Por Jean Maninat
El esfuerzo unitario de la
oposición democrática venezolana ha tenido en la Mesa de la Unidad Democrática
(MUD) uno de sus más efectivos logros. Bajo la Secretaría Ejecutiva de Ramón
Guillermo Aveledo, en su momento, y luego, bajo la de Jesús, Chúo, Torrealba,
se logró darle cauce a un universo complejo, poblado de líderes con mucha luz
propia, y de otros esperando el momento propicio para brillar por su cuenta.
Hubo derrotas contundentes,
avances significativos en la consolidación de espacios conquistados y la
recuperación de otros que se daban por perdidos, y, sobre todo, una superación
constante de los votos obtenidos en las elecciones presidenciales lideradas por
Enrique Capriles. Luego, para sorpresa de tantos descreídos, vendría el triunfo
incontestable en las elecciones a la Asamblea Nacional (AN) el 6 de diciembre
de 2015. No es poco cosa, ante la avalancha de ventajismo oficial.
En el camino han quedado,
por el momento, valiosos dirigentes opositores presos injustamente: Leopoldo
López, Antonio Ledezma, Manuel Rosales, y tantos otros que están en el exilio;
cientos de jóvenes estudiantes que conocieron la cárcel, y varios diputados que
fueron desaforados, entre ellos, notoriamente, María Corina Machado. Han sido
muchos los ciudadanos que perdieron la vida en estos 17 años a nombre de la
democracia.
Se dieron pasos en falso, se
cometieron costosos errores, pero, a pesar de los pesares, el balance es
positivo pues se impuso la lucha democrática, constitucional, electoral y
pacífica, y se logró avanzar en la incorporación de sectores que habían sido
ajenos al cambio en el pasado reciente. Todo gracias al tesón de la
unidad democrática.
El proyecto del socialismo
del siglo XXI hace aguas como una regadera bíblica, los herederos de su
fundador intentan armar su arca para navegar el diluvio de desafección popular
que los ahoga, pero no hay especie que quiera subirse a bordo de tan
escachalandrada embarcación, y menos aún con tan inepta marinería al mando.
Han perdido todo contacto
con tierra firme, gritando improperios y mostrando fusiles pretenden ahuyentar
la desolación y la miseria que su gestión ha impuesto por doquier. Pero de poco
les sirve la estridencia, ya nadie los quiere, muy pocos les temen.
Precisamente, ahora que el
gobierno está más debilitado, temeroso de contarse constitucionalmente en un
revocatorio, cada día más aislado internacionalmente, la oposición democrática
luce menos compacta, menos consustanciada, como un orfeón que interpreta
partituras diferentes, juntos pero no revueltos en el empeño debido de
armonizar su música. Saetas van y saetas vienen. Unas más afiladas que otras,
pero alguien siempre queda resentido.
Hace falta un equipo sólido,
compacto a la hora de tomar y acatar decisiones, y un vocero que las exprese
con el apoyo de todos. Un único vocero, para manifestar la opinión de la
mayoría. No cuatro o cinco para dejar caer la propia cuando no les aviene lo
consensuado. Y, en ese sentido, habría que permitir que la MUD realice su
función como institución colegiada para la cual fue creada por todos sus
miembros, y que los líderes de los partidos de oposición que la sustentan
ejerzan la suya con sindéresis inclusiva. De lo contrario se propiciará una
jaula de grillos bulliciosa, pero inútilmente cacofónica como caimanera en las
redes sociales.
La autonomía de los grupos,
la diversidad “ideológica”, la libertad de expresión de cada quien, son los
cimientos sobre los que se sustenta cualquier acuerdo democrático entre
opciones políticas diversas; pero también constituyen las líneas fronterizas
dispuestas para ser mitigadas en nombre de un objetivo común. ¿Hace falta citar
los ejemplos históricos que así lo hicieron y fueron exitosos?
Quizás sea tiempo de volver
a revisar opciones -triunfadoras o desfallecidas-, de hacer una mínima pausa para
pensar la recuperación democrática de Venezuela, de mandar a la lavandería los
trajes presidenciales, de compartir mesa como viejos comensales tal cual se
hizo, con tanto éxito, en los momentos que antecedieron al 6 de diciembre de
2015.
Sin unidad no vamos para el
baile.
08-07-16
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