Por Adriana
Vigilanza García, Abril, 2009
El pasado 22
de abril, la BBC le hizo una entrevista a la neuróloga italiana y Premio Nobel
de Medicina, Rita Levi-Montalcini, con motivo de sus 100 años[i].
La entrevista es muy interesante porque se centró en averiguar cómo alguien tan
longevo permanece lúcido y activo. Relató la neuróloga que en la época de
Mussolini ella corrió graves peligros por ser judía y tuvo que montar su
laboratorio en su cuarto y trabajar a escondidas, enfrentando no sólo a
Mussolini sino a su propio padre, quien no creía en las capacidades
intelectuales femeninas. No pasaron
demasiados años antes de que se convirtiera en galardonada con el Nobel de
Medicina y hoy dedica sus esfuerzos a enseñar a las mujeres del África, grupo
étnico que considera de los menos favorecidos en términos de oportunidades, por
discriminación en razón del sexo. La doctora, tan lúcida, tan obviamente
inteligente, sin embargo pronunció una, para mí, muy desafortunada frase. Dijo:
“(…) Yo afortunadamente soy de izquierda, no de derecha. Yo soy fuertemente de
izquierda, lo que quiere decir creer en el progreso y en la paridad, mientras
la derecha es lo opuesto (…)”.
Al leer esto
imaginé lo que sería tratar de explicarle a esta científica en lo que se ha
convertido la "izquierda" latinoamericana: En Venezuela, es un puñado
de militares rencorosos, envidiosos, anti-semitas, vagos, corruptos y más
fascistas que Mussolini. Poco o nada “progresistas”. También son “narco-gasolina-oro”
traficantes. Por no agregar “uranio productores con fines bélicos”, que es algo
que se rumora a voces en cualquier medio
en Venezuela y que ya transcendió nuestras fronteras. Nada difícil de creer,
dada la alianza de “la izquierda” con los fundamentalistas árabes representados
en Mahmud Ahmadineyad. Fundamentalistas que harían “puré” de la Dra Levy, como
lo han hecho ya con otras mujeres de ciencia, por cierto.
En cuanto a
la "paridad" de género, difícil explicarle a la médico italiana que aquí
no existe. Lo que existe es la utilización, por parte de un hombre
machiavélicamente hábil, de la figura femenina, para hacer su “real” voluntad,
pero quedar muy bien visto en el “primer mundo”. Casi todos los cargos de
presidencia de los Poderes Públicos en Venezuela son ocupados hoy por mujeres. Hay una "Presidenta" (para seguir la
pésima costumbre oficialista de destruir la ortografía con tal de vender que
respeta la paridad de género, donde no aplica) del Tribunal Supremo, hay otra “Presidenta”
de la Asamblea Nacional; hay una "Fiscala" (sigue mi burla, por el
empleo excesivo de género femenino, en nuestras leyes, cundo es incorrecto,
gramaticalmente) y también hay una Defensora
del Pueblo (o del puesto, como también, en burla, se le dice). El único hombre
es el Contralor General, quien no cuenta para nada (literalmente). Vistos
desde afuera, somos el paraíso de las feministas. Pero eso es sólo “otra
fachada más”. Ninguna, NINGUNA de esas mujeres ejerce poder alguno. Hacen lo
que se les ordena. Punto. Y pruebas de las órdenes que públicamente les imparte
“su señor”, el “hombre”, hay suficientes. Aquí la cosa es hacerle el juego al
cuadillo militar.
Por eso,
decepciona tanto que una mujer tan inteligente como la centenaria médico
italiana, hable aún de "derecha" e "izquierda" y meta a la
gente en esos dos grupos, con un estereotipo tan pasado de moda como el de que “izquierda
es igual a bueno” y “derecha es igual a malo”. Eso demuestra que, evidentemente,
ella quedó traumatizada por Mussolini. Pero para nosotros, Mussolini era un
perdedor, no un hombre "de derecha". Creemos que hay hombres y
mujeres malos y buenos, esencialmente abiertos al bien y a crear, en paz, los
primeros o encasillados en destruir, odiar y pelear, los segundos. Y ninguno de
esos dos grupos es exclusivo, ni de la "derecha", ni de la "izquierda",
si es que tal diferenciación todavía existe.
Mi dolor
radica en que el estereotipo lanzado tan alegremente por la científica italiana
le está haciendo mucho daño a Venezuela y a los demás países que han caído bajo
la égida del caudillo militarista-pseudo socialista. En verdad, lo que los
hombres y mujeres de la modernidad debemos plantearnos es “Dime qué haces y te
diré quién eres”. ¿Creas o destruyes? ¿Envidias o admiras? ¿Te compadeces
todo el día por tu mala suerte o te obligas a luchar? ¿Esperas que te den o te
esfuerzas en ganarte tus cosas?
Esa parte del mensaje de la bióloga centenaria sí es digno de difundir. Por eso
lamento tanto el empleo del estereotipo "izquierda" y "derecha".
Ha servido para justificar lo injustificable en América Latina, por parte de
Europa.
Vale la pena
preguntarse qué está produciendo la “izquierda” latinoamericana. Destrucción
inmisericorde del ambiente, corrupción galopante, pérdida de valores,
antisemitismo, "ratacuerismo"
para obtener privilegios. Mediocridad para que nadie ose alcanzar posiciones de
poder en contradicción con el líder único. Líder único, pensamiento único. Parejas
de millonarios que se turnan en el poder (los de Argentina). Millonarios latifundistas,
que se dicen "revolucionarios" (“Mel” Selaya). Ejecutivos –muchos
bien gordos, como para creerles que sean de “izquierda”, siguiendo el
estereotipo de la Dra Levy- que se
venden al mejor postor y dan la espalda a los pueblos (Insulza, Antonini
Wilson, Kaufmans, Uzcáteguis, Jose Vicente Rangel y otros). Presidentes de
potencias que con tal de no perder negocios, se hacen los locos con tiranos
(Lula y quien sabe si hasta Obama). Emporios económicos hechos con robo
(Diosdado Cabello, Rodrigo Cabezas, Merentes, Nóbrega –no negamos que haya unos
cuantos "opositores" que entren en ese lote, también). Y un largo
etcétera de cosas nada agradables. ¿Es justo decir que esta es la
"izquierda" latinoamericana?
Por sus bocas, lo sería. Pero seguro que hasta en la "izquierda" Latinoamericana.
queda gente decente. Por eso, no es bueno meter a la gente en sacos. Nadie
tiene el monopolio del bien, ni del mal.
Hay que
decir que diferente sería hablar de “Mussolinismo” o “Chavismo”. Esas sí
serían, por lógica, corrientes identificadas con la conducta de un solo
individuo, quien les da nombre. Por eso, sí podría uno decir “el chavismo es
malo”. Porque la conducta del líder –que además pretende ser único- es
destructiva y asfixiante. Y si alguien lo sigue, es porque acepta esa conducta
y ese trato para con los “diferentes”. Quienes no aceptan eso, hace rato
dejaron de llamarse a sí mismos “chavistas”. Es el caso del grupo “humanista”
que hoy se las ve negras en una decadente Asamblea Nacional, para que los
escuchen. ¿Será que ellos se consideran ahora “de derecha”? No lo creo. Pero
“chavistas”, menos!
Entonces,
hay que tener mucho cuidado con los estereotipos que tipos (y valga la
redundancia) como Chávez, saben manipular para “cautivar” simpatías allá lejos, muy lejos, donde su totalitaria
presencia se diluye en el imaginario de la “izquierda”.
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