Rafael María de Balbín 21 de agosto de 2016
La
llamada ideología de género no ha nacido por generación espontánea, sino que
presenta una génesis histórico-cultural muy clara. Tiene como primer precedente
a los ideólogos de la “revolución sexual”, que son afines a la Escuela de
Frankfurt, con su marxismo no leninista. Se trata de Wilhelm Reich y Herbert
Marcuse. Se combina el marxismo con el pensamiento de Freud: trasladando la “lucha
de clases” a la “lucha de sexos”, promoviendo la “liberación sexual” de las
mujeres oprimidas.
Hay
que mencionar también a los deconstructivistas sociales: Jacques Derrida y
Michel Foucault. Para ellos la realidad no consta ni de objetos ni de sujetos, sino
que sólo está constituida por el lenguaje. En esta línea habrá que deconstruir
el modelo cultural, aproximándolo al pansexualismo de Foucault. Y la
manipulación del lenguaje será un arma poderosa para la implantación de esta
ideología.
Entre
los existencialistas ateos figura Simone de Beauvoir, quien formula nítidamente
la idea del género: “No se nace mujer, sino que te haces mujer”. En la
perspectiva de un igualitarismo total con los varones.
Hay
que distinguir claramente entre el Feminismo original, que busca la promoción
de los derechos humanos y civiles de las mujeres, y el Feminismo de género.
Este último propugna la equiparación total de mujeres y varones, sin tener en
cuenta lo que enseña la naturaleza. El género, como creación cultural,
permitirá que la clase oprimida femenina tome el control de la función
reproductiva. Si la raíz de la opresión de la mujer está en su papel de madre y
educadora de los hijos, hay que liberarla mediante la contracepción, el aborto
y la educación estatal de los hijos.
En la
promoción de la ideología de género hay que destacar el papel principal del
lobby LGBT (lesbianas, gays, bisexuales, transformistas). La alianza de los
activistas homosexuales con las feministas radicales impulsa el ataque al
matrimonio y a la familia, hablando de nuevas formas de unión entre los sexos
(concubinato, “matrimonio” gay, familia monoparental).
El
pretendido basamento científico de esta ideología apareció con el Dr. John
Money, de la Universidad John Hopkins, de Baltimore, con el que comenzó la
utilización de la palabra género. A él se debe un fallido experimento macabro
con dos morochos varones y el intento quirúrgico y educacional de transformar
en mujer a uno de ellos.
Entre
los impulsores de la ideología de género los hay teóricos y activistas. Tienen
como nota común la falta de rigor intelectual. Hay un presupuesto dogmático: la
no vigencia de la distinción entre varón y mujer que indica la naturaleza
humana. Se sustituye por la uniformidad del género. Toda legítima diferencia se
denuncia como una subordinación alienante de la mujer por parte del varón. En
consecuencia habría que sustituir la autoridad “patriarcal” por el
“empoderamiento” de la mujer.
Una
ideología tan palmariamente irreal sólo puede imponerse ideológicamente, es
decir mediante el engaño y la coerción.
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