Ismael Pérez Vigil 14 de septiembre de 2024
@Ismael_Perez
Tiempos
aciagos, como los que vivimos desde hace cinco lustros −extremados hoy en día−,
imponen una cuidadosa selección de lecturas sobre el tema político; por eso
afirmo que en la biblioteca −o en la mesa de noche− hay textos que no deben
faltar ni dejar de leer los estudiosos de la política y, mucho menos, los que
se dedican a ese oficio de manera práctica y consuetudinaria. Entre estos
textos están: El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, Fouché: el Genio Tenebroso de
Stefan Zweig y La Técnica del Golpe de Estado de Curzio Malaparte. Agrego ahora
El Arte de la Guerra de Sun Tzu, que no se debe confundir con uno de nombre
parecido, De la Guerra, de Carl Von Clausewitz, cuyas lecturas también
recomiendo.
Ni recensión, ni resumen.
La
lectura de estos textos puede ser muy útil en los tiempos que vivimos; me tomo
por tanto la licencia de elaborar una muy breve reseña, que no llega a
recensión y mucho menos a resumen y la única pretensión es estimular la lectura
y animar una reflexión alrededor de ellos, que iluminen las actividades que
cada quien realiza y aporten alguna de las enseñanzas y motivaciones que a mí
me dejó su contacto y lectura. Algunos de los libros se consiguen en cualquier
parte: El Príncipe, el Arte de la Guerra, por ejemplo; otros son más difíciles,
pero aquellos que son más difíciles, en la época de Internet, seguramente son
fáciles de encontrar; de todos ellos he visto la versión impresa y digital y
animo a buscarlos.
La
Guerra.
Sobre
la guerra hay innumerables tratados; sin embargo, los dos que reseño son muy
conocidos y circulan ampliamente.
Del
texto de Sun Tzu −general, estratega y filósofo chino, que se supone vivió
varios siglos antes de Cristo, en fechas difíciles de precisar− se dice que es
el tratado sobre guerra y estrategia más importante de todos los tiempos y hoy
es citado con soltura, pues −como muchos textos de filósofos y escritores
chinos− desde la más lejana antigüedad hasta Mao Tse Tung, el “narciso de
bambú”, como le decía un viejo amigo, es fácil extraer de ellos aforismos e ingeniosas
citas que dejan muy bien a cualquiera que las emplee, aun cuando no se
profundice en ellas. Entre las muchas ideas que se extrae de este clásico texto
está, lo que para algunos es su enseñanza más importante: “Someter al enemigo
sin darle batalla.” Presente está también la idea de la “unidad” por encima del
tamaño, la importancia de respuestas flexibles en circunstancias cambiantes y
la de desarrollar fuentes de información. Esta última, en época de posverdad,
bajo el estricto control, censura y autocensura de medios de comunicación y el
intento de someter y limitar las redes sociales, lo de “desarrollar fuentes de
información”, adquiere importancia capital.
Del
general prusiano, Carl Von Clausewitz, que vivió solamente 51 años entre 1780 y
1831, se tienen datos más precisos, pero su texto se presta menos a citas y
aforismos que el de Sun Tzu, aunque todos repetimos aquello de que “La guerra
no es más que la continuación de una política con otros medios». (Cita no
textual). Von Clausewitz es uno de los exponentes de esa rancia ideología de la
“superioridad alemana” y su pensamiento pudiera resumirse, en mi criterio, en
dos postulados generales: la superioridad numérica y el medio como elementos
tácticos importantes, que desarrollan todo su potencial estratégico debido a la
“genialidad del jefe”, de quien comanda. Siete millones son un número y un jefe
puede ser un líder o una lideresa.
El
planteamiento de Von Clausewitz es netamente ofensivo, atacar al adversario de
un modo rápido y sorprenderlo, obligándolo a dar batalla en condiciones de
desventaja y sorpresa −algo que no siempre es fácil− después de “concentrar”
fuerzas. A Carl Von Clausewitz se le considera, con propiedad, el fundamento de
la doctrina militar alemana del siglo XIX y probablemente del siglo XX.
El
Golpe.
Sobre
“La Técnica del Golpe de Estado”, debo decir que quien me puso en contacto con
este extraordinario y breve texto de Malaparte, fue mi amigo, compañero de
colegio y luego mi profesor en la escuela de Estudios Políticos, Aníbal Romero,
quien, afortunadamente, se ha mantenido escribiendo.
Yo
conocí la edición impresa de esta obra, la de 1974, en la colección de Papeles
Políticos de la Distribuidora Baires; pero, años más tarde recorriendo
librerías en Madrid, pude conseguir una edición de 1959, en excelente estado,
de José Janes, Editor; pero, es ciertamente difícil de encontrar un texto
impreso, pero no imposible una edición digital en la era de Internet.
Curzio
Malaparte, cuya obra más conocida es La Piel −publicada en 1949 y durante
muchos años en la lista de los libros prohibidos por el Vaticano− nos regala
este texto en 1928, y su objetivo fundamental era advertir a los gobiernos de
occidente acerca de los peligros de la revolución bolchevique; algo que hoy
sería un deleite en esta mentalidad que nos rodea, donde cualquier idea de
justicia social o progreso, es calificada de comunista, socialista o cuando
menos peligrosa. De esa manera empieza su texto, advirtiendo específicamente
del peligro de la táctica de Trotsky, más que de la estrategia de Lenin: “Si el
estratega de la revolución bolchevique es Lenin, el táctico del golpe de Estado
de octubre de 1917 es Trotsky”, pues la táctica de Trotsky es una táctica
insurreccional y eso es lo que importa, porque esa “es la técnica del golpe de
Estado”; la estrategia −de Lenin− dependía de demasiadas condiciones y
circunstancias −nos dice Malaparte− concebía la estrategia como Clausewitz,
como una filosofía, más que como un arte o una ciencia, que en opinión de
Trotsky en 1917, dependía de demasiadas circunstancias, −de unir revolución a
una guerra imperialista, que mantuviera distraídos a los probables enemigos
externos de la revolución, la inmensidad de Rusia para sostener una guerra y la
existencia de un movimiento revolucionario− mientras que para él solo es
necesario “una pequeña tropa, fría, violenta, instruida en la táctica
insurreccional… hay que atenerse a la táctica, operar con poca gente en un
terreno limitado, concentrar sus esfuerzos sobre los objetivos principales, dar
directa y duramente… la insurrección no necesita nada. Se basta a sí misma”
El
meollo del texto de Malaparte tiene una base fundamental: los escritos de Lenin
y una supuesta e imaginaria conversación, entre Lenin y Trotsky; con base en
esos escritos y en esa imaginaria conversación, Malaparte desarrolla su
advertencia hacia la táctica de Trotsky. La revolución de octubre triunfa,
según Malaparte, gracias a Trotsky quien luego, todavía en vida de Lenin, pero
especialmente tras su muerte, se enfrasca en agudas disputas con Stalin, que lo
llevarían al exilio y a la muerte, asesinado por un comunista español, al
servicio del dictador soviético.
Los
invito ahora a adentrarse en este texto magníficamente escrito, pero sin
olvidar una de las máximas de Trotsky: “La insurrección −dice− no es un arte,
es una máquina. Para ponerla en movimiento hacen falta técnicos, y solo unos
técnicos podrían detenerla”
Conclusión.
Dejo
hasta aquí, suficiente por hoy, mis “lecturas políticas”; reanudaré la próxima
semana con las enseñanzas que me dejaron El Príncipe de Nicolás Maquiavelo y el
Fouché de Stefan Zweig, dos personajes de conocimiento imprescindible para
cualquier estudioso o político contemporáneo.
Ismael
Pérez Vigil
@Ismael_Perez
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