Ronal F. Rodríguez* 11 de junio de 2017
El
discurso dicotómico promovido por el fallecido presidente de Venezuela Hugo
Chávez fue parte de su estrategia política para lograr y conservar el poder. El
líder de la denominada “Revolución Bolivariana” promovió la polarización y
fracturó la sociedad venezolana en chavistas y opositores: los primeros según
su discurso eran el pueblo, los patriotas, los buenos; los otros eran la
oligarquía, los apátridas, los malos.
La
polarización como estrategia de obtención, control y conservación del poder
político siempre ha resultado ser bastante efectiva. No obstante, su uso ha
arrojado resultados devastadores en los países en que se ha implementado, ha
destruido sociedades sumergiéndolas en confrontaciones internas y externas, y
las ha llevado al retroceso social y material.
A lo
largo de estos 18 años de Revolución Bolivariana se pueden identificar cinco
tipos de militancia chavista, tanto en su liderazgo como en sus bases, producto
de dicha división de la sociedad: los chavistas por convicción, aquellos que
simpatizaron y se apropiaron del discurso político e ideológico ofrecido por el
presidente, del cual formaron parte sectores tradicionales de la izquierda
venezolana, así como de la academia y las antiguas organizaciones sociales.
Siguen
los chavistas por cercanía, aquellos familiares, amigos y personas cercanas a
la nueva clase gobernante. Con el ascenso de Chávez las élites políticas y
económicas cambiaron radicalmente en Venezuela, en el marco de políticas
públicas, para unos reivindicativas, para otros revanchistas, por lo que fue
necesario crear un nuevo tipo de relaciones y vínculos de poder para el
chavismo. En consecuencia, el nepotismo se convirtió en la forma de garantizar
el control del Estado en un país que históricamente lo había rechazado.
El
tercer tipo son los chavistas por oportunidad, aquellos que desarrollaron una
relación clientelar y se alinearon con el proyecto político obteniendo grandes
beneficios económicos, en el marco de una coyuntura de bonanza petrolera. Un
grupo que estableció una relación cimentada en la corrupción del Estado.
Por
otra parte, están los chavistas por temor, un grupo significativo de
ciudadanos, sobre todo funcionarios del Estado, que quedaron en la mitad del
discurso dicotómico promovido por Chávez, a los cuales su permanencia laboral,
la posibilidad de ascenso o incluso el acceso a derechos y política social
dependían de su militancia. La amenaza como forma de control político fue
altamente instrumentalizada por medio de listas y registros constantes.
Y,
finalmente, los chavistas por impunidad. Aquellos grupos delincuenciales que
encontraron en las políticas del gobierno un amplio espacio de acción e
impunidad para actuar. Grupos de “malandros” y delincuentes de bajo y alto
nivel de organizaciones que se articularon cómodamente en la división de la
sociedad promovida por la “Revolución”, algunos incluso han logrado evadir la
justicia nacional e internacional a cambio de portar una camiseta roja-rojita.
El
costo de dejar de ser chavista no es el mismo para todos, como tampoco lo es el
momento en el cual se abandonan sus filas. Durante estos años se han dado tres
grandes momentos de reacomodación de las fuerzas chavistas: el primero, el
Golpe de Estado del 11 de abril del 2002; el segundo, el proyecto de reforma
constitucional de 2007, y el tercero, la muerte de Chávez en 2013. Cada uno de
estos momentos generaron desplazamientos de un bando a otro, algunos fueron
hábilmente aprovechados para identificar a los moderados, los carentes de
compromiso o incluso a los que denominaron “traidores”.
La
propuesta de Asamblea Nacional Constituyente promovida por el presidente
Nicolás Maduro es un cuarto momento en el que muchos están dejando de ser
chavistas y quizás el caso más emblemático es el de la fiscal general, Luisa
Ortega Díaz, la primera alta funcionaria en darle la espalda al proyecto de
Nicolás Maduro desde el ejercicio del cargo.
Esta
mujer, que durante años respaldó, a través de sus decisiones administrativas,
la estabilidad de Chávez y la Revolución, hoy alza la voz para criticarla.
Alertó al país de la “ruptura del orden constitucional” que representaba la
decisión del Tribunal Supremo de asumir las funciones del Parlamento. Defendió
el derecho a protestar contra el gobierno y criticó los juicios militares a
civiles. Lo último y quizá lo que ha abierto la brecha más profunda con los
otros chavistas: presentó ante la Sala Electoral del Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ) un recurso de nulidad contra la convocatoria de una nueva
Asamblea Constituyente.
Otros
importantes chavistas en su momento dieron la espalda al proyecto bolivariano.
Casos emblemáticos son el de Luis Miquelena, Raúl Isaías Baduel y Jorge
Giordani. El primero, un viejo político de izquierda que asesoró a Hugo Chávez
en los primeros años, pero que al darle la espalda, antes del Golpe de Estado
de 2002, fue perseguido judicialmente acusado de corrupción. El segundo y quizá
más emblemático es el de Baduel, amigo personal y compadre de Chávez, quien
pronunció un fuerte discurso al dejar el Ministerio de Defensa y se pasó a las
filas de la oposición contra la reforma de 2007 y quien fue encarcelado y
denigrado personalmente en su orgullo militar con filtraciones de su vida
privada. Y Giordani, uno de los principales creadores del modelo económico
chavista y hombre muy poderoso, quien dejó el chavismo poco después de la
muerte del presidente en 2013.
Dependiendo
del tipo de chavista el costo de salida varía, por ejemplo, para aquellos que
hicieron parte del chavismo por convicción su salida resulta más llevadera, no
obstante, pueden ser víctimas de persecución judicial y más cuando la falta de
independencia de la justicia ha creado un mercado de perseguidos políticos que
se ven obligados a pagar para evitar largos procesos.
Los
chavistas por cercanía u oportunidad, tienen un costo de salida más alto por
los beneficios que recibieron y su participación en actos de corrupción los
hace acreedores de procesos judiciales por los cuales tendrían que ir a la
cárcel o retornar parte de las fortunas que adquirieron durante estos años.
Hace que resulte muy difícil poder dejar el chavismo sin lograr pactar para
reducir los costos de salida, con todo es posible y es probable, pero dependerá
del grado de vinculación con la corrupción.
Los
chavistas por temor serán los primeros en saltar la talanquera. A pesar de las
herramientas de identificación y persecución política, la incapacidad del
gobierno de Nicolás Maduro y su baja maniobrabilidad facilitan la salida. Sin
dádivas con las cuales extorsionar y amenazar a los funcionarios públicos el
costo de salida disminuye.
Los
chavistas por impunidad por el contrario tienen el mayor costo de salida, para
ellos no hay alternativa, o se mantienen con el proyecto y gobernando, o el
resultado es ir a la cárcel. La comodidad con la cual han podido actuar gracias
al gobierno es su mayor debilidad. Ningún sector estaría dispuesto a acogerlos
o transar con ellos.
La
propuesta de cambiar la Constitución del presidente Maduro se puede convertir
en la oportunidad de muchos para abandonar el chavismo. Los métodos de
persecución política y judicial selectivos que utilizó Chávez hoy son más
difíciles de implementar. Por otro lado, los costos de apoyar el proyecto han
aumentado; bajo el gobierno de Nicolás Maduro la confrontación política se ha
vuelto violenta: en cuatro años han muerto tres veces más venezolanos que en
los casi catorce años que su padre político dirigió el país. El aumento en la
represión y la intimidación, así como la identificación de los sectores
oficialistas como nepotistas, corruptos y criminales hace más difícil mantener
el nivel de apoyo. Internacionalmente la simpatía por la Revolución Bolivariana
ha disminuido sensiblemente, son cada vez menos los Estados, gobiernos, grupos
sociales y académicos que los apoyan abiertamente, por el contrario, tratan de
desmarcarse y niegan sus vínculos con la ahora dictadura.
* Profesor e investigador del
Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, director de “Esto no
es una frontera, esto es un río”: www.spreaker.com/show /esto-no-es-una-frontera-esto-es-un-rio y
presidente de la Fundación Surcontinente.
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