A mediados de septiembre,
algunas agrupaciones que hacían vida dentro de la Mesa de la Unidad Democrática
se separaron de ella y se amuñuñaron (porque eso tampoco es unidad) bajo un
logo con nuestro mapa que usan para adversar, como ente antipolítico, a la
MUD. Se trata de una alianza abierta -e impunemente- anticonstitucional
porque como no pueden participar en contiendas electorales (no son partidos
políticos legales, no tienen tarjeta válida) no sólo llaman a la abstención
sino que convocan a destruir la forma política republicana vigente, asegurando
que debe darse “una salida por la fuerza” (Golpe de Estado) o una intervención
militar extranjera, delitos contemplados en el Código Penal. Sus voceros ya no
se inhiben para decir que deberemos dar por bueno que esta dictadura se
sustituya con otra en la que esté contemplada la pena de muerte entre otras
barbaridades.
Para más calamidad, Primero
Justicia, Acción Democrática y Voluntad Popular acordaron no postular
candidatos a las elecciones municipales de este domingo, traicionando la razón
de ser de los partidos políticos: llegar al poder por la vía electoral. Ocasión
que aprovecha Avanzada Progresista prestando su tarjeta a cualquier advenedizo,
demostrando que no tiene ideología alguna sino que busca contribuyentes para
las aspiraciones presidenciales de Henri Falcón. Un Nuevo Tiempo también ha
acogido a los “autoexcluidos” de aquellas toldas, por lo que un vistazo a los
tarjetones municipales resulta, cuando menos, chocante.
Para completar el panorama
opositor, fuera de la MUD también son legales el MAS y Copei, partidos que
alguna vez participaron de ella pero se separaron hace algún tiempo.
Todos los demás lucen como
franquicias del gubernamental PSUV, que ante estas circunstancias postula a más
de un centenar de rostros nuevos, lo que les permitirá hacer creer a sus
militantes que su estructura es democrática y que han renovado el gastado
liderazgo, aunque en realidad sólo estén reforzando su relación clientelar
interna. Este será el único partido político beneficiario de la jornada,
gracias no sólo al fraude continuado del aparato en el poder sino a la
inconmensurable ayuda que le brindará la abstención.
Para este domingo, encuentro
vergonzosas las 2 opciones democráticas de mi municipio. Ambos candidatos,
desconectados del empobrecimiento súbito de sus electores, se muestran apáticos
ante la tragedia y no explican cómo surtirán y gestionarán los servicios
municipales de salud cuya demanda aumenta día a día; nada sobre incrementar el
número de efectivos policiales que hace tiempo es insuficiente para atender a
nuestra población fija y flotante; nada sobre las desaparecidas papeleras ni
sobre la reposición del mobiliario público vandalizado por quienes intentaron
que 4 meses de protestas se convirtieran en una guerra civil. Pero eso sí,
mucho de cara a cómo los verán en otros municipios; cualquiera de ellos como
alcalde resultará un bluf (como hasta ahora, seguirá el derroche en
espectáculos y eventos culturales) a menos que los vecinos empecemos a
presionar en favor de lo prioritario y de estricta competencia municipal.
De modo que sé a lo que me
enfrento, pero este domingo 10 iré a votar y no será nulo. Para quienes
entienden de qué se trata restituir la República y defender la democracia no
hace falta que enumere motivos; seguro comparten conmigo la mezcla de espanto y
pena ajena que producen quienes plantean sanar a un enfermo agonizante,
matándolo primero: vía milagro.
Pero insistamos en que votar
en dictadura es un acto de resistencia equivalente al uso de un músculo para
que no se atrofie, que no se trata sólo de votar sino de defender el voto, que
defenderlo no es caerse a puñetazos sino organizarse impecablemente para
motivar, acompañar, presenciar y validar cada fase del proceso o recolectar las
pruebas que demuestren fehacientemente el fraude y presentarlas en todas las
instancias necesarias hasta deslegitimar a la dictadura.
Ya sé que estas razones no
valen para quienes repiten enajenados que las dictaduras no salen con votos sin
ver que con Golpes de Estado sólo se montan dictaduras. Están poseídos por la
irracionalidad, son víctimas de un adoctrinamiento al estilo nazi que incita al
exterminio del otro sin darse cuenta de que su deseo, hecho realidad, nos
sumiría en décadas de guerra civil. A estos no les importa que Tocqueville
advirtiera que aunque los partidos políticos deben aspirar a imponer sus puntos
de vista, la interacción implica tolerancia y que ningún grupo -ninguno- puede
eliminar a su opositor sin destruir el tejido mismo de la sociedad.
Y he aquí, en las palabras de
Tocqueville -uno de los más importantes ideólogos del liberalismo que esgrimen
estos perturbados en permanente contradicción- que encuentro mi nuevo
motivo para votar este domingo. Votar como mecanismo para evitar que destruyan
el tejido social. Votar para convertirme en un número que dé vida a las
minorías, como alzamiento a sus ansias de exterminio. Sí, esta vez también voy
a votar contra la propuesta de aniquilamiento que está haciendo la
antipolítica.
Porque para restituir la
República democrática, ya todos sabemos que es imprescindible votar. Creer que
puede hacerse sin votar, esperar que venga alguien armado a salvarnos de esto y
luego nos regrese la democracia voluntariamente porque es bueno, es como
esperar milagros sin mover un dedo: cosa de beatos.
09-12-17
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