Omar Barboza Gutiérrez diciembre de 2014
Al finalizar este año 2014, la caída de
los precios petroleros que hemos debido prevenir con ahorros, agrava la
dimensión de la crisis que hoy afecta a la nación venezolana, que incluye la
incapacidad de los poderes públicos para contribuir a soluciones eficaces, por
cuanto están colonizadas por la voluntad político – partidista del oficialismo.
En el chino mandarín la palabra crisis
se representa con dos ideogramas que expresan las ideas de “peligro” y de
“oportunidades”. En nuestro criterio, la crisis venezolana tendrá una u otra
significación dependiendo de la interpretación que le demos, y de la actitud y
propósito con el cual la abordemos.
Quienes consideren que estamos ante una
crisis coyuntural que se puede resolver con algunas modificaciones van a proponer
fórmulas o parches que no harán otra cosa que prolongarla, es decir,
mantendrían vigente la significación de peligro.
Creemos sinceramente, pensando en el
bienestar de las futuras generaciones, que esta crisis debe convertirse en la
gran oportunidad histórica para poner en marcha un cambio profundo en la nación
venezolana que rescate los valores de la honestidad, del trabajo, del sincero
amor al prójimo, a la Patria incluyente, el respeto entre los ciudadanos, y el
respeto al estado de derecho, con instituciones públicas independientes capaces
de garantizar la vigencia de todos los derechos humanos, donde la garantía de
su eficiencia sea la honorabilidad de sus integrantes y no por quienes
reconociendo su falta de méritos para integrarlas tratan de compensarlo con
incondicionalidades vergonzosas. De la profundidad de los cambios que
implementemos depende el futuro de Venezuela.
Debemos comenzar ese cambio enterrando
para siempre el mito del “hombre fuerte” que es contrario a la moderna
civilidad, como paso previo al progreso que disfrutan las naciones del primer
mundo. El militarismo fuera de los cuarteles, invadiendo el ámbito de la
ciudadanía solo es garantía de atraso para la nación, y de desviación de su
función Constitucional por parte de quienes son depositarios de las armas de la
República, y que deben garantizar la vigencia real de la Constitución. Los
valores que deben inspirar a nuestros ciudadanos del futuro, están bien
representados en personas como José María Vargas, Andrés Bello o Rómulo
Gallegos, cuyos ejemplos fortalecen la civilidad.
En estos momentos es muy importante
tener presente que la única revolución posible en esta época de la humanidad,
es la del conocimiento. En ese camino estamos muy atrasados y tenemos la
necesidad de dar grandes saltos cualitativos y cuantitativos. En la época de la
revolución industrial se consideraba que 10 años de atraso, tenían el efecto de
medio siglo. Imaginemos lo que significa ir retrasados en la época de la
sociedad del conocimiento y de la información. Sólo la educación de calidad, el
apoyo a la investigación, y las nuevas tecnologías, nos pueden acercar al lugar
que verdaderamente nos corresponde. Recordemos al gran físico alemán Albert
Einstein diciendo: “En los momentos de crisis, solo la imaginación es más
importante que el conocimiento”. En consecuencia, la creatividad, la innovación
y el emprendimiento, teniendo claro nuestros objetivos para el cambio, deben
ser aliados permanentes en la ruta que tenemos por delante.
Nos encontramos en el tránsito forzado
de la sociedad agraria a la del conocimiento, sin haber logrado como paso
intermedio nuestro desarrollo industrial, porque, en vez de estar buscando
nuestro desarrollo integral al lado de las naciones más avanzadas del mundo,
hemos estado buscando al hombre a caballo, a los supuestos mesías, que cuando
han llegado ha sido para dividirnos y hacernos retroceder.
Es necesario que nuestros líderes,
cualquiera que sea su posición política, comprendan que ante el desarrollo de
una economía global, se hace vigente un nuevo concepto de soberanía que nos
impide decidir sobre nuestra macroeconomía, sin tomar en cuenta que los tiempos
del desarrollo con inflación, de los desequilibrios presupuestarios, o de la
sustitución de importaciones, ya han sido superados. Que la soberanía de hoy
está condicionada por la necesidad de cumplir con nuestros compromisos
internacionales y darle credibilidad al manejo de nuestra economía.
Los nuevos tiempos nos exigen para ser
creíbles ante la comunidad internacional, y eficientes en la solución de los
problemas nacionales, una gran transparencia en el manejo de los recursos
públicos, no solo por obligación, sino principalmente por convicción.
Celebremos la Navidad, comprometidos a
luchar por un futuro que incorpore a Venezuela a la modernidad, con plena
vigencia de todos los derechos ciudadanos.
omarbarboza1@cantv.net
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