María José Dugarte 22 de noviembre de 2024
Algunas
ya cumplieron cuatro meses sin abrazarlos o conversar bien con ellos, pero
nunca han dejado de estar cerca de las cárceles de Tocuyito, Tocorón, Yare III,
Crisálida, El Rodeo y El Helicoide para atender o denunciar cualquier
irregularidad dentro de los penales. Son madres, suegras, abuelas y esposas que
coinciden en lo mismo: ahora no es momento de callar ni de desistir
El
miedo desapareció. Lo que ahora realmente preocupa a las madres es que sus
voces se escuchen hasta que sus hijos sean libres. Por eso dicen sus nombres,
muestran sus fotografías y presentan documentos que demuestran lo inobjetable:
son jóvenes inocentes y las acusaciones de terrorismo e incitación al odio son
infundadas.
Estos
muchachos han pasado cuatro meses encarcelados y no han podido ver a sus
familias.
Al momento de su detención, madres y padres no se detuvieron hasta encontrar donde fueron recluidos. Al conseguirlos, hicieron campamento. Se les veía en a las afueras del penal o siguiendo a los defensores asignados por el Estado venezolano para que se supiera la única verdad: las detenciones no tenían justificación legal.
Según
la organización Foro Penal, hay 1.963
detenidos. De esa cifra, 1.836 son mujeres y hombres que fueron apresados
luego de las elecciones del 28 de julio. Ell resto habían sido detenidos
previamente. Sin embargo, existen otros registros, como el del Comité por la
Libertad de los Presos Políticos (Clipp) que, hasta el jueves 21 de noviembre,
contabiliza la misma cifra que da el gobierno de Nicolás Maduro: al menos 2.500
detenidos.
Yorman
José Guerra tiene 18 años de edad y está recluido en la
cárcel de Tocuyito, en Carabobo, desde mediados de agosto. El joven es del
estado Cojedes y fue apresado por la Dirección General de Contrainteligencia
Militar (Dgcim) la noche del 31 de julio, cuando regresaba de la casa de su
novia.
Rosa
González, su mamá, se enteró de la detención de Yorman porque una vecina le
contó. Ella pasó cuatro días buscando información sobre el paradero de su hijo,
pero los funcionarios se la negaron. Tuvo que esperar 10 días para dejarle
alimentos y ropa porque antes no se lo permitieron. 15 días después, fue
trasladado a un penal de San Carlos y luego a la cárcel de Carabobo.
Ella
esperaba ver su nombre entre la lista de 36 hombres que fueron excarcelados el
pasado sábado 16 de noviembre en Tocuyito, pero no fue así: «A mi hijo no le
tocó todavía», dice.
Una de
las hermanas de Yorman esperó dos días a las afueras del penal de Tocuyito con
la esperanza de que saliera otra lista. Nada pasó y regresó a Cojedes: «Le dije
que se fuera para la casa porque me daba miedo de que ella estuviera allí y se
presentara algún problema».
Para
intentar agilizar el caso de Yorman, Rosa tiene que viajar más de cinco horas
hasta Caracas, donde está la fiscalía con competencia de terrorismo.
Moverse
desde Cojedes para estar la mañana de este 21 de noviembre a las afueras del Ministerio
Público le costó más de 11,5 dólares. No viajó sola porque un grupo de más de
20 madres se organizó para alquilar un bus y acompañarse frente a los
funcionarios y la prensa.
«Ahorita
dejamos unos papeles. No nos dijeron casi nada. Solo que nos llamaban para una
reunión. Estamos prácticamente sin respuestas. Uno habla con el abogado
público, que está aquí en Caracas, y ellos dicen lo mismo: que no saben nada.
Uno viene de tan lejos, hace el sacrificio y no le dicen nada», se lamenta
Rosa.
Rosa
cuenta que en el autobús iban 22 personas, menos de la mitad del número de
personas cuyos familiares están detenidos: «No vienen por las condiciones
económicas. Viven más lejos que yo. Se les hace fuerte trasladarse para acá».
La
mamá de Yorman tiene dos semanas sin verlo. Las visitas duran 10 minutos y la
última vez notó que su hijo estaba desnutrido. No es el mismo y se percibe
incluso al hablar: ella asegura que él prefiere no dar muchos detalles sobre lo
que ha tenido que vivir.
«Ahora
sí quiero hablar»
Otra
de las madres que viajó desde Cojedes es Heiris Pérez, una mujer de 64 años
cuyo hijo fue detenido el 29 de julio en su horario laboral. El motivo: Maikol
Javier Pérez, quien es mototaxista, expresó su inconformidad sobre los
resultados electorales que dio el Consejo Nacional Electoral (CNE).
El
jueves fue la primera vez que Heiris pidió públicamente por la libertad de su
hijo. Esta vez tuvo las ganas de hacerlo porque encontró en otras madres y
padres una red de apoyo para hablar y movilizarse con seguridad. Ya no se
siente sola.
Heiris
es clara: «Necesito que tengan un poquito de conciencia. Si mi hijo hubiera
dañado, matado, me quedo callada, porque no tendría moral, pero mi hijo es
sano. Que vayan a San Ramón (el pueblo donde vive), que vayan e investiguen lo
que dicen los vecinos».
La
madre de Maikol cuenta que su hijo está muy vulnerable psicológicamente y teme
que él atente contra su vida. Como Rosa, también vio que bajó de peso. En su
última visita, le habló de la última comida que le sirvieron: un bollito y una
rodaja de mortadela. El agua que bebía no era potable porque su color era
marrón y tenía sedimentos.
«Lo
que están haciendo es quebrantar aún más la sociedad. Ellos están arriba, pero
abajo, donde estamos nosotros, aguas abajo, eso es una bomba de tiempo.
Necesito estar feliz en diciembre. Necesito que tengan un poquito de
conciencia. Mi hijo cumple años el 31 de diciembre, cumple 40. Si esto es un
castigo, yo pido que cese», expresa Heiris.
Las
mujeres que están en Yare III
Thailis
Berrios tiene 21 años de edad, vive en Los Valles de Tuy, en el estado Miranda,
y fue detenida cuando regresaba a la casa de su novio el 29 de julio. La
persona que habla por ella es Gardenia Pérez, su suegra, quien se ha encargado
de denunciar su caso junto a su familia.
Thailis
es una de las cuatro mujeres que está en el Comando 442 de la Guardia Nacional
Bolivariana, ubicado dentro del penal de Yare III, una cárcel exclusiva de
hombres: «Ahí a ella le han dado tres crisis de asma. Antes estaba en control
porque ella tiene problemas en los ovarios, tiene un mioma. Y no ha recibido
ninguna atención médica. Sus familiares han hecho lo imposible para hacerle
pasar uno que otro medicamento».
«Esto
es un dolor doble. Porque ella es como mi hija, es educada, trabajadora, le
gusta la costura e iba a comenzar a emprender diseñando su propia ropa. Y
también por mi hijo, que está afligido y constante con ella, y saber que él
perdió su trabajo por la situación», expresa.
Gardenia
cuenta que ni ella ni la madre de Thailis han dejado de ir al penal. Juntas han
creado un vínculo de acompañamiento con las otras mamás: «Estamos día y noche
esperando verlas salir por esa puerta. Nosotras somos más que familia. Es
nuestra lucha».
Denunciar
la arbitrariedad incluso frente a la policía
Cada
historia de los presos políticos es diferente, pero a cada madre que asistió a
la fiscalía la mueve lo mismo: conseguir la la libertad plena de sus muchachos.
Los relatos, que los cuentan en voz alta incluso frente a los policías y otros
cuerpos de seguridad que hacen fotos y videos de quienes asistieron a la
concentración, son prueba de lo que ocurre adentro de las cárceles de Tocorón,
Tocuyito, Yare III, El Rodeo y también El Helicoide.
El
Clipp hasta el jueves solo registraba 130 excarcelaciones de los 225 casos que
Tarek William Saab, fiscal de la República, aseguró que revisaría el Ministerio
Público para comenzar a liberar. Quienes salieron, están bajo régimen de
presentación y son, en su mayoría, hombres y mujeres con patologías previas o
cuya salud se deterioró dentro los penales. Sin embargo, las madres y
defensores de derechos humanos aseguran que la vida de todos están en riesgo
por las condiciones de las cárceles.
«A
ellos se les ha tratado de una forma injusta. Les dan comida con gusanos, con
uñas, con pelo. La comida está podrida. Pasta que es masa de pasta. Carne
podrida. Frijoles pasados y ellos tuvieron diarrea. Tuvimos que darles insumos
médicos mediante otras personas porque el penal no tiene. El agua es amarilla,
insalubre. Solo nos permiten pasarles un kilo de galletas y a veces los
custodios le sacan parte de eso. Y una botella sellada de 5 litros de agua nada
más. Dos veces al mes nos permiten ver a nuestro hijos», expresa Marta Cardona.
Su
hijo se llama Luis Armando Quiñones y fue detenido mientras se trasladaba con
su niño y esposa a vender una bicicleta. Marta sabe que su condición de salud
es delicada porque consiguió el informe médico original que lo indicaba.
Según
los testimonios, a Luis lo golpearon y le generaron una escoliosis. Dejaron su
cuerpo lleno de hematomas y también electrocutaron sus testículos: «A muchos de
aquí les pasó lo mismo».
Hasta
conseguir la libertad
Yelitza
Vergara es madre de Miguel González, un joven de 18 años, que fue detenido
dentro de su casa mientras jugaba en la computadora. Aunque se inscribió en el
CNE y estaba ilusionado por votar, su hijo no pudo hacerlo porque en su centro
electoral hubo irregularidades en el proceso: «Le robaron su primer voto y su
libertad». Él está detenido en Yare III, en el estado Miranda.
Hasta
mediados de septiembre, Yelitza no sabía dónde estaba recluido Miguel porque él
fue trasladado arbitrariamente al penal. El 16 de noviembre, cuando se
concretaron algunas excarcelaciones, ella solo vio salir a 26 hombres y uno era
un adulto mayor de la etnia wayú. Espero a ver si Miguel salía más tarde y no
fue así. Tuvo que regresar a casa sin respuestas.
De su
hijo tiene pruebas de buena conducta: Miguel estudia para ser piloto y hay
documentos que lo prueban. También cuenta con el testimonio de una vecina que
le ayudó a vestir a su hijo antes de que las autoridades lo montaran en el
vehículo oficial. Él solo tenía un short y sus sandalias puestas.
Yelitza
y otras madres se aferran a la protesta pacífica, incluso cuando hay denuncias
de que esta semana en Yare III algunos presos han tenido que llamar a
familiares para que les envíen dinero para comprar alimentos. Es por esa razón
que continuarán hablando de lo que ocurre, quedándose frente a las cárceles
hasta que las puertas se abran u otra lista con nombres lleguen. Van a celebrar
incluso si no son sus hijos, esposos o nietos porque al final el deseo de todas
es el mismo: pasar la Navidad juntos.
Tomado
de: https://elestimulo.com/de-interes/2024-11-22/presos-politicos-tocoron-tocuyito-yare-concentracion/
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