María Corina Machado 23 de julio de 2024
@MariaCorinaYA
Quedan
unos días para el 28 de julio. Ese día se realizarán elecciones presidenciales
en Venezuela. Después de 25 años de lucha, los venezolanos enfrentamos la mejor
oportunidad que hemos tenido hasta ahora para superar un régimen dictatorial
que ha destruido nuestra economía y obligado a emigrar a una cuarta parte de
nuestra población.
Convertir las próximas elecciones en una opción real de cambio ha requerido un esfuerzo extraordinario. Hace un par de años, el régimen de Nicolás Maduro se sentía relativamente seguro. La pandemia sirvió como excusa para restringir aún más los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, al tiempo que se invertía mucho en una narrativa -tanto a nivel nacional como internacional- de que “Venezuela ha sido arreglada”.
Nada
mas lejos de la verdad. Sólo aquellos que pueden evadir el costo reputacional
de hacer negocios con este régimen criminal quieren que la presidencia de
Maduro continúe. El futuro de Venezuela es muy sombrío si permanece en el
poder. Los venezolanos lo saben bien. El cambio es una necesidad en la que
estamos depositando todas nuestras esperanzas e invirtiendo todos nuestros
esfuerzos.
La
oportunidad de algo nuevo surgió en 2023 con mi elección como candidato de la
oposición para enfrentar a Maduro. Para nosotros era vital que estas elecciones
primarias se llevaran a cabo sin interferencia del Consejo Nacional Electoral
controlado por el régimen, utilizando el voto manual y facilitando la participación
de los venezolanos en el exterior.
Después
de muchas elecciones falsas, estas primarias reconciliaron a los venezolanos
con las buenas prácticas electorales esenciales para una votación efectiva. Más
de 2 millones de personas participaron en este proceso, lo que marcó un
verdadero punto de inflexión. Las primarias revelaron la realidad que las
mentiras del gobierno habían ocultado: los venezolanos no estaban complacientes
ni apáticos, sino indignados y dispuestos a abrir un verdadero camino electoral
para el cambio.
Desde
entonces, Venezuela ha sido testigo de acontecimientos sin precedentes. Un
movimiento ciudadano masivo, tan pacífico como poderoso, ha surgido desde los
rincones más remotos del país. La gente se ha manifestado para apoyar una
campaña que está censurada por la prensa, la radio y la televisión nacionales,
limitada financieramente y acosada de múltiples maneras por el régimen.
Maduro
violó por completo el acuerdo para organizar elecciones libres y justas
alcanzado entre él y la oposición en Barbados el 17 de octubre del año pasado.
El primer golpe vino al ignorar los resultados de las primarias,
inhabilitándome para competir en la carrera presidencial mediante
procedimientos judiciales amañados. Posteriormente, sin dar ningún motivo,
también impidieron que mi reemplazante, Corina Yoris, se registrara como
candidata.
Al
momento de escribir este artículo, 24 miembros de nuestro personal de campaña
han sido encarcelados o están buscando asilo en la embajada de Argentina en
Caracas. Las fuerzas de seguridad del régimen están cerrando negocios y
asaltando hogares de personas que nos apoyan.
A
pesar de todo esto, la fuerza ciudadana sigue creciendo, agrupándose ahora en
torno a la candidatura de Edmundo González Urrutia. Todas las encuestas
razonablemente confiables muestran que el doble de votantes, en el peor de los
casos, apoyan a González como presidente. Mientras tanto, Maduro afirma que se
quedará “por las buenas o por las malas”.
Para
nosotros está claro que “por las malas” significa cometer un fraude masivo y
desatar violencia represiva. Significa cerrar la posibilidad de un cambio
pacífico y democrático. También significa perpetuar la situación actual de
Venezuela como santuario para el crimen organizado y la guerra híbrida
promovida por Irán y Rusia. Millones más de migrantes venezolanos inundarán
América Latina, América del Norte y Europa, huyendo de un futuro
predeciblemente sombrío.
Sólo
la esperanza de un cambio electoral pacífico puede contener este nuevo aumento
migratorio. Los venezolanos no queremos más odio ni violencia. Estamos unidos
en un deseo de un cambio profundo. Sabemos que el régimen hace trampa y por eso
hemos creado la mayor organización de seguimiento electoral jamás vista en
nuestro país y posiblemente en toda la región.
Estamos
haciendo nuestra parte y necesitamos el apoyo decidido de los demócratas de
todo el mundo para que el régimen respete el resultado de estas elecciones. Eso
alentaría a Maduro a entablar una negociación para una transición pacífica a la
democracia.
Pocos
países tienen nuestro potencial. Bajo un gobierno democrático, podríamos hacer
de nuestra nación el centro energético de las Américas. La deuda acumulada por
el chavismo podría reestructurarse y saldarse a medida que restablezcamos el
Estado de derecho.
Lo más
importante es que nuestro pueblo, ahora separado, podría reunirse y vivir
juntos nuevamente en Venezuela. El sueño de tantos niños venezolanos que me
piden que les traiga de regreso a sus padres después de años de ganarse la vida
en el extranjero, podría hacerse realidad. Debemos prevalecer y hacer que
Venezuela vuelva a ser libre.
María
Corina Machado
@MariaCorinaYA
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