El Tiempo 04 de agosto de 2024
La
crisis institucional no parece tener salida; mientras el régimen escala la
represión, la comunidad internacional busca evitar un baño de sangre
Han pasado 8 días desde las elecciones presidenciales en Venezuela y el Consejo Nacional Electoral (CNE) aún no ha mostrado las pruebas en las que se basó para declarar, al filo de la media noche del 28 de julio, que Nicolás Maduro fue el triunfador de ellas, consideradas las más trascendentales de los últimos tiempos, no solo para los venezolanos sino para toda la región.
Esto,
porque si hasta el 2019 los vecinos se daban el lujo de ver a la distancia y
hasta con cierta indiferencia lo que sucedía con la ‘’revolución bolivariana’,
el fenómeno migratorio marcó un punto de quiebre. La salida apresurada de más
de 8 millones de venezolanos, y los millones más que se
presume podrían emigrar si Maduro logra atornillarse en el poder, son
un escenario complejo para unos países con economías que quedaron muy
maltrechas por el covid y con un muy indeseado impacto en los vectores de seguridad.
“En
Bogotá estamos preocupados porque sabemos lo que significan seis años más de
Maduro en el poder por el deterioro económico y por la nueva ola migratoria que
podría desestabilizar a toda la región. Por eso trabajamos en un diálogo con
Miraflores para crear las condiciones de una transición democrática pacífica”,
dijo a El
Tiempo una fuente del gobierno colombiano que tiene que ver con el
tema. “Sabemos que Maduro perdió, pero hay que darle una salida”,
añadió.
El
viernes, en medio de intensas presiones de la comunidad internacional,
incluidos algunos de los aliados de izquierda del gobierno chavista; y de la
calle, que se ha movilizado masivamente en rechazo a esos resultados al
considerar que son “fraudulentos”, el CNE, de mayoría oficialista, ratificó que
Maduro había ganado con 52 por ciento de los votos sobre el opositor Edmundo
González Urrutia, con el 43, escrutado el 97 por ciento de las mesas.
Pero,
a pesar de los reclamos y exigencias de países como Brasil, Colombia y México,
entre otros, Elvis Amoroso, presidente del CNE, no mostró las actas de
votación.
En
cambio, la oposición, liderada por María Corina Machado, ha colgado
en varios sitios web, pero en especial en resultadosconvzla.com, el 80 por
ciento de las actas, municipio por municipio, estado por estado, que acreditan
que González se impuso con el 67 por ciento de los votos, sobre el 30 del
presidente. Esto, producto de una juiciosa pero audaz instrucción del
comando de campaña a los testigos de no abandonar los centros de votación sin
tener en su poder copias de las actas con las que hoy están reclamando el
triunfo.
De
hecho, miles de ciudadanos hicieron llegar al comando opositor las copias que
ellos voluntariamente recabaron y que forman un acervo probatorio de más de 24
mil actas que están dejando a Maduro en una situación comprometida y casi
desesperada. Lo mostrado por Machado coincide con los sondeos a boca de
urna y con las encuestas previas a la jornada electoral.
A la
luz de estas actas, el mandatario cayó por paliza, y según un análisis
construido por la Unidad de Datos de El Tiempo al revisar
dichos documentos, no logró ganar en ninguno de los estados, incluidos los
considerados santuarios chavistas. Más allá de eso, y de si hubiera dudas sobre
la veracidad de las actas publicadas por la oposición, conocedores del
automatizado sistema electoral de Venezuela coinciden en que es casi imposible
adulterarlas porque tienen tres elementos, un código QR, un serial, y las
firmas de los testigos, que son verificables y contrastables.
A lo
que se suma que el CNE alegó una caída de su plataforma resultado de un
supuesto «hackeo» ejecutado desde Macedonia del Norte –algo
que este país niega– y que fue orquestado por la oposición. Cuando días antes
el chavismo proclamaba que el sistema venezolano era “inviolable y el más
“avanzado” del mundo.
Basado
en la considerada autenticidad de esos documentos, el secretario de Estado de
Estados Unidos, Antony Blinken, aseguró el jueves que existen “pruebas
abrumadoras” para considerar que González ganó las elecciones. De hecho, el
alto funcionario llamó a González y Machado para “aplaudirlos”, a ellos y al
pueblo venezolano, “por su entrega a la democracia” y para que se “respeten sus
derechos”.
Ya
antes Perú había reconocido la victoria del opositor y la canciller argentina,
Diana Mondino, se basó, según dijo, en las actas publicadas en
resultadosconvzla.com para atribuir el viernes la victoria a González: “Todos
podemos confirmar, sin lugar a ninguna duda, que el legítimo ganador y
Presidente electo es Edmundo González”. Desde entonces y en cascada, varios
países se han sumado al reconocimiento de González, como Uruguay, Costa Rica,
Ecuador y Panamá.
La
estrategia de Maduro
Por
los lados de Maduro, su estrategia para aferrarse al poder ha tenido dos líneas
de acción. La primera, llevar el caso al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)
para que haga un peritaje y certifique el proceso electoral. Al judicializar el
tema, el oficialismo gana tiempo para no publicar las actas (al menos hasta que
haya un concepto legal) y deja en las manos de la más alta corte la decisión.
Pero los venezolanos saben que el TSJ no es una instancia imparcial. Caryslia
Rodríguez, presidenta de dicho tribunal desde enero pasado y cabeza de la sala
electoral, era hasta hace no mucho una caracterizada chavista militante del
PSUV.
La
segunda, desatar la más brutal represión y violencia de Estado sobre
las personas que han salido a manifestarse, lo que ha incluido el asesinato de
12 personas; la persecución a quien rechace los resultados oficiales y la
detención-desaparición de más de 1.200 ciudadanos, según la misma Fiscalía,
entre ellos varias figuras opositoras como Freddy Superlano; los hostigamientos
de los colectivos motorizados que disparan a mansalva, y las amenazas contra la
dirigencia opositora que obligaron a que Machado se declarara en
“clandestinidad” y dijera temer por su vida. Esto, mientras el
presidente reta a darse puños al magnate Elon Musk, a González y al mandatario
argentino Javier Milei. A decir que los destrozos en las protestas
fueron cometidos por migrantes entrenados en Texas, y a asegurar que lo que ha
sucedido es un complot en el que incluso participa el magnate Jeff Bezos. “Soy
un guerrero del amor”, replica en sus múltiples intervenciones.
Los
escenarios
“Venezuela
es uno de los casos en el mundo en el que los certámenes electorales se han
instrumentalizado para el ascenso y consolidación de un régimen autoritario, lo
que llama mucho la atención del mundo, pero sin duda el tema migratorio es el
más inquietante. Los venezolanos que habían decidido salir pasaron de 3,4
millones, según cifras del 2018, cuando la elección de Maduro fue considerada
ilegítima, a los casi 8 millones de hoy, es decir, el fenómeno de movilidad
humana más grande del mundo, por encima de países que sufren guerras. A lo que
se suman las encuestas, que indican que un 20-30 % de la población residente
podría irse si Maduro continúa”, dice Ronald Rodríguez, del Observatorio
Venezuela de la Universidad del Rosario.
“Este
es un peligro, un factor de inestabilidad muy importante en la región,
especialmente para Colombia. Es muy importante que esta situación no se
exacerbe”, añade Txomin Las Heras Leizaola, del mismo centro.
Más
allá de las preocupaciones continentales por la migración, la gran pregunta es
cuáles son los escenarios a los que se expone Venezuela en los próximos días. El
primero, y que ya se está dibujando con el reconocimiento de González por
algunos países, es el de que se proclamen dos presidentes, uno con poder y
control institucional y de recursos, y el otro, reconocido por la comunidad
internacional, pero sin herramientas. Es decir, la Venezuela de 2019 del
interinato de Juan Guaidó, que se declaró mandatario y fue reconocido por casi
60 países, pero que no gobernó.
“Sería
un error de la oposición y de los gobiernos occidentales caer nuevamente en eso
porque al final lo crucial no es el reconocimiento internacional sino quién
logra tener el control efectivo de las instituciones. Con ese tipo de medidas
se asume el riesgo de cohesionar a la coalición de gobierno”, opina el analista
venezolano Mariano de Alba.
Ronald
Rodríguez matiza que aunque son escenarios similares hay una diferencia
fundamental y es que “González tiene la legitimidad que le dan los
votos”. Guaidó llegó a esa posición a través de un recurso legal, no
por las urnas.
El
otro escenario, que ya se está configurando, es el de la radicalización
del régimen para imponer a la fuerza al presidente y que se basa en la
represión, en la persecución de la oposición y el de no ceder a las
presiones internacionales y a las sanciones que presumiblemente se reanudarán,
como ya lo ha advertido Washington. Como bien lo demostró el episodio de
Guaidó, Maduro supo gestionar y resistir entonces el aislamiento internacional
y el llamado ‘Cerco diplomático’.
Irán,
Siria y Rusia, entre otros, y Cuba, en el continente, han demostrado que las
sanciones no tumban regímenes y en cambio golpean a la población.
Es
precisamente un escenario de violencia el que quieren evitar los gobiernos de
Colombia, México y Brasil, por lo que, a su juicio, es necesario sostener una
vía de diálogo con Maduro. Aunque hayan generado dudas en sus pares
internacionales por haberse abstenido (México no se hizo presente en la sesión)
en la votación en la OEA de una resolución que exigía la publicación de las
actas de votación y una verificación independiente.
Justo
ayer trascendió en Caracas una versión de que estos países estarían trabajando
con las partes en una mesa de diálogo para hacer reconteo de votos con veeduría
internacional, con un plazo de seis días. Pero no es claro si de no lograr
avances reconocerían a González.
“La
pérdida de legitimidad política de Maduro ha dejado a la coalición gobernante
vulnerable a una mayor inestabilidad, que probablemente recurrirá a una mayor
represión (…) Las negociaciones ya no deberían centrarse en la coexistencia
electoral (como hasta ahora con el pacto de Barbados) sino en la salida del
chavismo del poder tras su derrota en las urnas”, comentó Iria Puyosa, del
Atlantic Council.
“Factores
dentro del gobierno de Maduro solo podrían ceder si se les convence que su
salida no es una cuestión existencial y van a poder formar parte de un proyecto
de reconciliación y reconstrucción del país” –apunta de Alba–. Para eso hay que
hacer un esfuerzo quirúrgico de tender puentes y construir confianza con esos
factores que siguen apoyando al gobierno”.
Algo
similar a lo que le planteó a este diario la fuente del gobierno colombiano,
que explicó que para Bogotá es clave lograr que los 15 millones de dólares de
recompensa que pesan sobre la cabeza de Maduro sean levantados.
El
otro asunto clave es el papel de las Fuerzas Armadas. Si alguien
tenía la esperanza de que se pusieran del lado de la democracia, el
pronunciamiento del ministro de Defensa y comandante de la FAN, Vladimir
Padrino López, de apoyo irrestricto a Maduro y su versión de que se
estaba gestando un golpe de Estado, la enterró por completo.
Los
escenarios se complican si se piensa que el año entrante debería haber
elecciones locales y regionales, pero a la luz de lo que está sucediendo, al
chavismo se le agotó la vía electoral para legitimarse, y obviamente la
oposición difícilmente concurrirá dada la total desconfianza en torno al CNE.
“Los
próximos meses serán un período crucial de intenso conflicto en Venezuela”,
dice Puyosa. Lo que suceda con las marchas convocadas, los movimientos de la
oposición y de la comunidad internacional y la respuesta del régimen marcarán a
los venezolanos y, sin duda, a toda la región. Los más de cinco meses que
vienen, de acá al 10 de enero, cuando está prevista la posesión del nuevo
gobierno, serán definitivos.
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