Orlando Viera-Blanco 23 de octubre de 2024
@ovierablanco
La
adulación es una alabanza exagerada e interesada, hecha con lo que se cree
puede halagar al otro con propósito de ganarse su voluntad para fines
interesados. Pero ya lo alerta la biblia:”El que adula a su prójimo le tiende
una trampa ante sus pies” …y lo desangra como una pulga a su víctima [Bertolt Brecht
dixit].
La
adulación es tan antigua como el mundo. Ejemplo evidente de ella es la célebre
frase de Luis IV «L’État, c’est moi» («El estado soy yo») fruto de las más
desatinadas adulaciones de cortesanos y de no pocos literatos de su época.
La
adulancia criolla-que popularmente se apellidada jala bolas o jala mecates -es
un personaje aborrecido pero muy común. En política es una táctica que busca
manipular la percepción del líder para influir en decisiones, obtener favores o
mantener una buena relación con él a costa de su honestidad e integridad. Pero
qué pasa cuando el hombre de mando hace cumbre, precisamente por trepador,
carmelero o lisonjero? Repasemos la historia.
De Stalin a Putin
El
peligro de la “estrategia” celestina y trepadora de la jaladerocracia es que
cuando la justicia, la defensa y la integridad de la nación están comprometidas
por esta carmelita, el resultado es fuelle y aguijones donde monarcas,
dictadores y demagogos convierten la luz en oscuridad, la pasión en muerte y la
razón en perversión, rodeados [los adulados] de “mieles y flautas”.
Si nos
vamos al Estalinismo en la Unión Soviética (1924-1953), bajo el liderazgo de
Josef Stalin, la adulación se convirtió en un medio de supervivencia para
muchos burócratas soviéticos. Alabaron públicamente a Stalin como un genio y
salvador a través de discursos y actos públicos. Esta adulación tenía como
propósito político asegurar la propia posición y evitar las purgas políticas de
Stalin.
Nicolás
II [a principios del siglo XX] fue adulado por la nobleza y la burocracia rusa
en momento que las tensiones sociales y políticas aumentaban. Este exceso de
adulación contribuyó a su aislamiento y fracaso en reformar el imperio.
La
adulación hacia Vladimir Putin ha sido un elemento clave en la consolidación de
su poder y en la creación de su imagen pública a nivel nacional e
internacional. La maquinaria política y mediática rusa ha construido un culto a
la personalidad en torno a Putin, donde la adulación pasa por el control de los
medios de comunicación. La televisión nacional ha promovido una imagen de Putin
como un líder fuerte, protector de Rusia. Los noticieros muestran a Putin como
un defensor incansable de los intereses rusos frente a la amenaza especialmente
de Occidente.
Dmitry
Medvedev, cuando fue primer ministro y presidente interino, se refería a Putin
como un líder brillante y un mentor, destacando su experiencia y liderazgo como
fundamentales para el bienestar del país. Muchos otros políticos elogian a
Putin por su capacidad para mantener la estabilidad y “restaurar el orgullo
ruso”. Se le atribuyen éxitos como la recuperación de Crimea en 2014, que fue
presentada como una gran victoria patriótica.
El
“Día de la Nación” es un evento patriótico conocido como el Día de la Victoria
que celebra la derrota de la Alemania nazi en la II Guerra Mundial. La figura
de Putin es central. Se le presenta como el heredero de los líderes soviéticos
que salvaron a la patria del fascismo y se utiliza esta narrativa para crear un
paralelismo entre su liderazgo y las victorias históricas de Rusia.
De
Bolivar a Pérez Jimenez y Betancourt
La
adulación en Venezuela es cutánea. Ha jugado un papel notable en la política
venezolana especialmente en momentos de concentración de poder. La adulación
republicana sin duda fue notable desde Bolívar pasando por el caudillaje hasta
nuestros días. En 138 años de vida republicana [1830-1958], se entabló un
campeonato de frases laudatorias para mandatarios. Desde Bolívar a Páez, de
Boves a Zamora o desde Guzmán Blanco, Castro, Gómez a Pérez Jiménez, la
adulancia ha sido nutriente cultural de la vanidad en el poder.
Durante
la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, los medios de comunicación y funcionarios
del gobierno utilizaron un lenguaje excesivamente elogioso para describir al
líder, presentándose como un héroe de la patria. Se promovía la idea de un
gobierno que representaba progreso y modernización, pero se ignoraban las
denuncias de violaciones a los DDHH. Se le atribuía la construcción de grandes
obras públicas como si fuesen el único camino hacia el desarrollo del país. A
Gómez se le veneró como “el generalísimo quién con el sudor de su frente bañaba
la gloria de la patria, siendo [como Bolívar], la luz del pueblo”.
Rómulo
Betancourt (1959-1964) tampoco escapó de la adulación
Betancourt
fue un líder democrático que algunos historiadores [Carrera Damas] le adularon
como “el padre de la democracia”, alabando su capacidad para dirigir al país en
tiempos difíciles. A lo largo de su carrera política fue objeto de elogios
constantes por su habilidad para mantener el liderazgo dentro de su partido y
por su figura prominente en la transición de la dictadura a la democracia. La
diferencia es que hay adulados que se engolosinan con las mieles del adulador,
mientras otros se asquean del lisonjero. EL verdadero líder sabe de quién
rodearse y pasa de los aduladores porque sabe que pronto el adulador le pondrá
un grillete a sus pies.
Theodore
Roosevelt decía del liderazgo: “El mejor líder es aquél que sabe elegir a los
mejores para hacer las cosas y tiene la templanza suficiente para no
entrometerse mientras las hacen” Un día a Betancourt lo llamó su Ministro de
Salud y le pregunta: ¿por qué no me convoca a reuniones? Betancourt le respondió:
porque yo lo puse allí para que los problemas los resolviera usted. No fueron
los amigos ni aduladores quienes hicieron gabinete con Betancourt. Ilustres
como Valmore Rodríguez, Raúl Leoni, Ricardo Montilla, Rómulo Gallegos, Luis
Beltrán Prieto Figueroa, Andrés Eloy Blanco, Alberto Carnevalli, Leopoldo Sucre
Figarella, Gral. Antonio Briceño Linares o Juan Pablo Pérez Alfonzo [Fundador
de PDVSA Y OPEP] lo rodearon. Y fue capaz de persuadir personajes regios como
Rafael Caldera y Jóvito Villalva para liderar el Pacto de Puntofijo.
De
Chávez a Maduro y el militarismo
La
adulación hacia Hugo Chávez alcanzó niveles extremadamente altos durante su
presidencia y después de su muerte. Los seguidores de Chávez-funcionarios de
alto rango y figuras públicas lo llamaban “Comandante Supremo” y “líder
Eterno”, construyendo en torno a su figura una imagen omnipresente. Se refieren
a él como el “libertador del siglo XXI”.
El
cambio de nombre de instituciones y lugares en su honor ha sido parte del
culto. Tras su muerte, Nicolás Maduro cita a Chávez como “padre y guía
espiritual” de la Revolución Bolivariana. Esta banalización del poder ha
sustituido la institucionalidad por la oda. A partir de esta transmutación
moral, el poder no se escala: se trepa.
Nicolás
Maduro también ha sido objeto de una adulación similar por parte de aliados
políticos. En discursos se le presenta como el “hijo y heredero” de Chávez, con
el objetivo de perpetuar el legado chavista. Maduro-pese a las dificultades
económicas y sociales de Venezuela-muchos de sus ministros y funcionarios
alaban constantemente su liderazgo y su capacidad para resistir las presiones
internacionales. Ejemplo claro es el uso del término “presidente obrero”,
enfatizando su origen como conductor de autobuses y destacando su cercanía con
el pueblo trabajador.
El
militarismo en la política venezolana ha convertido la adulación en un factor
de ascenso hacia altos mandos militares. El uso de términos como “patriotas o
garantes de la paz y la soberanía”, así como las exaltaciones públicas de sus
“sacrificios y lealtad” hacia la revolución bolivariana, forman parte de la
dinámica. Este elogio busca asegurar el apoyo incondicional al gobierno.
España
y México. De Franco a Porfirio Díaz y AMLO
El
ejemplo más notable de adulación política en España fue durante la dictadura de
Francisco Franco [dictador desde 1939 hasta su muerte en 1975]. Franco fue
objeto de una intensa adulación por parte de los sectores políticos, militares
y religiosos afines a su régimen. Franco fue retratado como el “Caudillo de
España por la gracia de Dios”. Este título, ampliamente utilizado por sus
seguidores lo elevaba casi a una figura divina, asociada con la salvación de
España tras la Guerra Civil. Franco era presentado como el salvador de la
patria frente al comunismo, el anarquismo y el separatismo. El régimen
franquista controlaba los medios de comunicación que elogiaban continuamente al
dictador. El NO-DO-un noticiario que se proyectaba obligatoriamente en todos
los cines antes de las películas-difundió imágenes de Franco en situaciones
heroicas y como un líder paternalista. La prensa también lo retrataba como un
hombre sabio y fuerte, capaz de mantener la estabilidad y la unidad de España.
En
México el ejemplo más notable de adulación política fue durante el largo
gobierno de Porfirio Díaz conocido como el Porfiriato (1876-1911). Durante su
régimen la élite política y económica de México veía en Díaz el garante del
desarrollo. Sus seguidores lo presentaban como el gran modernizador de México,
subrayando avances en infraestructura, como la expansión del ferrocarril y el
telégrafo, así como el crecimiento económico. Se le atribuía el haber traído
“orden y progreso” tras un período de inestabilidad política en el siglo XIX.
En
México, la figura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), [2018-2024], ha sido
objeto de una notable adulación, en especial dentro del contexto de la Cuarta
Transformación (4T), que promovió un movimiento histórico. Desde su ascenso
político López Obrador fue presentado como “un líder del pueblo y para el
pueblo”. Sus seguidores lo llaman “el presidente de los pobres”, destacando su
lucha contra la corrupción y las élites. Las conferencias matutinas diarias de
López Obrador, las mañaneras, han sido uno de los escenarios más visibles de adulación.
Se le ha comparado con figuras históricas como Lázaro Cárdenas, quien
nacionalizó el petróleo y es considerado un símbolo de justicia social. Esta
comparación alimentó la idea de AMLO cómo un líder reformador que deseaba
llevar a México hacia una nueva etapa de igualdad y desarrollo social.
Entre
piojos y alacranes. Fin de la era republicana
Es
inevitable comentar esa mezcla de traidores y aduladores, expresión tope de
bajo espíritu que chupa la sangre de las democracias y la repúblicas. Desde esta
perspectiva, Plutarco consideraba que las personas que hacen de la adulación,
profesión, son auténticos parásitos.
De
ellos dice: “Todo su cuerpo es vientre, ojo que mira por todas partes, una
bestia que camina sobre sus dientes”. Son como los piojos. Una vez que obtienen
lo que desean, huyen y le dan la espalda: “En efecto, los piojos se marchan de
las personas muertas y abandonan sus cuerpos al perder la vitalidad, la sangre
de la que se alimentan […] Es completamente imposible ver a los aduladores aproximándose
a asuntos enjutos y fríos. Se acercan y medran en los poderes y en los cambios
desaparecen con rapidez”. No es casual que el citado poeta Bertolt Brecht,
escribiese: “De los tiburones logré escapar. Al tigre lo derribé a tiros. Los
que me devoraron fueron los piojos”.
La
adulancia ha sido historia recurrente de nuestra cultura política. Pocaterra
los llamó las cerbatanas, los generalotes, los ministrotes, los gorilas, los
cretinos; en definitiva: piedras de mar… Seres ocultos en el fondo y en la oscuridad
tipo Ramonet, Bernard Cassen, Barnet, Sean Penn, Danny Glover, Chomsky, Pérez
Esquivel, Thiago de Mello, Lebowitz, Córdoba o la pacifista Cindy Sheehan, por
nombrar algunos, quienes con la túnica de intelectuales, actores o poetas,
enterraron sus dientes para comer juntos los restos de la revolución. Y qué
decir de funcionarios, políticos y empresarios: piedras de mar…
Entre
aduladores te vea y entre aduladores se nos va la vida. Al decir de Mario
Briceño Iragory en su obra escrita, mensajes sin destinos, por la cultura de la
adulación restamos valor a nuestra historia por vanagloriar a los hombres por
encima de nuestras epopeyas, de nuestras gestas, de nuestra verdadera esencia
cultural. Y te encadenarán los pies, el orgullo y las manos. Y la voz también…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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