Jon Subinas 16 de octubre de 2024
En la
actualidad, Panamá está sufriendo una de las mayores crisis migratorias de la
historia del continente por el tránsito de miles de migrantes en el denominado
Tapón del Darién. Se trata de una de las selvas más inhóspitas del mundo en el
que se dan encuentro exguerrilleros, narcotraficantes y las mafias de tráfico
de personas, y constituye un punto de unos 130 kilómetros en el que se corta la
carretera interamericana que va de Chile a Alaska.
Se
calcula que en 2023 se ha llegado a la cifra récord de más de medio millón de
personas que cruzaron la selva del Darién con rumbo a Estados Unidos. Esto
supone más de un 12 % de la población panameña; ese porcentaje, extrapolado a
otras crisis migratorias como la de la frontera sur de EE. UU. o al sur de Europa,
supondría unos números desorbitantes para los países receptores.
De estos migrantes en tránsito más de un 60 % provienen de Venezuela, lo que pone el foco en la profunda crisis social y política que está sufriendo el país bolivariano y en las consecuencias que eso tiene en la región.
En su
discurso del 25 de septiembre de 2024 en la Asamblea de las Naciones Unidas, el
presidente panameño, José Raúl Mulino, enfatizó estos datos y solicitó
enérgicamente una mayor implicación de la comunidad internacional describiendo
el drama humano y su impacto en el país canalero, que no solo conlleva un
fuerte coste económico (según el ministerio de Seguridad panameño, más de 100
millones de dólares en el último quinquenio), sino que está teniendo un fuerte
impacto ambiental.
Según
el estudio Impacto social, económico, ambiental y político en
comunidades de la República de Panamá por la migración pasajera extrarregional
que entra por el Tapón del Darién, de la Universidad Tecnológica de Panamá,
se estima que cada migrante genera unos 9 kilogramos de desecho durante su
viaje. Para una marcha de cinco días, esa cantidad equivale a 1,81 kg por día,
lo que asciende a más de 900 toneladas de residuos considerando las más de
medio millón de personas que han transitado por ahí en 2023. Hay que destacar
que Darién contiene una Reserva de la Biosfera de 5,790 km², declarada en 1981
como Patrimonio de la Humanidad.
Entre
2010 y 2021 se registraron algo más de 3.000 venezolanos y venezolanas que
cruzaron el Darién, pero solo en 2022 esta cifra superó los 150.000 y en 2023
este registro se duplicó. Una de las razones del precipitado aumento del paso
de población venezolana por el Darién fue la decisión de México y de varios
países centroamericanos de exigir visados a los migrantes que provenían de
Venezuela. Eso impulsó a muchas personas, que no podían llegar
legalmente a México, a cruzar por el Darién, lo que evidencia que se necesitan
respuestas coordinadas y no acciones aisladas de los diferentes países.
En
Panamá la cuestión migratoria por ahora no ocupa el centro del interés
ciudadano. Según datos de LAPOP 2023, menos del 1 % de la población considera
que la migración es el principal problema del país. En el caso de los migrantes
en tránsito, hay que precisar que el Darién es una de las áreas menos pobladas
del país, con un 1,3 % de la población nacional en la provincia más extensa del
Istmo, por lo que el tránsito de los migrantes es presenciado por un pequeño
segmento de la población. Aun así, es destacable que un 61 % de las personas
encuestadas consideran que Panamá y la comunidad internacional deben asistir a
estos migrantes en tránsito, y este dato se amplía en el caso de la población
más joven (71 %). Es decir, la población panameña expresa empatía con esta
situación.
Pero
en relación con la acogida, las opiniones son más complejas. Hay que tomar en
consideración que Panamá ha sido receptor de un importante contingente de «la
diáspora venezolana». Según La Agencia de la ONU para los Refugiados, 7,7 millones
de personas han abandonado Venezuela, y más de 6,5 millones han sido acogidas
en 17 países de América Latina y el Caribe. En cifras globales, esto supone que
más del 25 % de venezolanos y venezolanas han abandonado su país. En el
caso panameño, la llegada de personas venezolanas ha aumentado tanto que, según
el censo de 2023, se ha convertido en la segunda población migrante más
numerosa tras la colombiana, acercándose mucho a esta. Incluso si se
mantuviera, este ritmo de llegadas podría generar que en algún momento la
población venezolana superará a la población colombiana, lo que supondría un
hito histórico.
En
relación con las personas encuestadas en LAPOP 2023, un 73 % no tiene problema
en que sus vecinos sean venezolanos, y siete de cada diez comprenden que, por
la situación de extrema dificultad económica, política y de inseguridad de su
país, las personas venezolanas tengan que desplazarse a Panamá. Pero estos
datos contrastan con un 78 % que consideran que la población venezolana
debilita la cultura nacional y un 66 % que considera que empeora la economía,
siendo los segmentos con menor riqueza los que expresan una mayor
predisposición a percibir estas amenazas.
Panamá
se ha caracterizado por ser un país de acogida, «el crisol de razas y
culturas», pero una coyuntura heredera de sucesivas crisis causadas por la
pandemia y por el impacto de la subida de los precios, agravada en un contexto
internacional de volatilidad económica y política, hace que la
migración pueda generar percepciones muy negativas en los países receptores,
por lo que se necesita una especial atención a este fenómeno.
Según
las autoridades migratorias panameñas, hasta septiembre de 2024 se ha dado un
notable descenso en la llegada por el Darién, una rebaja del 35 % hasta el 25
de septiembre de 2024, lo que puede estar marcando un cambio de tendencia.
Estos datos podrían indicar que las medidas de repatriación y de control
del flujo migratorio están teniendo éxito en 2024, pero por otra parte
hay que tomar en consideración que, de acuerdo con Acnur, las peticiones de
asilo de la población venezolana han aumentado un 25 % desde la celebración de
los comicios, y que se están abriendo nuevas rutas marítimas de tránsito.
Aún no
se conoce de manera certera cuáles podrían ser las consecuencias migratorias de
un agravamiento de la crisis política en el país venezolano, pero sí es
razonable proponer una mayor implicación de la comunidad internacional, con el
seguimiento y las medidas oportunas para atender a este flujo migratorio. En
especial, se necesita el compromiso de Estados Unidos, ya que es la estación de
llegada de estos migrantes en tránsito.
Jon
Subinas
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