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lunes, 6 de junio de 2016

Tic-tac-tic-CLAP: los Juegos del Hambre de Venezuela, por @ysrraelcamero



Ysrrael Camero 05 de junio de 2016

Nada de esto es una sorpresa sino la consecuencia de la destrucción. Hemos pasado del desabastecimiento a la escasez. El fantasma del hambre cubre con su sombra a Venezuela entera. Con el hambre llega la desesperación, el abuso, la indignación y la protesta. El gobierno tendrá que aprender por la mala que con el hambre de la gente no se juega.

La semana pasada llegó la legítima indignación pública a unas pocas cuadras del Palacio de Miraflores. Hombres y mujeres hambrientos protestaron en la Avenida Urdaneta y en la Avenida Fuerzas Armadas, mientras elementos de los colectivos atacaban a los periodistas que pretendían dar la noticia.


El reloj está corriendo, tic-tac-tic-tac, y la explosión ahora ocurre a diario, en los sectores populares, en todo el país. Desplazar el conflicto no evitará el estallido, lo colocará en las bases de un edificio que se desploma ladrillo a ladrillo.

Largas colas han crecido a las puertas de supermercados, panaderías, abastos y farmacias, hombres, mujeres, niños, ancianos, uno detrás del otro, se colocan a las puertas de estos establecimientos desde la madrugada. Sin saber que esperar, sin tener idea de lo que han de encontrar, “a ver que llega” dirá algún alma desesperada.

A cierta hora llegan unos motorizados, los “colectivos”, a imponer su “orden”, llegan nuevos abusos, pasando por encima de la multitud que ha hecho su cola pacientemente incorporan una lista de “su gente”. Grita un motorizado “acá hay 50 antes de la señora”. Llegan en tropel, hay tensión, pero pocos se atreven a protestar. Los primeros en entrar se llevan el grueso de la mercancía, los productos regulados desaparecen en poco tiempo. Pronto serán los bachaqueros quienes los venderán en espacios clave, en la Redoma de Petare, por ejemplo.

Este es el primer escenario de conflicto. Las colas han sido lugar de encuentro de una población hambreada e indignada, cada día más hastiada del abuso. Allí se ha incrementado la irritación, la ira popular, al mismo ritmo en que han desaparecido productos básicos para la vida cotidiana, la leche, el arroz, la harina de maíz.

LAS ALTURAS DEL PODER

En las alturas del poder, en Miraflores, en Fuerte Tiuna, han venido monitoreando la situación. A pesar de que sus neveras están llenas saben que la escasez de alimentos y medicinas reina en las calles de Venezuela.  Son los responsables del hambre, son quienes hicieron negocios con la destrucción de la producción nacional.

Entre los pasillos del poder circulan quienes importaron alimentos para PDVAL, quedándose con los dólares, y dejando corromper la comida en el puerto. Por esos mismos rincones del poder pululan los responsables de tantas expropiaciones, los que dijeron que importarían medicinas para quedarse con el dólar preferencial que les facilitaba un alto pana.

El hambre del ciudadano común es apenas daño colateral del mórbido enriquecimiento de la pequeña nomenklatura. Se enriquecieron con el hambre de las mayorías, pero ahora están preocupados. Tic-tac-tic-tac, vienen por ellos, lo intuyen, el aire se siente distinto, es una sensación en la boca del estómago que no logran ocultar con ningún elixir exótico.

EL CUERO SECO SE LEVANTA

La expansión del hambre ha traspasado la raya amarilla, aquella frontera que separa el miedo de la indignación desesperada y la ira popular. Entre enero y abril de este año más de dos mil protestas registradas cubrieron a Venezuela. En los primeros cinco meses de 2016 los saqueos, frustrados o efectivos, han superados los dos centenares.

Las cifras de lo ocurrido entre marzo y abril son dramáticas. Solo en el estado Miranda saquearon tres camiones y hubo dos intentos de saqueo en locales de alimentos. En Zulia saquearon cinco camiones, dos farmacias, y ocho locales de venta de alimentos, intentando saquear una más.

En oriente el fenómeno es similar, en el estado Sucre, uno de los más pobres del país, saquearon cinco camiones, intentando saquear un sexto sin éxito, así como intentaron saquear un local de alimentos. En Aragua, Falcón, Portuguesa y Cojedes saquearon un camión que cargaba comida en cada estado. En Guárico fue un local de alimentos el saqueado.

En Caracas se registró el saqueo en un local de alimentos, pero fueron cuatro los intentos, en mayo saquearon un camión. En Apure tres camiones. En Lara un camión y un intento de saqueo en un local de alimentos. En Bolívar un intento en un lugar de venta de alimentos. En Anzoátegui saquearon dos camiones y hubo un intento de saqueo en un local de alimentos.

En Nueva Esparta hubo un intento de saqueo en un lugar de venta de alimentos. En Carabobo fue un camión y un intento en un local. En Trujillo un camión saqueado, y en Táchira un local de alimentos, junto con dos intentos, uno de saqueo de un local de alimentos y otro de un camión. Estas son apenas cifras preliminares del Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social.

La respuesta del gobierno ha sido una mezcla perversa de represión y humillación. Mientras bloquea la posibilidad de una salida constitucional y democrática a la crisis política se dedican a reprimir las protestas sociales asociados con el hambre y la escasez de medicinas. Disfrazada de una extensión de las OLP se activa un aparato represivo nacional militarizado.

LOS CLAP LLEVARÁN EL CONFLICTO A CADA COMUNIDAD

Sabiendo que no puede resolver el problema de la escasez en el corto plazo el gobierno ha decidido, irresponsablemente, desplazar el escenario del conflicto de las colas en los establecimientos al seno de cada comunidad. Queriendo ver desaparecer las colas activaron los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), coordinados por los impopulares Consejos Comunales, para repartir unas escasas bolsas de comida.

Múltiples escándalos de corrupción circulan alrededor de los Consejos Comunales, robo de recursos, enriquecimiento de unos pocos a partir de la explotación de las necesidades de muchos. Nuestras comunidades populares son cada día más diversas, política y culturalmente, no así estas instituciones. Los Consejos Comunales fueron concebidos como instrumento de construcción de una nueva hegemonía política. Los reconocidos por el gobierno están vinculados al chavismo. Sobre ellos caerá la terrible responsabilidad de construir las listas para la distribución de las bolsas de comida.

Está claro que no habrá comida para todos, y las bolsas probablemente quedarán distribuidas entre aliados y amigos locales de los miembros del Consejo Comunal, el primer círculo de distribución será para los camaradas del PSUV. Para los demás, las grandes mayorías, queda el hambre y el abuso de los bachaqueros. Hacia la comunidad local se está desplazando el conflicto por los recursos limitados, quienes diseñen la lista recibirán la presión de los excluidos, de los hambrientos.

Las Fuerzas Armadas tendrán la otra pata de este sistema de distribución local de alimentos, más allá de la retahíla de ministerios de los despachos oficiales, serán los verdes quienes manejaran la movilización de la comida. Entonces, sobre unas Fuerzas Armadas corrompidas por múltiples negocios y sobre las organizaciones locales del chavismo caerá esta última etapa de la crisis. Ellos serán los encargados de la distribución. Los verdes harán negocios y los rojos distribuirán el hambre. La frase “el que parte y reparte se lleva la mejor parte” tendrá una terrible vigencia.

.., LA MANO DEL QUE TE DA DE COMER

El otro factor que es imprescindible tomar en cuenta es el mecanismo de control político y social que pretenden tener los CLAP sobre la sociedad. Obligar a todos a comer de una misma mano es el sueño del totalitarismo chavista. En medio de un escenario político de confrontación, impregnado de fuerzas crecientes que pugnan por construir un cambio hacia la democracia, la perversa tentación de chantajear políticamente a la población con la comida se convierte en un tema central.

Esto constituye una humillación aberrante que exacerbará los conflictos dentro de las comunidades. La discriminación política para repartir alimentos, en un escenario donde se colocarán alcabalas para detener el cambio político, bajo la forma de recolecciones de firmas, y reafirmazos, de amenazas contra empleados públicos, funcionarios y “beneficiarios” de los decadentes programas sociales del chavismo, generará más indignación que sometimiento.

A lo largo de estos 17 años el chavismo ha apelado a diversas formas de chantaje y de control político para establecer la sumisión social. Ante el reto del 2003 y 2004 las Misiones Sociales fueron usadas para controlar a la población, encuadrándola, controlándola, para ganar el Revocatorio de 2004.

Pero el escenario actual es distinto, por dos razones fundamentales. Primero, porque la escasez de alimentos y medicinas que sufrimos actualmente, representa la crisis más profunda de nuestra historia contemporánea, por lo que no estará el gobierno abasteciendo comida sino distribuyendo hambre. Y segundo, por el factor esperanza, me explico, si algo ha logrado remover el resultado electoral del 6 de diciembre y la campaña por el Referéndum Revocatorio es la indefensión aprendida que el chavismo había implantado. Con unos escasos ingresos petroleros y con la percepción mayoritaria de que cualquier escenario electoral terminaría con un fracaso para el gobierno, el factor esperanza puede ser más efectivo que el chantaje por hambre.

En resumen, la acción irresponsable de intentar trasladar el conflicto por la comida al seno de cada comunidad, tendrá un efecto terriblemente corrosivo en Venezuela. No podrán los CLAP distribuir alimentos inexistentes, porque no se ha aumentado la producción ni hay divisas para importar, por lo que solo distribuirá localmente más hambre y miseria. El enfrentamiento entre incluidos y excluidos se instalará alrededor de quien escriba la lista. Se ha colocado en manos de los militares y de las organizaciones locales del chavismo, una bomba de tiempo activa y potente. Son los Juegos del Hambre en Venezuela, y el gobierno es el responsable central. Tic-tac-tic-tac…

Ysrrael Camero

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