FEDERICO RIVAS
MOLINA 11 de julio de 2016
La
estrategia para resolver quién será el sucesor de Uruguay como presidente de
turno del Mercado Común
del Sur (Mercosur) deberá esperar al menos hasta el jueves. Esa ha
sido la solución de emergencia que acordaron cancilleres y representantes
diplomáticos reunidos en Montevideo para evitar, al menos por ahora, que el
traspaso rotativo que corresponde a Venezuela termine por minar aún más la
unidad del alicaído bloque comercial, que integran también Argentina, Brasil y
Paraguay. El rechazo de Asunción a que el gobierno de Nicolás Maduro, inmerso
en una profunda
crisis interna y con denuncias internacionales por la persecución de la
oposición, lidere por 6 meses el grupo obligó a suspender sobre la hora una
reunión de presidentes prevista para hoy. Y llevó a los socios a debatir la
propuesta de Brasil, que a través de su Serra, recomendó posponer
cualquier solución de fondo al menos un mes, cuando vencerá el plazo dado a
Caracas en 2014 para que adapte su economía a las condiciones bloque. La
opinión de Serra ha sido que para entonces habrá más elementos legales para
resolver la cuestión de fondo.
De
poco han servido los esfuerzos de la canciller de Venezuela, Delcy
Rodríguez, para que el tema se resolviese hoy mismo. La funcionaria llevó a
Montevideo una advertencia: negar la presidencia a Venezuela va contra los
estatutos del bloque y daña la credibilidad de los socios. “No hay que atender
a los malos modales de la derecha", dijo Rodríguez a la entrada del
ministerio de Exteriores uruguayo, antes de anunciar que “en los próximos días”
Montevideo haría efectivo el traspaso de la presidencia de turno. Pero el
entusiasmo de Rodríguez fue fugaz. Su par uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, la
desmintió enseguida. "Cada uno de los países está manteniendo su
posición", señaló el canciller, lo que obligó a los socios a pasar a
"un cuarto intermedio" hasta el jueves, plazo en que el que realizarán
nuevas consultas entre países.
La
suspensión de Venezuela ha sido un pedido expreso de Paraguay, uno de los
socios menores del bloque. Su canciller, Eladio Loizaga, dijo abiertamente que
Venezuela no tiene las “credenciales democráticas, respeto a los derechos
humanos y estabilidad económica” que necesita cualquier país que pretenda
liderar el Mercosur. Mucho más porque el grupo enfrenta, como telón de fondo,
el desafío de reactivar las negociaciones comerciales con la Unión Europea, un
acuerdo del que Venezuela ya se ha autoexcluido.
Tras
el rechazo de Paraguay, Argentina y Brasil fijaron posiciones dispares. La
canciller Argentina, Susana Malcorra, se alineó con Uruguay y defendió en
principio el respeto al calendario institucional del Mercosur, pase lo que
pase. Pero pronto debió aceptar el giro en contrario ordenado por el presidente
Mauricio Macri, quien desde Bruselas, donde viajó para relanzar el acuerdo
Mercosur-UE, criticó con dureza a Maduro. Brasil, en tanto, apostó por una
posición intermedia que patease el problema hacia adelante. En un viaje
relámpago a Montevideo la semana pasada, el canciller José Serra propuso
postergar el traspaso con el argumento de que Caracas adeuda al bloque ciertos
requisitos en “materia de normas y temas cambiarios”. Sucede que Caracas tiene
hasta agosto para adaptarse a las condiciones de adhesión pautadas en 2012,
cuando se integró como miembro pleno. La votación clave está prevista para
justo después de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
La
crisis por la alternancia apenas ha ocultado la profundidad de la crisis
abierta por la presencia de Venezuela en el Mercosur, sobre todo porque el giro
político regional y el deterioro de la situación interna del país caribeño han
alterado en forma dramática las condiciones en las que se negoció la adhesión,
hace ya 4 años. Cuando Venezuela se sumó al bloque, el presidente Hugo Chávez
aún estaba vivo, la crisis económica apenas asomaba en Caracas y el eje
“bolivariano” mostraba buena salud. Por aquel entonces, el ingreso del
principal productor de petróleo del continente fue clave para fortalecer
económicamente al bloque. Pero tras la muerte de Chávez, el 5 de marzo de 2013,
la crisis política y económica de Venezuela se aceleró y se hicieron más explícitos
los cuestionamientos hacia la calidad democrática del gobierno Maduro. Hoy
Venezuela es más un problema a resolver que una solución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico