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lunes, 6 de noviembre de 2017

País en reversa, meta pobreza por @ElUniversal


Por José Norberto Bausson


En mis soliloquios nocturnos  frecuentemente se me presenta una imagen que en estos tiempos me explica la Venezuela de hoy. Es la imagen del Río Tuy acompañado de la tubería de Taguaza, ambos como un solo cuerpo, vecino uno del otro. El Río Tuy sucio y mal oliente fluyendo desde los valles del Tuy hasta Paparo en Barlovento  y, paralelo a él, una majestuosa tubería de metro y medio de diámetro y kilómetros de longitud que sube las aguas prístinas del embalse Taguaza hasta Taguacita, Guatopo, remontando por entramados abras hasta su meta para luego ser parte del agua que surte a la Gran Caracas.

Esta imagen turbulenta y  familiar  me hace comprender el país que tenemos. Es la comparación de la desidia contra el esfuerzo, es la visión de un algo arruinado que va a algún lado por las fuerzas gravitacionales versus algo que vence esas libres fuerzas naturales con la ayuda de la mano del hombre y la convierte en bienestar para la ciudadanía; es la comparación de lo generado por este gobierno versus el resultado de una obra magnifica; es la comparación de toda la fanfarronería de esta dictadura que se ha gastado ingestas cantidades de dinero construyendo el Tuy IV y no le ha sacado un litro de agua al Río Cuira contra la humildad  que con cuatro puyas hizo la primera etapa de ese sistema y le entregó a la población 4.000 litros de agua cada segundo.

A veces esa visión me parece parte de un proceso futurista donde van aguas putrefactas hasta un foso y un “trabajo” las vuelve puras a la superficie. Así vislumbraba mi patria, subiendo esforzadamente peldaños de una empinada escalera hasta llegar al desarrollo, hasta la felicidad de la gran mayoría. Así nos  veían en el mundo y surcando mares o volando cielos  llegaban a Venezuela.  Sí, formamos esa magnífica casta que se sentaba a la mesa, comía humilde y apropiadamente en familia y formaba a sus hijos para un futuro mejor.


Pero la realidad venezolana de hoy en día es la reversa: es convertir a un país amado por propios y extraños en el punto de despegue de mayor diáspora del mundo que hace que nuestros hijos huyan, si, como ese fuego artificial que sube y explota en el cielo, es llegar a un centro de salud y subir diez pisos por las escaleras y recibir la noticia de que no te pueden atender porque robaron el laboratorio, es hacer una cola en un cajero y suertudamente sacar para la otra cola del pan, llegar a tu casa y no tener agua pero si la basura maloliente en la ventana, pararte a las 4:00 de la mañana para abordar una camionetica medio cuerpo afuera de la puerta o, tristemente ser asesinado por alguien en vaya a saber qué circunstancias.  

Todos esos beneficios que antes podíamos costear para que mantuvieran su calidad y fueran sustentables nos lo tiene que pagar el gobierno aguajero que nos hizo pobre en medio de la mayor entrada de billete imaginable. Es que cada uno de nosotros es tan pobre que no gana al mes para darle comida a su familia y el gobierno arruinador tiene que “ayudarte” para que no te mueras de hambre.

 Ese sueldo que acaban de anunciar con bombos y platillos no da para comerse una arepa y un jugo al día; no alcanza para comprar un caucho de moto, no da para sacar a pasear la familia dos días para Margarita como hacíamos en el siglo pasado.       

Todo esto que está pasando me recuerda unas sabias palabras de un amigo politólogo: los países ignorantes y “vivos” los sometes haciendo politiquería todos los días, léase mítines, cadenas, espectáculos gratis, distribución de comida barata, distribuyendo mentiras y con mucha fanfarria;  los menos ignorantes los conduces hacia el desarrollo haciendo cosas que se convierten en el futuro en beneficios para la sociedad.

Ante esto uno se pregunta: si todo es así, ¿por qué la gente sigue apoyando este descalabro? Tengo una hipótesis: este gobierno ha aplicado el método del padre necio: hijo tome real para que rumbee, no se ponga a estudiar que eso es paja, si preñas una carajita me avisas que resuelvo. Esa forma de vida, siempre muy simpática dentro de los irresponsables, la trajo este gobierno para que infectara este país y les ha dado resultado.

Por eso el camino para reconstruir la patria es empinado y pedregoso y solo será posible si le ponemos un mundo. Vale la pena, sigue luchando para que a nuestros hijos y nietos no les digan extranjeros.

El país es Venezuela, la meta es la grandeza.

norbausson@gmail.com

04-11-17




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