01 de febrero de 2024
Tristeza,
frustración y desconsuelo. Eso es lo que se respira al llegar a los dos
terminales de pasajeros, situados en San Fernando, capital del estado
fronterizo de Apure. Se escucha el llanto de venezolanos que ven partir a sus
seres queridos hacia tierras extranjeras, a probar suerte y buscar un porvenir
que les fue arrebatado en su propio país, que aún sigue hundido en una
emergencia humanitaria compleja.
En conversación con varios migrantes, que esperaban para abordar un autobús, comentaron que el destino predilecto de los venezolanos es Estados Unidos. Consideran que es un país que les permitirá construir un nuevo horizonte, una oportunidad de vivir, porque en Venezuela a duras penas se sobrevive por la crisis. Pese a mucho esfuerzo y por más que lo intentaron, lamentablemente sienten que perdieron la batalla ante hambre, la inestabilidad económica, política y social, que ha separado familias y ha roto corazones más allá de las fronteras.
La
situación migratoria es crítica, según José Montiel, quien con sentimientos
encontrados despidió hace una semana a 10 de sus mejores amigos en el terminal
de pasajeros de TransApure, una línea de transporte que a diario traslada
pasajeros (migrantes pendulares y en tránsito), desde San Fernando de Apure
hasta Guasdualito, cerca de El Amparo, pueblo que limita con el Arauca
(Colombia).
“Despedí
a 10 de mis mejores amigos dispuestos a cruzar el Darién, arriesgando sus vidas
solo por una oportunidad. Mis amigos son mecánicos, albañiles, latoneros,
profesionales en distintas áreas académicas, administradores y abogados, que
luego de varios intentos para mejorar su situación económica desarrollando
varios oficios, no lograron el objetivo de mantener a sus familias. No tenían
cómo comer, sin trabajo, porque la gente no tiene cómo pagar nada. Lo que uno
se gana, se gasta en comida. Tampoco uno tiene zapatos ni cómo comprarse
pantalones. Mis hijos tampoco tienen una educación ni un plato de comida digno,
porque realmente lo que gano no me alcanza, es tan poco”, confesó José Montiel.
María
Suárez, usuaria del terminal de pasajeros Humberto Hernández, con su hijo en
brazos, contó a lapatilla.com que su hermana vivió el horror del Darién y se
vio obligada a pagar 1.800 dólares desde Valencia hasta la frontera con Estados
Unidos, monto que incluyó traslados, alimentación y la comisión a los coyotes
para poder transitar con vida por la selva panameña.
“Los
coyotes te ayudan a pasar, te colocan hasta brazaletes para identificar a sus
clientes. Si no tienes suficiente dinero para pagarles, te matan”, contó con
terror.
Sacrificios
por la familia
Durante
la visita a los terminales TransApure y Humberto Hernández, se pudo constatar
que la migración pendular y en tránsito en la frontera colombo-venezolana en el
eje carretero y fluvial Apure (Venezuela) – Arauca (Colombia) ha aumentado en
este inicio del año 2024 en la entidad llanera, que es limítrofe con Colombia
en tres de sus siete municipios (Pedro Camejo, Rómulo Gallegos y José Antonio
Páez).
El
paso fronterizo vía terrestre y fluvial de El Amparo (Venezuela) y Arauca
(Colombia) es el más transitado de Apure, como primera parada para los
migrantes pendulares, que lo usan para llegar a otras zonas de Colombia.
Los
migrantes pendulares entran y salen de Venezuela para poder trabajar, comprar
alimentos, entre otras actividades, en el país vecino de Colombia. También
están los migrantes en tránsito, que son todas aquellas personas que deciden
salir de Venezuela para establecerse de forma definitiva en otro país del
mundo, ante la crisis económica que golpea al país, debido a la pésima gestión
del régimen de Nicolás Maduro, según afirman los migrantes consultados.
Las
transacciones comerciales en los municipios Pedro Camejo, Rómulo Gallegos y
José Antonio Páez, se realizan mayormente con pesos colombianos, cotizados en
3.900 pesos por cada dólar. Mientras que en el Bajo Apure, San Fernando,
Biruaca y Achaguas, las monedas de mayor circulación son los dólares y bolívares.
Los
venezolanos consultados en los terminales de TransApure y Humberto Hernández en
San Fernando de Apure, aseguran han decidido arriesgarse con la esperanza de
vivir mejor y ofrecer bienestar a sus familiares que se quedan, aun sabiendo
los sacrificios que deben enfrentar no solo en Colombia y Estados Unidos, sino
también en Chile y Perú.
Cada
vez son más migrantes
De
lunes a sábado el Terminal de TransApure presta servicio de transporte público
desde San Fernando de Apure hasta Guasdualito, municipio José Antonio Páez, a
23 kilómetros de El Amparo y tiene un costo de 10 dólares por pasajero. Se
trata de un autobús Yutong que tiene capacidad para 44 pasajeros.
En el
Terminal Humberto Hernández cargan dos autobuses diarios de lunes a viernes en
horas de la noche con un total de 32 pasajeros cada uno, y que deben tener 15
dólares a la mano para costear el pasaje.
“Los
apureños convirtieron a Colombia y Venezuela, como si fuera Maracay-Valencia.
Viajan a Colombia y regresan pasados unos días a San Fernando”, apuntó una
fuente consultada para este trabajo especial.
Ángel Molina,
conductor de la línea de transporte del Terminal de Pasajeros Humberto
Hernández, considera que durante los últimos dos años ha aumentado la ola
migratoria en el país, luego de la pandemia y ante el miedo a vivir en carne
propia la cruda realidad del país.
Molina
reveló que la mayoría de los pasajeros de la ruta San Fernando- Guasdualito son
migrantes nuevos, quienes huyen ante el descalabro económico de Venezuela.
“Nada nos alcanza. Mucha gente vino a pasar la Navidad y se devuelve (al
extranjero) por la situación del país”, apuntó Molina.
Samuel
Fuenmayor, chofer del terminal desde hace 7 años, agregó que el mayor
movimiento de pasajeros hacia esa zona fronteriza se ha reportado en enero de
2024. “En diciembre estuvo un poco flojo mientras que en enero ha estado
movido, porque la gente esperó que terminara la Navidad para poder emigrar. Los
buses en diciembre salieron casi vacíos de San Fernando, solo con 8 a 10
pasajeros, mientras que hoy estamos vendiendo ya los pasajes de mañana”, dijo
Fuenmayor.
Los
días con mayor afluencia de pasajeros son los lunes, martes y miércoles, que
salen entre tres y cuatro unidades de transporte desde el Terminal Humberto
Hernández. Los sábados y domingo, el movimiento de pasajeros merma, solo
trabajan dos busetas. “Ahora los bachaqueros no viajan, porque no es rentable
comprar en Colombia ante la matraca en las alcabalas”, destacó el conductor.
De
acuerdo a los conductores consultados, solo por el terminal Humberto Hernández
viajan de lunes a viernes, al menos, 96 personas con destino a la frontera.
Mientras que los días sábados y domingos, la afluencia es baja, porque viajan
menos buses, es decir, unas 64 personas salen por este terminal. Esto significa
que, al menos, 160 venezolanos salen del país a la semana por Apure, sin contar
los pasajeros de TransApure, estadística a la cual no tuvimos acceso.
Emigrar
“muleando”
Deisy
Benítez, procedente del Barrio José Wilfredo Rodríguez en Apure, tiene 23 años
de edad y es madre de dos niños. Visita por temporada su tierra natal, San
Fernando, con la intención de compartir con su familia. Actualmente, trabaja en
San Martín de los Llanos, municipio del Meta (Colombia). La joven abandonó los
estudios militares en la Escuela del Ejército para salir del país en busca de
una mejor vida en Colombia.
“Mi
madre me cuida uno de mis hijos en San Fernando, por eso voy y vengo a
Venezuela. Me gusta más vivir en mi país, pero en Colombia tengo más
estabilidad económica, es más fácil conseguir la comida, el empleo. Mientras
que la situación en Venezuela está un poco más complicada. Traigo cuando vengo
a Venezuela, comida y ropa”, mencionó.
Deisy,
radicada en Colombia, gana mensualmente 1.500.000 pesos colombianos,
equivalente a 384,61 dólares, lo que le permite pagar alquiler, servicios y
comida, además de ayudar a su familia en Apure. “Tengo la esperanza de volver a
mi país ante un posible cambio político. Resulta difícil estar lejos de la familia,
de donde naciste, creciste y de la gente que conoces”, admitió.
Recordó
con dolor la primera vez que salió del país: lo hizo “muleando”, es decir,
pidiendo cola. Esa palabra se usa para describir las penas vividas desde Apure
hasta Colombia.
“Tuve
que dejar mi hijo mayor en Apure, que en aquel entonces tenía meses de nacido.
Llegué a San Martín Meta, caminando y pidiendo cola durante siete días,
enfrenté de todo, calor, frío, se me rompieron los zapatos, me tuve que bañar
en cualquier río. Veía en ese trayecto a madres cargando los niños y maletas, y
a varias ayudé en esa travesía que siempre está en mi mente”, rememoró.
Migrantes
quieren regresar
Irianny
Arismendi ahora vive en el Barrio Jaime Lusinchi, situado en San Fernando.
Regresó a Venezuela el pasado 29 de diciembre para celebrar en familia la
llegada del Año Nuevo, luego de 7 años de ausencia Cuando se disponía a viajar
a Casanare (Colombia), decidió quedarse en su patria, porque en Colombia vive
sola con su hijo, mientras que en San Fernando se encuentra sus padres.
Irianny
trabaja en una frutería en Casanare, y a pesar de que gana 1.200.000 pesos,
equivalente a 307, 69 dólares, de los cuales paga en arriendo 400.000 pesos
(102,5 dólares). Pese a que cuenta con el dinero suficiente para mantenerse
allá, quiere estar cerca de sus seres queridos.
José
Blanco, oriundo de Guayabal, estado Guárico, se dirige para Yopal, Colombia,
porque en Venezuela carece de trabajo para sustentar a su familia. Es padre de
dos niños, quienes lo motivan a seguir laborando fuera del país. “La primera
vez estuve en Ecuador, regresé a Venezuela, pero se me puso la situación
difícil y por eso decidí salir nuevamente del país para buscar trabajo”.
En
Venezuela, José se dedicaba a la ganadería, agricultura y otros tipos de trabajos.
Pero el dinero no es suficiente para mantener a su familia. “La plata en
Colombia da para mantenerme, mandar dinero a la familia y guardar dinero.
Estuve sin trabajo desde diciembre hasta ahora en Venezuela, por eso tengo que
regresar a Colombia. No me puedo poner a robar, tengo que trabajar”, argumentó
José.
El
hombre culpa al régimen de Nicolás Maduro por el mal manejo de los recursos del
país. “Así como vamos en Venezuela, no hay futuro”, lamentó este venezolano
obligado a emigrar ante el caos económico. “Nicolás Maduro debería buscar
maneras de salirse de la presidencia para darle el cargo a otro, porque le
quedó muy grande”, concluyó.
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