JAVIER IGNACIO MAYORCA 6 DE
OCTUBRE 2013
“¿Alguien
puede pensar que con los precios actuales es posible impedir el contrabando de
gasolina a Colombia? Con acciones y omisiones se han creado inmensos mercados
ilegales”, ndicó
En uno de los focus group diseñados
para medir la percepción del venezolano sobre el delito organizado, el
sociólogo Roberto Briceño León se percató de hasta qué punto las mafias han
reemplazado al Estado en las comunidades.
En una de las sesiones, una mujer
declaró abiertamente su preferencia a entenderse con los malandros del barrio
en vez de los policías. Argumentó que los primeros están todo el tiempo en el
lugar, mientras que los uniformados se van al terminar la jornada. En este
aspecto Venezuela no se diferencia en mucho de lugares como Sicilia o Nueva
York, donde el crimen organizado se estructuró como servicios de seguridad.
-Hemos observado que el delito
organizado crea mercados que luego intenta controlar a partir de la fuerza. Eso
crea una cadena de efectos que al final repercuten en el incremento de la
inseguridad. Es el mismo delito organizado que corrompe y afecta la democracia.
-En el informe que presentaron se
sugiere una diversificación de las actividades del crimen organizado hacia
nuevas áreas. ¿Cuál es la relación que se plantea entre estos grupos y el Estado
venezolano?
-El Estado con sus políticas propicia
el delito organizado. Las regulaciones, controles y subsidios fomentan el
delito organizado. Con su incapacidad y, en algunos casos, con su complicidad
lo favorece. Vea por ejemplo el contrabando de gasolina. ¿Alguien en su sano
juicio puede pensar que con los precios que tiene actualmente existe siquiera
la posibilidad de impedir el contrabando a Colombia? Con la decisión de tener
este precio han creado un inmenso mercado para el delito organizado. En lo
conceptual, este precio es absurdo. Cuando se crea la posibilidad de obtener
una inmensa ganancia surge el mercado ilícito. Alguien va a querer controlarlo.
Eso se hace a partir de la fuerza y de la corrupción.
-¿La fuerza de los militares?
-De los militares y de las bandas
armadas. Esto hace que surja la violencia. Luego el Estado tiene que volver a
intervenir para intentar la represión. Pero no tiene capacidad ni voluntad
real. Lo mismo ha pasado con el mercado de las divisas. El raspadito de las tarjetas
a escala es delito organizado. Podrán poner captahuellas, pero seguirán
inventando modos de eludir los controles.
-Cadivi, control de precios en todos
los niveles, Ley del Trabajo, ¿cuál es el propósito de tantos instrumentos
legales?
-Ejercer un control social que impida
la protesta y la lucha. Eso se viene dando en el país. Uno ve que en Brasil los
maestros salieron a protestar por una mínima porción de lo que ocurre aquí. Hay
también una inmensa tranca ideológica. El Gobierno cree que es posible regular
la vida social y controlar a los individuos en todas sus actividades. Aquello
del “hombre nuevo”. Esto criminaliza muchas conductas. Contradictoriamente, a
pesar de todas estas normas, la gente hace lo que le da la gana. Vea por
ejemplo el mercado de vehículos con la nueva ley. Los vehículos usados se
venden con dos cheques. Uno, con el precio que está en el tabulador, y el otro,
con el del mercado.
-La encuesta arroja cifras
interesantes sobre el sicariato. ¿Hay en el país algo así como una Oficina de
Envigado?
-Ya se habla de sicariato
habitacional, ante el abuso de ciertos inquilinos. Cuando se tranca el juego
con normas que obedecen a consignas populistas, y se crea un desbalance muy
grande entre las partes, la amenaza hace que aparezcan grupos que ofrecen estos
servicios. En la encuesta 4 de cada 10 personas dijeron que es muy fácil
conseguir a alguien para matar. Estamos hablando de múltiples formas de delito
organizado. Los grupos están en proceso de estructuración. Cada uno ve cómo
explota estos sectores del mercado.
Briceño recordó que en las sesiones
con grupos focales la mayoría de los participantes reprocha la decisión de
tomar la justicia por cuenta propia. No obstante, aclaró, “a veces se ve como
algo inevitable”.
-La misma semana que presentaron la
encuesta sobre delito organizado vimos el saqueo de un camión de carne en la
autopista Francisco Fajardo, a la altura de Los Ruices. Algo de eso ya se ve en
el oeste. ¿La gente siente que tiene el derecho de robar?
-Siente que tiene el derecho de hacer
lo que sea con impunidad: robar, faltar al trabajo, robar donde se trabaja y
que no la despidan. Siente que puede ofender o asesinar a policías y que no les
pasará nada. Entonces, cuando se trata de poner orden vienen conflictos
mayores.
-¿Es lo que ustedes sociólogos llaman
anomia?
-Es el quiebre de la norma como
reguladora de las relaciones sociales. Ahora, el exceso de normas también hace
imposible que se acaten en su totalidad. La norma debe ser sencilla y que haga
posible la vida en sociedad. Venezuela se nos volvió impredecible. Eso tiene
altísimos costos que deben cubrir desde los grandes inversionistas hasta el
bodeguero.
-¿Está el presidente Maduro en
capacidad de darse cuenta de esta situación?
-No sé si captan el desastre que han causado
en el país: esta anomia, que, en buen venezolano, es desmadre. ¿O es que tener
que llevar milicianos para que sean cajeros del Bicentenario es normal?
-En todos estos temas aparecen los
militares, pues el país está militarizado. Hay algo contradictorio: la gente
cree que ello ponen orden, pero en la encuesta sale una mayoría que los implica
en tráfico de drogas.
-Esa doble percepción existe en la
población. Lo que la gente quiere cuando apela a las dictaduras es que se
cumpla la ley. También por eso votaron por Chávez.
-¿Qué tanto coincide Venezuela con la
experiencia soviética, donde toda una clase social, los llamados vor-y-zakone,
se formó en las cárceles y en el enriquecimiento con la violación de las normas
impuestas por el régimen? ¿Serán nuestros boliburgueses?
-En la Unión Soviética había orden y
hasta disciplina. En Venezuela esto se da en medio del desorden. La percepción
de la gente es que aquí hasta el delito organizado es incumplido. Hay tanto
desorden que no pueden instituirse los grupos que de alguna manera usufructúan
el poder. Por ejemplo, reformaron la Ley del Trabajo para destruir la empresa
privada. Hasta cierto punto lo han logrado, pero crearon un monstruo que se les
está revirtiendo.
-¿En Venezuela las mafias tienen una
relación parasitaria con respecto al Estado? ¿Cómo es en otros lugares? ¿O hay
una mafia que gobierna?
-Cuando un gobierno se enquista y se
convierte en un cogollito no se diferencia en gran medida de la mafia. Esa
diferencia la capta la población chavista. Se dan cuenta de la necesidad de
tener un Estado que no sea simplemente el brazo de un partido político.
Pérdida de autoridad
Los números arrojados por la encuesta
sobre delito organizado le permiten a Roberto Briceño León concluir que el
Estado está en un proceso de pérdida de autoridad.
Una de las evidencias es la
selectividad con la que actúa al momento de ejercer la represión. Mientras que
algunos sectores reciben “todo el peso de la ley”, el sociólogo recuerda que a
los colectivos armados no los han tocado. Grupos como La Piedrita y las Fuerzas
Bolivarianas de Liberación ni siquiera figuran en el discurso oficial.
“Es necesario hacer que el Estado se
convierta en un verdadero protector, pero no de un solo sector. Debe demostrar
que es cualitativamente superior que una mafia”, señaló.
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