Pedro Benítez 03 de agosto de 2024
Hasta
ahora el partido/Estado nunca había desconocido un resultado electoral que le
fuera adverso. Luego de haber incurrido en todo tipo de abusos y jugado con el
ventajismo que le ha sido característico, admitía un revés electoral para, a
continuación, anular sus consecuencias políticas. Fue lo que sucedió
con la consulta por la reforma constitucional de 2007, pasando por la Alcaldía
Mayor de Caracas en 2008, hasta el caso más claro de todos: la elección de la
Asamblea Nacional 2015.
Pero desde el pasado 28 de julio Venezuela entró en otra etapa. La magnitud del fraude electoral ocurrido esa noche no tiene precedentes en la accidentada historia latinoamericana. Tampoco en lo grotesco de su puesta en escena por parte del régimen. Por citar dos ejemplos; en la elección de Bolivia en noviembre de 2019 y la primera vuelta de Perú en 2000, re-reelección de Evo Morales y Alberto Fujimori respectivamente, nunca quedó del todo claro quién ganó o perdió o el margen del resultado, aunque las crisis políticas que aquellas diatribas desataron les costaron el poder a los dos.
En
cambio, a la vista de todo el mundo, quedó evidenciado la abrumadora e
inocultable ventaja que Edmundo González le sacó al candidato/presidente el
pasado domingo; entre otras cosas, pero principalmente, por la minuciosa
y efectiva organización electoral montada por María Corina Machado, que
ha recabado (hasta el momento de redactar esta nota) el 90% de las actas de ese
proceso comicial.
Maduro
burla a Biden
También
ha ocurrido a la vista del todo mundo, literalmente, la feroz represión
desatada contra la protesta social, provocada por la indignación ante el golpe
contra la soberanía popular, en las zonas más populosas de las principales
ciudades que, como saldo, ha dejado (hasta este momento) más de 177
detenciones arbitrarias, 11 desapariciones forzadas y por lo menos 16
asesinatos.
Por su
parte, los gobiernos democráticamente elegidos de la región se encuentran desconcertados
ante la desfachatez y el cinismo de la elite cívico-militar que domina el país.
Unos saben que aislar más a Venezuela no servirá de mucho, pero no se pueden
quedar con los brazos cruzados; mientras que otros (México y Brasil) no pueden
justificar abiertamente el hecho consumado por Maduro, aunque quisieran.
Lo que
sí ha quedado claro para todos es que a Maduro no le interesa, ni le ha
interesado jamás, ninguna negociación que pueda implicar su salida del poder.
Lleva 12 años en Miraflores, más que Marcos Pérez Jiménez, y aspira
llegar a 18 años, solo por detrás de Juan Vicente Gómez. Por esa razón
incumplió los Acuerdos de Barbados; se burló de la administración Biden y del
reino de Noruega; despreció el puente de plata que Gustavo Petro (respaldado
por Lula Da Silva) le ofreció; y terminó por consumar el fraude electoral el
pasado domingo. Su objetivo es la perpetuación personal por encima de la
voluntad de los venezolanos y está dispuesto a hacerles pagar el costo que sea.
Esa es la cuestión central.
Ruido
Cuando
Elvis Amoroso leyó sus inverosímiles números se quemaron todas las naves. No
hay vuelta atrás. Si Maduro retrocede o da muestras de debilidad se cae. Todo
régimen de estas características se sostiene, al menos, de tres pilares; dos de
los cuales son, el monopolio de la fuerza y ausencia de una oposición
organizada como alternativa. El fracaso de la estrategia oficialista ha
consistido en impedir esto último, lo que empieza a generar ruido entre los
militares.
Además,
se terminó de quebrar la red de control social del chavismo. El tercer pilar
desmoronado. Edmundo González sepultó en votos a su rival en todos los otrora
bastiones del oficialismo. Resulta sorprendente observar los resultados en la
mayoría de los centros de votación de una mesa, que de manera artera se
ubicaron en los edificios de la Misión Vivienda. Y no menos
significativo apreciar a la multitud de jóvenes que, en los videos que han
corrido en las redes sociales, protestan y destruyen las imágenes del actual
mandatario, así como las de su antecesor. Jóvenes que no conocen otra Venezuela
que está. Nacieron o crecieron bajo Chávez y Maduro. Son los hijos de
los votantes chavistas. Ellos saben que, o esto cambia, o sencillamente no
tienen otra alternativa que la de emigrar. La venezolana no es una
sociedad que haya sido domesticada.
Lo
sostienen las bayonetas
En ese
sentido, no hay forma ni manera que Maduro ni sus candidatos puedan competir
más nunca en una elección con estas o en peores condiciones. Todos los
resultados electorales serán falseados por este CNE tal como ocurrió el pasado
domingo.
Si
algo debería quedar meridianamente claro es que a él lo sostienen las
bayonetas. Ninguna otra cosa. Su situación se parece
cada vez más a la del presidente uruguayo Juan María Bordaberry que, a raíz del
autogolpe de junio de 1973, terminó siendo prisionero de los militares, y estos
de él.
Esto
no quiere decir que los políticos opositores y la comunidad internacional no
deban seguir exigiendo que el CNE presente los resultados de la elección
presidencial, centro por centro, mesa por mesa, acta por acta.
Maduro
y el chavismo, atrincherados
Tampoco
desistir de mantener abiertos los canales de negociación con Miraflores. Eso es
lo correcto, es lo que se debe hacer. Pero no nos engañemos, el 28 de julio
puso también en evidencia que esto no se trata de un conflicto en un país
polarizado, entre dos sectores que no se entienden y necesitan a un tercero
como facilitador.
Aquí
lo que hay es un grupo armado y atrincherado en el poder, en contra de la
voluntad de toda una sociedad.
Por lo momentos, Maduro espera sobrevivir a este huracán, para luego
llamar a otro diálogo y en el proceso intentar sacar del juego a su principal
obstáculo: María Corina Machado. El ataque viene en su contra. De
hecho, ya los analistas de ocasión preparan el argumento según el cual el
Gobierno hizo lo que hizo porque no le podía entregar el poder a ella. Esa será
la cortada.
Sin
embargo, si la primaria del 22 de octubre la empoderó, el 28 julio lo hizo
todavía más. Ante los venezolanos y ante el mundo. Como acaba de comentar el ex
presidente del gobierno español, Felipe González: “si el régimen la
toca, el destino de Maduro será la Corte Penal Internacional; tardará más o
tardará menos, pero ese será su camino”.
Pedro
Benítez
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