Por Marco Negrón
El gran cineasta Andrzej Wajda
recreó en Kanal (1957) la aventura de los resistentes de Varsovia intentando
escapar a los invasores alemanes a través de la red de cloacas de la ciudad.
Una epopeya trágica que ilumina a la vez la indoblegable voluntad de quienes
defienden la libertad y la crueldad miserable de quienes pretenden conculcarla.
Sesenta años después, en abril de 2017, la historia se repite en el Guaire, la
cloaca máxima de Caracas, la ciudad en la cual tantas víctimas del nazismo
creyeron encontrar un refugio de paz y prosperidad: emboscados por soldados de
otro ejército de ocupación, no importa si provistos de documentos de identidad
venezolanos, un numeroso grupo de ciudadanos que, desarmados, reclamaban
respeto a sus derechos, no encontraron otra vía de escape frente a la saña
represiva que lanzarse a las aguas putrefactas del río. Varios de ellos y un
rescatista que los auxiliaba han relatado cómo los guardias se reían mientras
seguían disparándoles lacrimógenas en el río.
Si el episodio resulta
denigrante para quienes proclaman ser “herederos del Ejército Libertador”, el
extremo de la iniquidad se condensó en la ocasión de escarnio y burla que el
partido de gobierno encontró en esa circunstancia para descalificar a sus
opositores con el tuit que nunca podrán borrar: “al Guaire lo que es del
Guaire”. Y como la decadencia parece no tocar fondo, hubo “altos dignatarios”
que, no conformes con el insulto abstracto, resolvieron asumirlo personalmente
en sus propios tuits, que, por mucho que ahora pretendan borrarlos, ya han
quedado impresos indeleblemente en ese diccionario universal de la infamia que
en estos años han ido compilando en nombre de una idea que una vez tuvo un halo
de nobleza: el socialismo.
Frente a tanta miseria, sin
embargo, queda la tranquilidad de saber que cuando un régimen se refugia en
ella es porque agotó todas sus reservas, incluida la del cinismo, y ya camina
con el sol a sus espaldas.
Desde la década de 1930
Caracas ha soñado con el parque lineal del Guaire, el contrapunto del Ávila en
el fondo del valle y al alcance de todos. Con el tiempo la falta de previsión y
la prepotencia del automóvil privado fueron bloqueando esa posibilidad,
convirtiéndolo en la cloaca coronada de autopistas que es hoy; pero la nueva
Caracas, la que ya está naciendo en la tenaz resistencia que hace más de un mes
recorre sus calles y las de todas nuestras ciudades, además de resucitar ese
sueño hace perentorio cumplirlo. No para los hipotéticos retozos acuáticos de
dos dictadores ignorantes y envanecidos o el enriquecimiento ilícito de
ministros y profesionales venales: como una de las palancas que permitirán
llevar a Caracas al lugar de dignidad que por su pasado y la nobleza de sus
habitantes debe ocupar, pero también como homenaje a quienes en estas jornadas
han dejado la piel en sus riberas y en su cauce.
Al margen: En medio de esta
desigual batalla y sometido a un arresto domiciliario totalmente injustificado,
cumplió un año más el Alcalde Metropolitano de Caracas, el indoblegable Antonio
Ledezma. Bajo su gestión y en circunstancias particularmente adversas se
redactó el Plan Estratégico Caracas Metropolitana 2020, una herramienta
indispensable para definir las líneas de la ciudad futura y de su espacio
público. El aire de los tiempos hace pensar que aún tendrá la ocasión de dar
inicio al rescate del Guaire, señal de la Caracas que renace.
16-05-17
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