Por Lissette
González, 06/08/2013
Pasan los días y la cotidianidad se llena con
los ajustes que toca hacer en estos tiempos en los que el colegio de los hijos
aumenta 35%, la comida aumenta 40%, la lista de útiles escolares (sin contar
los uniformes, que eso será cuando se acerque el inicio de clases) es igual a
tu quincena y en medio de este marasmo, tu sueldo solo aumentará 10%. Las
estrategias de adaptación incluyen: sobrevivir más allá de lo prudente con
lentes rallados y vencidos, que el carro pase siete meses sin aire
acondicionado, decir adiós a la señora que cuidaba a tus hijos por las tardes,
que el mercado empiece a tener cada vez menos artículos no indispensables (otro
descubrimiento es cuánto puede variar el concepto de indispensabilidad cuando
la plata no alcanza), que no haya viaje de vacaciones y tampoco plan
vacacional.
Esa es la agenda de la gente. Sus problemas
cotidianos tienen que ver con la inflación, el desempleo, la escasez, pésimos
servicios de agua y luz, congestión vehicular, insuficientes y caros servicios
de transporte público y, la guinda de la torta, una aterradora inseguridad, a
cualquier hora y en cualquier lugar. Mientras tanto, la dirigencia del
oficialismo persigue corruptos de poca monta y lanza conocidos artistas y
peloteros sin experiencia alguna en militancia política o gestión pública a las
alcaldías de las capitales del país. La dirigencia opositora cierra filas ante
los atropellos al diputado Richard Mardo, anuncia la inscripción de los
candidatos que ganaron en las elecciones primarias a las próximas elecciones
regionales llamando a votar masivamente y se inician las tensiones electorales
con el anuncio del MAS, que irá a las elecciones regionales con la tarjeta del
partido y no la unitaria. El ultraescualidismo se rasga las vestiduras por la
partida de nacimiento de Nicolás Maduro, cuestiona a Capriles por vendido o
cobarde que no “cobra” su victoria del 14-A y llama a tomar la calle, excepto
cuando la protesta es convocada por la Mesa de la Unidad. No sé qué piensan
ustedes, pero para mí este panorama sugiere que los venezolanos estamos solos
con nuestros problemas, parecemos simples espectadores de una mala función en
un teatro o, peor aun, alrededor de un ring de boxeo en el que un peso mosca
reta a un peso pesado por el título y además el réferi es como Shakira (sordo,
ciego, mudo).
Parecemos espectadores en el juego de otros,
no los protagonistas ni los principales interesados en el desenlace. Ninguno de
los actores políticos en pugna nos ofrece alternativas frente a nuestras
penurias. No nos muestran proyectos, ni siquiera promesas. Los ciudadanos deben
apoyar a los líderes que convocan a marchas y yo creo que debería ser al revés:
los dirigentes políticos deben apoyar las luchas populares por la inseguridad,
los servicios públicos o el presupuesto justo para las universidades y darles a
estas demandas, legítimas, cauce político. Que los problemas sociales adquieran
visibilidad política. Que los políticos representen nuestros intereses y
discutan en torno a los problemas sociales y económicos, que la gente sienta
que votar por la opción a A o B supone un cambio importante para su futuro.
Ambos sectores están concentrados en su lucha
por el poder: el oficialismo en mantenerse a pesar de la crisis económica y la
muerte del líder carismático, la oposición en ganar nuevos espacios en su
camino a convertirse en una real alternativa de gobierno. Enfrascados los
líderes en esta lucha, el pueblo parece un apenas recurso del que ambos bandos
se apropian con el propósito de ganar elecciones, legitimidad. De allí el vacío
fuera de los periodos electorales. De allí el énfasis en las encuestas y en el
marketing y no en la discusión abierta y profunda necesaria para construir un
proyecto que dé respuestas no a nuestro grupo de adeptos, sino a los diversos
sectores del país. Un discurso que nos ofrezca el camino hacia ese otro país
que queremos y podemos ser, que nos enseñe por qué las elecciones municipales
el 8 de diciembre son un paso necesario para ese futuro mejor. Si no cambian
nuestros dirigentes su estrategia, veo poco probable que se logre un cambio
político relevante. Y sin cambios políticos, nuestra cotidianidad será cada vez
más asfixiante. Este es un llamado de auxilio a nuestros políticos, ¿aló,
alguien me escucha?
Lissette González
@LissetteCGA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico