Fiscal y que se preparara
una denuncia precipitadamente, la historia lo verá y lo juzgará”. El
entendimiento de CAP de su circunstancia y la historia siempre fue profético. A
veces faraónico y personalista, siempre amable y dispuesto a la apertura de
cambio, sin dejar de lado su condición irreductiblemente demócrata, hasta para
preferir otra muerte. CAP sin duda ha sido el hombre más influyente de nuestra
era contemporánea.
Sus
dos gobiernos fueron diametralmente opuestos en el plano ideológico, económico
y estratégico. El primero de corte nacionalista, planificador [centralizador] y
rentista. El segundo liberal, programador [descentralizador] y de mercado. ¿Qué
clase de personalidad debe tener un líder para comprender el “gran
viraje” que debe dar en la conducción del estado? ¿Cuánta audacia y
determinación para enfrentar riesgos y adversarios? Un líder político se
analiza-en términos de variable-personalidad, por sus capacidades de teorizar,
organizar y agitar. Sin duda Pérez cumplía con esa triada. CAP era un magistral
entendedor la teoría política, una mente organizada y un agitador de emociones
incuestionable. La historia ha juzgado positivamente su audacia y temeridad
como un regio y arriesgado estadista, que utilizó sus capacidades con fines
republicanos y de desarrollo social.
Chávez:
De la pleonexia. Ida, vuelta y caída
Siguiendo
con el análisis combinado de los cinco factores estructurales de la
personalidad en la política, nos toca hacer algunas determinaciones sobre Hugo
Rafael Chávez Frías. Aquí me gustaría recurrir a lo que la doctrina llama
variables psicosociales contingentes. Rafael Fragua en su ensayo La
Personalidad en Política nos dice: “Es extremadamente
importante la extracción social de esa persona. La estructura social
circundante es interiorizada en el proceso de formación de su subjetividad y
ello puede, o bien truncar, o bien aleccionar el surgimiento de la personalidad
relevante”.
Chávez
fue un celebro-debutante con su “Por Ahora” del 4F-92. Emerge
en un momento cúspide de la anti política. El solo hecho de asumir la
responsabilidad de su leva de armas sumado a un ambiente anti-establishment, le
acreditó súbitas simpatías. Rápidamente saca a relucir un carácter extrovertido
en medio de una “simbología” favorable. El gendarme trajeado de boina y
uniforme de campo, que personifica el ‘retorno necesario’ de
un nuevo orden militar, lanza su proclama, los objetivos no han sido
cumplidos. Un ceño de agitador nato, que pronto es favorecido por
titulares, élites intelectuales y corporativas, más un sobreseimiento que lo
lleva a organizar su movimiento “revolucionario” que hechiza una nación convertida
en país portátil. Y llega a Miraflores.
Volviendo
con las contingencias psicosociales, Chávez, un hombre de clase media típica
trabajadora, pronto hermana su carisma a la dialéctica de la lucha de clases y
la victimización. Venezuela ausente de institucionalidad y resentida por una
injusta distribución de la riqueza, entra deslumbrada y ciegamente en el
socialismo del siglo XXI. Agrega Fraguas: “Estamos hablando del proceso
[…] de liderazgos creados por la vía de la imagen inducida por la mercadotecnia
política, en los que los componentes personales realmente verdaderos, valiosos
y propios, se desdeñan para crear imágenes artificiales y ficticias, que
resultan muy superficiales, efímeras, engañosas y dañinas”. Y pasamos de un
celebro-debutante a una “celebro-relevante”, embriagado de
propaganda, patria, socialismo y muerte.
Chávez
de apariencia amable; extrovertido, reformista, promotor de un cambio de
enganche histórico, impropio, sujeto al clivaje Bolivariano con ‘hoz y
martillo’ redentor, se hace relevante por su mote combinado de Robin
Hood, Stalin y Che latinoamericano. Agita multitudes, encanta propios
y adversarios y embelesa todo a su paso. La historia ha dicho que resultó ser
muchas cosas, menos un redentor político. Pero ese momentum de libertad
y absolución está latente. Otro factor determinante en la personalidad
del líder es la nobleza, el señorío, para propiciar amor y reconciliación en
vez de odios y fracturas.
Y los
griegos hablaron de la pleonexia. La personalidad abducida [por la pleonexia]
que se cree dotada de una fortaleza multipersonal inexpugnable. La pleonexia
crea un desequilibrio que desconcierta a quien la sufre, como los líderes
mediáticos. Ese desequilibrio una vez irracionalmente enraizado en la mente del
personaje público, le espolea hacia la comisión de excesos irreflexivos y sin
control que, desde una inicial estampida le va a impedir regresar hacia una
venida sensata y racional a la realidad. Por eso, más temprano que tarde, caen
inevitablemente.
María
Corina Machado: Emotividad, actividad y repercusión
María
Corina Machado exhibe como principal cualidad, la responsabilidad y estabilidad
emocional para encarar temas de eficiencia, ética, participación y redención
social. Volviendo con la masculinización en la política, Machado ha superado
prejuicios típicos de sociedades machistas. Y ha ido de lo ceñido a la
apertura, de lo sobrio a lo amable y empático, con sensibilidad e inteligencia.
En
momentos de preferencia, el “hombre fuerte” era un águila que
no caza moscas. La emergencia de una mujer aguerrida, responsable, normativa y
moralista fue una antípoda vulnerable. Pero la política decanta y da cuenta de
conductas “muy superficiales, efímeras, engañosas y dañinas”. Hoy
aquella mujer de incuestionable valor moral y humanitario; de una firme
estabilidad emocional, da un paso al frente y se coloca en el tope del
reconocimiento de una población desilusionada, en búsqueda de paz, reencuentro
y redención.
Su apertura
al cambio le ha permitido entender que su lucha restauradora no pasa
por posiciones extremas. En ello ha consistido su proceso personalísimo de
pasar de lo teórico y normativo, a lo humano, espiritual y social, que es
orgánicamente familiar.
Su
actividad política en el plano de la sensibilidad, la emotividad y la repercusión
de un proyecto por la felicidad del pueblo, ha sido eficaz y motivador. Por eso
ella hoy también agita.
CAP en
su momento representó un liderazgo mesiánico que rescataba el slogan
“con AD se vive mejor”. Chávez fue el “hombre a caballo que quiso vivir
del mito de Maisanta, el desarme de la vida civilista y el retorno
a la vida [utopía] de cadetes en perfecta formación. Ahora María Corina no es
sólo una líder política sino la expresión de la mujer venezolana, que viene por
el rescate y recuperación de un país huérfano.
Parafraseando
a Camus, “buscar la verdad no es buscar lo que se desea”. Es
buscar también lo que no se desea, que es evitar la indiferencia de
la naturaleza por lo humano. Y la explicación está en el amor por su país.
La
sexta cualidad no escrita y poco estudiada en la variable personalidad, es
el amor. Creo que todos ellos amaron/aman a Venezuela. El tema es que si el
amor por la libertad sucumbe por el amor propio, morimos todos lentamente, y si
[el amor] por la patria es superior al de la vanidad, vivimos todos
libremente.
CAP
prefirió otra muerte y decidió no defenderse, demostrando más amor por su país.
Chávez sufrió las consecuencias de tanto amor por propio y por el poder, y
María Corina demostrará que su amor superior por Venezuela, nos hará libre…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico